Columna

Herramientas trucadas para un debate

Señalamos la necesidad de debatir, pero hay cosas que no estamos dispuestos a discutir. O quizá hay personas con quienes no estamos dispuestos a hablar

Pleno en el Congreso de los Diputados en Madrid con una asistencia reducida de parlamentarios a causa de las medidas para contener el coronavirus.Mariscal (EFE)

Todas las columnas supuestamente panorámicas —incluida esta— deberían tener un par de líneas en blanco, para incluir el punto ciego del articulista: una omisión a veces interesada pero a menudo tan natural que uno mismo no la percibe.

La mayoría de nosotros estamos a favor del pluralismo, excepto en algunos casos. Señalamos la necesidad de debatir, pero hay cosas que no estamos dispuestos a discutir. O quizá, con más frecuencia, hay personas con quienes no estamos dispuestos a hablar: el simulacro de debate se basa en buena medida en la falacia por asociación y el atajo cognitivo. A vec...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Todas las columnas supuestamente panorámicas —incluida esta— deberían tener un par de líneas en blanco, para incluir el punto ciego del articulista: una omisión a veces interesada pero a menudo tan natural que uno mismo no la percibe.

La mayoría de nosotros estamos a favor del pluralismo, excepto en algunos casos. Señalamos la necesidad de debatir, pero hay cosas que no estamos dispuestos a discutir. O quizá, con más frecuencia, hay personas con quienes no estamos dispuestos a hablar: el simulacro de debate se basa en buena medida en la falacia por asociación y el atajo cognitivo. A veces uno duda, pero esos mecanismos le tranquilizan: la cuestión va de afectos y de identidad. En las comparaciones operan también el kilómetro sentimental y sus variantes, entre las que destaca una especie de hipermetropía que nos permite ver con más claridad lo que sucede lejos que lo que tenemos cerca.

A menudo la sociedad se basa también en pactos decisivos que no se escriben y apenas se comentan; se dan por sentados. Por supuesto, la existencia de consensos también da su oportunidad al partido habitual o momentáneamente rupturista, que obliga a los demás a posicionarse: algunas de las propuestas pueden parecernos positivas y otras lamentables.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El debate del y tú más se combina con la pulsión de la imitación, en una época de “la dictadura de las comparaciones globales”, como dice Krastev, donde a veces es difícil copiar las virtudes pero es tentador reproducir los vicios. Muchas veces se pueden poner contraejemplos, matices, valoraciones. Un partido político critica a periodistas, pero nunca es el primero. Un medio está alineado con una formación: ¿no es todo el periodismo subjetivo? La mayoría de revistas, periódicos o cadenas de televisión se proclaman a favor de la pluralidad interna, pero todos tienen algún tipo de restricciones, explícitas o no: ¿no son todos iguales? Estamos familiarizados con este tipo de argumentación, que Theodor Adorno llamaba la táctica del salami: empiezas discutiendo detalles —su ejemplo: el número de víctimas en el Holocausto— para acabar sembrando dudas sobre el hecho central —el genocidio y sus responsables. La discusión va perdiendo factualidad y terminas aceptando comparaciones que, a primera vista, habrían resultado claramente aberrantes. Es un truco lógico, que dificulta la tarea intelectual básica de establecer distinciones. @gascondaniel


Sobre la firma

Archivado En