Vista, oído, olfato
Estamos acostumbrados a comunicar hechos, sensaciones y emociones a través de las palabras, los sonidos y las imágenes. La ciencia parece haber cubierto todo el espectro que se refiere a nuestras actividades y sus derivadas. Sin embargo, hay un poso de la memoria tan intenso como imposible de comunicar al mismo nivel que las experiencias táctiles o visuales, es el de los olores que con frecuencia nos retrotraen a los más lejanos tiempos de nuestra infancia o adolescencia y que asociamos a despertares o epifanías en los que empezábamos a descubrir la inmensidad del mundo que nos rodea. Esa memo...
Estamos acostumbrados a comunicar hechos, sensaciones y emociones a través de las palabras, los sonidos y las imágenes. La ciencia parece haber cubierto todo el espectro que se refiere a nuestras actividades y sus derivadas. Sin embargo, hay un poso de la memoria tan intenso como imposible de comunicar al mismo nivel que las experiencias táctiles o visuales, es el de los olores que con frecuencia nos retrotraen a los más lejanos tiempos de nuestra infancia o adolescencia y que asociamos a despertares o epifanías en los que empezábamos a descubrir la inmensidad del mundo que nos rodea. Esa memoria permanece casi siempre en el ámbito de lo indescriptible y de alguna manera nos recuerda de vez en cuando que aunque seamos seres sociables vivimos muchos momentos de soledad.
Ricardo López Piñuela. Madrid