Columna

El absoluto, el debate y el espíritu liberal

La tentación absolutista más peligrosa es la nuestra, porque es la más invisible, y conviene mantener un espacio para el debate aunque solo sea como precaución de seguridad

Protesta por la muerte de George Floyd, el pasado 3 de junio en Filadelfia.David Goldman (AP)

“Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien recuerda que no todo el mundo ha tenido tus ventajas”, le dice su padre a Nick Carraway, el narrador de El gran Gatsby: es una recomendación que conviene tener en cuenta. También, que el lenguaje de los oprimidos puede resultar estridente. “La mayoría de los opresores han tenido el ingenio de enseñar a los oprimidos un lenguaje en el que los oprimidos parecerán locos —incluso para sí mismos— si se describen como oprimidos”, escribía Rorty. La estridencia, real o imaginada, no anula la verdad de la denuncia.

La tarea intelect...

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“Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien recuerda que no todo el mundo ha tenido tus ventajas”, le dice su padre a Nick Carraway, el narrador de El gran Gatsby: es una recomendación que conviene tener en cuenta. También, que el lenguaje de los oprimidos puede resultar estridente. “La mayoría de los opresores han tenido el ingenio de enseñar a los oprimidos un lenguaje en el que los oprimidos parecerán locos —incluso para sí mismos— si se describen como oprimidos”, escribía Rorty. La estridencia, real o imaginada, no anula la verdad de la denuncia.

La tarea intelectual consiste en establecer gradaciones, ha escrito Manuel Arias Maldonado, y esa idea también es útil para abordar el debate entre periodismo y activismo que hemos visto estos días en Estados Unidos. Entre los avances necesarios se encuentra la denuncia de un racismo sistémico, aunque no esté ya en las leyes, en vez de limitarse a comportamientos individuales. Entre lo más controvertido, la reivindicación de “claridad moral” frente a principios deontológicos y protocolos de verificación, que se presentan como remilgos ante una situación urgente e ineludible. Es posible que todos tendamos a esa “claridad moral” en lo que más nos importa: por eso es crucial recordar los riesgos. Entre ellos están la tentación narcisista de no limitarte a contar la noticia y participar en ella, y la convicción de que, esta vez, el fin justifica los medios. Como siempre, la lucha por la justicia puede esconder una disputa por el poder dentro de las organizaciones. En todo caso, la tentación absolutista más peligrosa es la nuestra, porque es la más invisible, y conviene mantener un espacio para el debate aunque solo sea como precaución de seguridad. Andrew Sullivan ha escrito que el liberalismo no es solo un conjunto de reglas. Tiene un espíritu que cree “que hay esferas completas de la vida humana que van más allá de la ideología: la amistad, el arte, el amor, el sexo, el estudio, la familia”. Busca “la claridad moral pero entiende que es muy difícil, que la vida y la historia son complejas, y que una sociedad verdaderamente liberal debe entenderlo si pretende progresar”. Es también un espíritu que a veces disfruta en el error, porque eso le ofrece una oportunidad para descubrir qué es lo que está bien. Por eso es “generoso, humorístico y elegante en su amor por la discusión y el debate”. @gascondaniel

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