Cartas al director

Espejos para el alma

Cuando el hermanillo mulato de Lázaro de Tormes —viéndoles a él y a su madre blancos y sin haberse contemplado nunca en un espejo— llamaba coco a su padre, hacía reflexionar al pícaro: “¡Cuántos ha de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!”. Imagino que con ciertos miembros de los diferentes cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (esta semana hemos vuelto a comprobar que no es un mal exclusivo de Estados Unidos y que en España también cocemos habas) sucede algo parecido. El problema es que no existen espejos en los que poder vernos el alma. Si los hubiera,...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuando el hermanillo mulato de Lázaro de Tormes —viéndoles a él y a su madre blancos y sin haberse contemplado nunca en un espejo— llamaba coco a su padre, hacía reflexionar al pícaro: “¡Cuántos ha de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!”. Imagino que con ciertos miembros de los diferentes cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (esta semana hemos vuelto a comprobar que no es un mal exclusivo de Estados Unidos y que en España también cocemos habas) sucede algo parecido. El problema es que no existen espejos en los que poder vernos el alma. Si los hubiera, estos individuos huirían de su repugnante reflejo.

David Barbas García. Pamplona

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En