Columna

Contundencia

Tal vez Núñez Feijóo debería preguntarse qué ocurriría si madrileños y catalanes se ofendieran, si decidieran vender sus casas o elegir otro lugar para gastarse su dinero en verano

Alberto Núñez Feijóo en rueda de prensa el pasado viernes.David Cabezón @ Xunta de Galicia (Europa Press)

Nadie conoce la mejor manera de derrotar a un enemigo desconocido. En una situación como la que estamos viviendo, las contradicciones, rectificaciones y errores son inevitables. Por eso admiro tanto a Fernando Simón, el único español capaz de admitir delante de un micrófono que no conoce la respuesta a todas las preguntas. Decir “no lo sé” casi siempre revela un grado de sabiduría superior al que implican las certezas expresadas con contundencia. Con contundencia rechazó Núñez Feijóo la última prórroga del estado de alarma, alegando que no existían motivos para que el Gobierno siguiera ejercie...

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Nadie conoce la mejor manera de derrotar a un enemigo desconocido. En una situación como la que estamos viviendo, las contradicciones, rectificaciones y errores son inevitables. Por eso admiro tanto a Fernando Simón, el único español capaz de admitir delante de un micrófono que no conoce la respuesta a todas las preguntas. Decir “no lo sé” casi siempre revela un grado de sabiduría superior al que implican las certezas expresadas con contundencia. Con contundencia rechazó Núñez Feijóo la última prórroga del estado de alarma, alegando que no existían motivos para que el Gobierno siguiera ejerciendo el mando único y recortando libertades. Ahora quiere que, cuando el estado de alarma decaiga, el Gobierno vulnere los derechos de madrileños y catalanes, que les impida ir a Galicia de vacaciones aunque tengan allí propiedades, aunque paguen impuestos por ellas, aunque sus estancias contribuyan a recuperar la economía en una región que apenas recibe turismo extranjero. Feijóo habría quedado mucho mejor diciendo “no lo sé” cuando le preguntaron por la prórroga. Tal vez debería preguntarse ahora qué ocurriría si los apestados se ofendieran, si decidieran vender sus casas o elegir otro lugar para gastarse su dinero en verano. Quienes osan hablar en nombre de todos los españoles acaban dividiéndolos en buenos y malos. La única excepción es el grupo europeo del PP, que al alinearse con los halcones liderados por Holanda para exigir que se impongan férreos controles a la ayuda que España recibirá de la UE, ha asumido el discurso de las austeras virtudes del norte frente al festivo despilfarro del sur. Ellos no han discriminado. Su actitud nos perjudica a todos los españoles por igual, con la misma contundencia.

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