Soy maestra, y sé que hay esperanza
Les enseño a mis alumnos a pedir las cosas por favor, dar las gracias, los buenos días, dialogar, nunca pegar, etcétera. Hago mi trabajo con mucho esfuerzo, dados los tiempos que corren. No les animo a ver la televisión; prefiero que jueguen en el ordenador, aunque tampoco me gusta, y leer todavía no es un hábito consolidado, aunque estén en ello. Y ahora me han llenado de alegría. No pueden realizar su ansiado viaje de fin de 6º ni tener una inolvidable fiesta de fin de curso, no dan para tanto las fases y no se saltarán las normas porque son muy responsables, aunque sean niños. Solidariament...
Les enseño a mis alumnos a pedir las cosas por favor, dar las gracias, los buenos días, dialogar, nunca pegar, etcétera. Hago mi trabajo con mucho esfuerzo, dados los tiempos que corren. No les animo a ver la televisión; prefiero que jueguen en el ordenador, aunque tampoco me gusta, y leer todavía no es un hábito consolidado, aunque estén en ello. Y ahora me han llenado de alegría. No pueden realizar su ansiado viaje de fin de 6º ni tener una inolvidable fiesta de fin de curso, no dan para tanto las fases y no se saltarán las normas porque son muy responsables, aunque sean niños. Solidariamente han decidido donar todo el dinero que sacaron en el mercadillo, con el que pretendían financiar en parte su excursión, a la gente del barrio que hace cola para poder comer. Los maestros no predicamos en el desierto; mis niños ya saben hacer barrio y ser útiles. Una gran lección. ¡Hay esperanza!
Ana Mª Rebollo García. Madrid