Una vez en la vida
Todo el mundo, al menos una vez en la vida, debería ser camarero, soportar esas interminables jornadas de trabajo; o teleoperador, para tener que aguantar una tremenda bronca de un cliente descontento. Al menos una vez en la vida se debería ser comercial, para sufrir en propia carne el desprecio de quien no se molesta en ser educado contigo. Habría que ser también controlador de zona azul, para soportar las miradas de desdén. Y como estos, muchísimos casos más. Unos son escudos humanos de grandes empresas; otros, tienen la necesidad de ganarse la vida donde nadie quiere hacerlo. Por unas u otr...
Todo el mundo, al menos una vez en la vida, debería ser camarero, soportar esas interminables jornadas de trabajo; o teleoperador, para tener que aguantar una tremenda bronca de un cliente descontento. Al menos una vez en la vida se debería ser comercial, para sufrir en propia carne el desprecio de quien no se molesta en ser educado contigo. Habría que ser también controlador de zona azul, para soportar las miradas de desdén. Y como estos, muchísimos casos más. Unos son escudos humanos de grandes empresas; otros, tienen la necesidad de ganarse la vida donde nadie quiere hacerlo. Por unas u otras razones, estamos perdiendo humanidad.
Marta Roselló. Real de Gandía (Valencia)