Renove obligado
Es imprescindible una estrategia a medio plazo para el mercado del automóvil que salve la profunda depresión actual de las ventas
El del automóvil es un sector fundamental para la economía española. Ocupa directamente a unos 570.000 trabajadores y proporciona empleo indirecto a casi 3,5 millones de personas. El colapso causado por la covid-19 se refleja en unas estadísticas propias de un desastre sin precedentes: en abril las ventas cayeron más del 96% y las expectativas hasta finales de 2020 apuntan a un descenso del 40% como mínimo. Es decir, uno de los tres sectores económicos que más aporta al PIB está sufriendo una contracción derivada de la pandemia que puede destruir al menos en torno al 40% de los empleos que pro...
El del automóvil es un sector fundamental para la economía española. Ocupa directamente a unos 570.000 trabajadores y proporciona empleo indirecto a casi 3,5 millones de personas. El colapso causado por la covid-19 se refleja en unas estadísticas propias de un desastre sin precedentes: en abril las ventas cayeron más del 96% y las expectativas hasta finales de 2020 apuntan a un descenso del 40% como mínimo. Es decir, uno de los tres sectores económicos que más aporta al PIB está sufriendo una contracción derivada de la pandemia que puede destruir al menos en torno al 40% de los empleos que proporciona. En esta situación, la política imprescindible sería un plan para reactivar la demanda del automóvil cuyos dos objetivos inmediatos sean mantener la producción y el empleo (España es uno de los primeros fabricantes de coches en Europa) y, al mismo tiempo, facilitar una transición de la industria desde la fabricación y venta de los modelos tradicionales hacia coches más cuidadosos con el medio ambiente; en especial, hacia el coche eléctrico.
El Gobierno y las patronales del automóvil negocian un Plan Renove que encauce, dentro de la misma estrategia, los objetivos mencionados. Se trata de incentivar la compra de automóviles mediante ayudas fiscales y aportaciones públicas para reducir los precios (en torno a 4.000 euros por coche) para que el mercado salve el bache presente y el sector se recupere en producción, ventas y empleo. Al margen del debate sobre la cuantía (la aportación pública directa estará en torno a los 400 millones), sería recomendable además que Trabajo mantenga la flexibilidad laboral adoptada con carácter extraordinario al menos durante este año, con el fin de facilitar la transición laboral desde la excepcionalidad actual a una recuperación gradual de la producción y las ventas. Dada la estructura de la economía española, sin reactivación del turismo y del mercado del automóvil, la recuperación plena de la economía es imposible.
La industria del automóvil ya se enfrentaba a dudas estratégicas antes de tropezar con la catastrófica crisis vírica. El mercado tiene que producir motores con menor daño medioambiental, lo cual implica decisiones arriesgadas de inversión en proyectos de perfeccionamiento del coche eléctrico para que ofrezca las mismas prestaciones y servicios que los coches de gasolina y gasóleo. En esta encrucijada estratégica aparece también la antigüedad del parque automovilístico español, una de las causas de la siniestralidad en las carreteras. Por tales razones parece obligado pensar en una estrategia a medio plazo para el mercado del automóvil, más allá del Plan Renove inmediato que salve la profunda depresión actual de las ventas.