Columna

América Latina en su soledad

Las cifras hablan por sí solas: de los 15.600 millones de euros que la Unión va a destinar internacionalmente a apoyar la lucha contra la covid-19, ha asignado 918 a América Latina

Una mujer camina frente a un vendedor ambulante, ambos con mascarilla de protección, este lunes, en Sao Paulo (Brasil).Fernando Bizerra (EFE)

En el fragor de la batalla contra el virus dos noticias recientes han pasado casi desapercibidas. De un lado, Argentina anunció su retirada parcial de Mercosur, el bloque comercial de Sudamérica, para centrarse en la lucha contra la pandemia. Aunque en teoría no afecta al acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, en la práctica paraliza cualquier avance en ese frente.

Apenas unos días después, México y Bruselas anunciaron la culminación de las negociaciones de su nuevo acuerdo comercial, pendiente ahora del proceso de ratificación. En otro momento dicho anuncio habría significado ...

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En el fragor de la batalla contra el virus dos noticias recientes han pasado casi desapercibidas. De un lado, Argentina anunció su retirada parcial de Mercosur, el bloque comercial de Sudamérica, para centrarse en la lucha contra la pandemia. Aunque en teoría no afecta al acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, en la práctica paraliza cualquier avance en ese frente.

Apenas unos días después, México y Bruselas anunciaron la culminación de las negociaciones de su nuevo acuerdo comercial, pendiente ahora del proceso de ratificación. En otro momento dicho anuncio habría significado un hito en la proyección de la Unión como gran adalid del libre comercio. Habría supuesto también un refuerzo considerable a las relaciones entre Europa y América Latina.

Hoy se recibe en medio de la incertidumbre global causada por el coronavirus. Y con una UE que, según su alto representante para la Política Exterior, Josep Borrell, no tiene mucho en su radar a la región, por mucho que él y España lo intenten. O no en la medida en que debiera. Las cifras hablan por sí solas: de los 15.600 millones de euros que la Unión va a destinar internacionalmente a apoyar la lucha contra la covid-19, ha asignado 918 a América Latina.

Las necesidades, sin embargo, son inmensas. Detrás, el “drama” de los países de renta media, como denuncia a menudo Rebeca Grynspan desde la Secretaría General Iberoamericana. Estados que, sobre el papel, han salido de la pobreza, pero que se enfrentan a tremendas desigualdades, con servicios públicos frágiles, un enorme porcentaje de la población en activo en la economía informal —en torno al 50%— y que todavía no se habían recuperado del retroceso sufrido por la caída en la demanda de materias primas.

El escenario perfecto para una crisis como la del coronavirus. Según CEPAL, la economía latinoamericana perderá un 5,3% este año; y la crisis podría llevar a la pobreza a 29 millones de personas.

Uno de los riesgos colaterales de la epidemia es dejar sola a América Latina, entre una UE tentada a sucumbir al repliegue y el ensimismamiento y unos EE UU de Trump que han decidido dar la espalda al continente (Maduro aparte). Al otro lado del océano, China, con una presencia cada día más notable en lo económico y con un manifiesto deseo de extender su influencia a otros territorios en su batalla geopolítica contra Occidente. El propio Borrell aboga por impulsar, conjuntamente, una respuesta multilateral robusta que permita acceder de manera urgente a financiación, en el G20 o en instituciones como el FMI. Tendrá que seguir insistiendo. La UE, con España al frente, debe proyectar su solidaridad de manera firme a América Latina. Somos parte del mismo espacio transatlántico. Somos parte de una misma comunidad de intereses y de valores.

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