Por la información fiable
Los miembros de la Comisión Internacional para la Información y la Democracia hacen un llamamiento a las plataformas digitales para que luchen eficazmente contra las noticias falsas
Hacemos un llamamiento a los líderes de las plataformas digitales y las redes sociales, que han adquirido riqueza y poder en el espacio digital, para que emprendan una transformación decisiva que favorezca la fiabilidad de la información y la responsabilidad de las plataformas basándose en principios democráticos. Les pedimos a ustedes, Sundar Pichai, Mark Zuckerberg, Tim Cook, Jack Dorsey, Jeff Bezos, Brad Smith y otros, que tomen todas las medidas necesarias, independientemente de lo que les cueste a corto plazo a sus empresas, para garantizar el derecho a una información fiable, que es un e...
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Hacemos un llamamiento a los líderes de las plataformas digitales y las redes sociales, que han adquirido riqueza y poder en el espacio digital, para que emprendan una transformación decisiva que favorezca la fiabilidad de la información y la responsabilidad de las plataformas basándose en principios democráticos. Les pedimos a ustedes, Sundar Pichai, Mark Zuckerberg, Tim Cook, Jack Dorsey, Jeff Bezos, Brad Smith y otros, que tomen todas las medidas necesarias, independientemente de lo que les cueste a corto plazo a sus empresas, para garantizar el derecho a una información fiable, que es un elemento constitutivo de la libertad de opinión y de expresión. Esperamos este cambio sistémico de los que dirigen empresas digitales independientemente de dónde estén sus sedes, pero contamos con ustedes para que den ejemplo.
Las compañías que ustedes dirigen, Google, Facebook, Apple, Twitter, Microsoft, Amazon (y otras), disponen hoy en día de un poder como el de los parlamentos y los tribunales para organizar el espacio público como consideren oportuno. Como “el código es la ley” y los términos de uso no son negociables, ustedes definen el marco y las reglas del debate público, que es una función que antes (y normalmente) se atribuía a nuestros legisladores. Pero ustedes no están sometidos ni a los procedimientos, ni a los controles y equilibrios, ni a las obligaciones de transparencia impuestas a las leyes y al funcionamiento de los Estados democráticos. Tienen un enorme impacto sobre nuestras sociedades, nuestras libertades y nuestras vidas, sin ser responsables en lo esencial.
Su poder y los fenómenos que provocan a veces les dan vértigo. Las plataformas digitales han tenido efectos muy positivos en la comunicación horizontal. Pero el caos informativo —achacable a la falta de obligaciones— amenaza la vida democrática, la armonía civil, la supervivencia de los medios de información y la capacidad básica de cada uno para distinguir lo verdadero de lo falso o para salirse de las cajas de resonancia que les rodean. Los algoritmos clasifican los contenidos en función de los intereses de las plataformas e incluso fomentan involuntariamente la información patrocinada. Gracias a los métodos de vigilancia, la información privada se vuelve accesible. En cambio, los medios de comunicación que tratan de revelar información de interés público se ven debilitados.
Por si hiciera alguna falta, la epidemia mundial de la covid-19 ha confirmado la importancia del derecho a la información, entendido como información fiable. La “desinfodemia” es uno de los síntomas del caos informativo. Sin un debate público basado en “verdades factuales”, no podemos afrontar con eficacia los retos globales y locales como las crisis sanitarias, los conflictos armados, el terrorismo, la corrupción, las discriminaciones, las violaciones de los derechos humanos, el calentamiento climático, la disminución de la biodiversidad y la criminalidad organizada. Como se establece en el preámbulo de la Declaración Internacional sobre la Información y la Democracia, que redactamos en otoño de 2018, “el conocimiento es necesario para que los seres humanos desarrollen sus capacidades biológicas, psicológicas, sociales, políticas y económicas”.
En nuestra declaración, escribíamos que el espacio global de la información y la comunicación “debe preservar y reforzar nuestra capacidad para abordar los desafíos de nuestra época, prever nuestro destino común y ayudarnos a forjar un desarrollo sostenible mundial que tenga en cuenta los derechos e intereses de las generaciones futuras”. Este espacio de debate es un bien común de la humanidad. Esta es la razón por la cual 36 Estados han firmado el Pacto Internacional sobre la Información y la Democracia al margen de la última Asamblea General de Naciones Unidas, basado en nuestra declaración. Como resultado de nuestra iniciativa, estos Estados democráticos les instan a que respeten “los principios de transparencia [y] de responsabilidad (...) para propiciar el acceso a una información fiable y luchar contra la difusión de información falsa o manipuladora dirigida a engañar a la opinión pública”. También les piden que “cumplan las obligaciones que [les] corresponden, en virtud, entre otros, de los Principios de Naciones Unidas relacionados con las empresas y los derechos humanos, antes de diseñar nuevos programas, software y objetos conectados”.
Para garantizar que sus empresas respetan y promueven el “bien común” y cumplen las reglas de la debida diligencia, deben basar sus acciones en iniciativas de colaboración basadas en principios. Les invitamos a promover las noticias y las fuentes de información fiables en los algoritmos de búsqueda de forma estructurada, por ejemplo, aplicando la Iniciativa para un Periodismo de Confianza (JTI por sus siglas en inglés), un proyecto de autorregulación creado por Reporteros Sin Fronteras (RSF) en el que han colaborado 120 medios de comunicación, sindicatos, organizaciones de defensa de los derechos, asociaciones de consumidores y plataformas digitales.
Les invitamos a colaborar con el Foro sobre la Información y la Democracia, creado en noviembre de 2019 por 11 organizaciones, fundaciones y centros de investigación de nueve países para llevar a la práctica el Pacto. El objetivo de esta institución independiente es reunir a juristas, investigadores en ciencias de la información y representantes de la sociedad civil para elaborar recomendaciones para la regulación y la autorregulación, partiendo de los dilemas que plantea el cambio de paradigma en el espacio público. Les invitamos a colaborar con esta organización dirigida por la sociedad civil para trabajar juntos en la salida de la crisis y evitar todas las que puedan producirse posteriormente.
Ustedes han sabido adoptar medidas inéditas para luchar contra los rumores o la desinformación sobre el coronavirus, algunas veces en contra de prácticas establecidas. Reconocemos sus esfuerzos. Pero los proyectos que han lanzado o apoyado no bastarán, porque su objetivo es controlar unos fenómenos, cuando lo que hay que revisar es el propio marco. Les instamos a que den un paso enorme, para contribuir a crear un marco un marco global que propicie un debate público abierto, tolerante y lo más íntegro posible.
Firmantes: Christophe Deloire, secretario general de RSF, copresidente de la Comisión; Shirin Ebadi, ganadora del Premio Nobel de la Paz, copresidenta de la Comisión; Emily Bell, directora del Tow Center (Universidad de Columbia); Teng Biao, abogado y defensor de los derechos humanos; Nighat Dad, fundadora de la Digital Rights Foundation; Mireille Delmas-Marty, profesora emérita del Collège de France; Can Dündar, ex redactor jefe de Cumhuriyet; Ulrik Haagerup, fundador y director del Constructive Institute; Hauwa Ibrahim, abogada y ganadora del Premio Sájarov; Francis Fukuyama, ensayista y profesor de Stanford; Antoine Petit, presidente del CNRS; Navi Pillay, jurista y ex Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU; Maria Ressa, directora general del sitio web Rappler; Amartya Sen, ganador del Premio Nobel de Economía; Joseph Stiglitz, ganador del Premio Nobel de Economía; Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura; Aidan White, fundador de Ethical Journalism Network; y Mikhail Zygar, periodista y escritor
Traducción de News Clips.