Se hizo la luz: comunidades rurales de México son favorecidas con energía solar
Un programa de Iberdrola México beneficia a localidades que no cuentan con conexión a la red eléctrica, instalando paneles solares en hogares y centros comunitarios de Oaxaca, San Luis Potosí y Puebla
Cleiver Paul Dávalos Pérez se dedica a la pesca en el llamado Mar Muerto, una laguna salobre entre los estados de Oaxaca y Chiapas. El trabajo debe hacerlo por las noches, para llevar el producto fresco a los mercados. Está acostumbrado a la oscuridad, pues en su pueblo, Cachimbo, en Oaxaca, no había electricidad hasta hace aproximadamente un año.
“Nos ha hecho bien la luz. Se ocupa para ver tele, para cargar los focos. De noche venimos con nuestra pesca de camarón y nos ayuda también a ver nuestro producto”, dice desde su casa, una vivienda rural con una instalación eléctrica de tubos verdes que conectan a una fuente de poder alimentada por energía solar. Además de contar con televisor para entretenerse, puede recargar las baterías de sus linternas para pescar y cocinar sin tener que recolectar madera. “La estufa eléctrica nos ayuda a no hacer lumbre con la leña, y así no se hace humo. Ya no se ahuma la casa y esto nos ayuda bastante”.
La casa de Cleiver fue una de las primeras beneficiadas de Cachimbo por el programa Luces de Esperanza de Iberdrola México, un proyecto para electrificar con paneles solares a comunidades rurales que no tienen acceso a la red en entidades donde la compañía de energía tiene presencia.
Es difícil pensar en vivir sin electricidad. Según cifras del Censo 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México el 1% de la población carece de servicio de energía eléctrica en sus viviendas. Este porcentaje representa a más de 1.2 millones de personas sin luz, que se las arreglan en un mundo lleno de conectividad y rapidez.
El proyecto de Iberdrola México busca acercar a estas comunidades a los servicios de salud, educación y seguridad a través de la energía sostenible. Para llevar a cabo el proyecto, que cuenta con Iluméxico como aliado técnico, se encargan de la instalación de los sistemas solares y de su mantenimiento.
En estas comunidades se instalan sistemas solares autónomos de distinta potencia según las necesidades de cada locación. Desde 2019, el programa Luces de Esperanza ha electrificado un total de 639 viviendas, 19 escuelas y tres centros de salud, beneficiando a 7.311 personas en los estados de Oaxaca, San Luis Potosí y Puebla.
Con esta labor, la empresa está contribuyendo con al menos cinco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU: fin de la pobreza; energía asequible y no contaminante; reducción de las desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles, así como alianzas para lograr estos objetivos.
En comunidades como Cachimbo, en donde solo se puede llegar en lancha, la vida está empezando a cambiar. “Antes se gastaba a diario casi 100 pesos para comprar el petróleo”, dice Cleiver refiriéndose al combustible utilizado para las lámparas. “Ahora, solamente se pagan 50 pesos mensuales”. Esto es casi una reducción del 98% en gastos al mes para esta familia de cinco integrantes.
La labor de Iberdrola México es seguir conectando a las comunidades rurales sin red eléctrica. Para la compañía es fundamental tener cercanía con estas poblaciones y para ello el trabajo con las autoridades es clave. “Hacemos alianza con los gobiernos de los estados y con los municipios cercanos a los proyectos”, cuenta Miriam Peralta Morales, integrante de Gestión de Activos del área de Renovables de la compañía. “Sin el apoyo de ellos no hubiera sido posible este proyecto, porque también nos ayudan a detectar las necesidades de las comunidades”, explica.
El pasado 16 de mayo se conmemoró el Día Mundial de la Luz para celebrar el papel fundamental que juega la electricidad en la educación, cultura, ciencia y tecnología. Sin embargo, aún hay mucho por hacer. Cifras del Banco Mundial estiman que 675 millones de habitantes todavía viven sin electricidad en el mundo.
“Proyectos sociales como Luces de Esperanza causan un impacto positivo en las comunidades, ofreciendo energía competitiva, eficiente y amigable con el medio ambiente, lo que se traduce en desarrollo sostenible de estas poblaciones”, concluye Peralta.