Las cuatro funciones de Adán en la 4T
Se creyó solución y fue catarsis; se pensó continuidad y devino contraste; se imaginó tormenta y resultó pararrayos; aspiró a caudillo y terminará reducido a expiación
En Paraíso, Tabasco —vaya cúmulo de ironías bíblicas— nació, diez años después de Andrés Manuel, el senador que soñó con volver a poner el apellido López al frente de Palacio Nacional.
Se le olvidó que la historia solo se repite como farsa.
Adán Augusto López Hernández ha prestado cuatro servicios a...
En Paraíso, Tabasco —vaya cúmulo de ironías bíblicas— nació, diez años después de Andrés Manuel, el senador que soñó con volver a poner el apellido López al frente de Palacio Nacional.
Se le olvidó que la historia solo se repite como farsa.
Adán Augusto López Hernández ha prestado cuatro servicios a su partido. No siempre los que su ambición dictaba. Se creyó solución y fue catarsis; se pensó continuidad y devino contraste; se imaginó tormenta y resultó pararrayos; aspiró a caudillo y terminará reducido a expiación.
Primero, Adán fue desahogo. O, para ser más precisos, válvula de escape: la carta extra para evitar que colisionaran Sheinbaum y Ebrard. Entonces, apenas nueve puntos separaban al canciller de la jefa de Gobierno. Una pequeña chispa podía incendiar la sucesión.
Donde el expresidente veía a un sacrificado por la unidad, López Hernández se mareó y se creyó el cuento. Un desvarío: 31 puntos lo separaban de Sheinbaum.
Para remontar lo imposible, Adán Augusto desplegó una campaña desbordada: excesiva en el tono, inexplicable en lo material. En lo primero eligió la confrontación; en lo segundo, el despilfarro. Juró que usaría su propio dinero y hasta rechazó los cinco millones que el partido ofrecía a cada contendiente. Un gesto de orgullo, suficiencia y terquedad.
No necesitó el dinero de Morena para contratar a exfutbolistas que lo promocionaran en redes.
“Tienes que decir cuánto has gastado en espectaculares y quién te financia”, le reclamaba Gerardo Fernández Noroña. Lo acusaba de hipotecar al movimiento, de soltar a sus fieles para amedrentar y de arrojar sobre Sheinbaum espantosas acusaciones.
A Noroña se le olvida. Pasa por alto que Adán ocupó la silla que, por el acuerdo de unidad, a él le correspondía: las riendas de la Cámara Alta.
Segundo. En el presente, Adán Augusto es contraste: millonario en un partido que predica austeridad, arrogante en un humilde movimiento, innegablemente priista en una fuerza que proclama haber roto con lo peor de Revolucionario Institucional.
La trayectoria de Adán Augusto está hecha de episodios que contradicen la narrativa de austeridad y regeneración. Coordinó en 2000 la campaña priista de Manuel Andrade —que López Obrador denunció como fraudulenta—; recibió montos millonarios e irregulares; pagó impuestos a medias; se rodeó de los perfiles más ostentosos que hoy habitan Morena.
Aunque sus ingresos pueden justificarse —al menos en parte— por su patente de notario, persiste la pregunta: ¿cómo obtuvo fe notarial a la edad de Cristo? Antes, había sido presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje en Tabasco, subsecretario de Protección Civil, subsecretario de Gobierno, había estudiado dos veces en el extranjero, había hecho carrera política.
Adán ha vivido dos vidas en una. Dos vidas en una y una doble vida, que no es igual.
Conviene tampoco olvidar que, como notario —el más próspero de Villahermosa, según el mismo se jacta— fue quien formalizó empresas del hermano de Hernán Bermúdez Requena, su criminal secretario de Seguridad.
La arrogancia de Adán Augusto también merece subrayarse: habla con la seguridad de la evidencia frente a verdades que lo desmienten. López Hernández enuncia con la soberbia de quien se sabe impune.
La desemejanza es innegable. Mientras Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum tratan el dinero público como si fuera sagrado, Adán lo despilfarra en campañas propias y en la de sus protegidos.
Adán y los suyos son contraste: reversos que delimitan, por oposición, lo que debería significar ser un verdadero obradorista.
Tercero. Hoy, Adán también es receptor del rayo, aunque creyó que sería tormenta.
Mientras crecen las críticas a los excesos de Morena, ninguna figura concentra más descrédito que la suya. En medio del temporal, atrae los reflectores y canaliza el golpe. Agrupa y concentra. Su estilo arrogante y el descrédito de los suyos funcionan como imán: absorben las fisuras.
Cuarto. En el futuro —tarde o temprano—, Adán será prueba de purificación. Servirá para exhibir el saneamiento del partido. La regeneración del movimiento de regeneración nacional. Será necesario sacrificio.
Adán Augusto quiso ser heredero. Al final, fue, es y será pieza útil. Instrumental. El peligro de los papeles secundarios yace en creer que pueden dar el salto al rol principal. Ya contaba Zepeda Patterson cómo AMLO le advertía a Adán que no confundiera Bucareli con la antesala del bastón de mando.
El segundo tabasqueño olvidó que la historia solo se repite como farsa.