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Sheinbaum y su popularidad: lo impensable se ha alcanzado

La sólida aprobación de la presidenta radica en un liderazgo propio y en un respaldo a las políticas de su Administración

Un año después de haber asumido la presidencia, Claudia Sheinbaum mantiene un nivel de aprobación envidiable: 80% en promedio. No solo se trata de una cifra alta, sino de una tendencia estable, difícil de conseguir en un escenario político tan desgastante como el mexicano. La comparación inmediata es inevitable: Andrés Manuel López Obrador promedió 75% en su primer año, con un respaldo arraigado más en su carisma personal que en la gestión de su Gobierno. Sheinbaum, en cambio, combina ambas cosas: ...

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Un año después de haber asumido la presidencia, Claudia Sheinbaum mantiene un nivel de aprobación envidiable: 80% en promedio. No solo se trata de una cifra alta, sino de una tendencia estable, difícil de conseguir en un escenario político tan desgastante como el mexicano. La comparación inmediata es inevitable: Andrés Manuel López Obrador promedió 75% en su primer año, con un respaldo arraigado más en su carisma personal que en la gestión de su Gobierno. Sheinbaum, en cambio, combina ambas cosas: liderazgo propio y aprobación a su Administración.

Hace seis años parecía impensable que un gobernante alcanzara el nivel de aprobación de López Obrador y, al mismo tiempo, que México tuviera una mujer en la presidencia. Hoy ambas ideas quedaron superadas: Sheinbaum no solo ganó con la votación más alta de la historia, sino que registra en promedio cinco puntos más de aprobación que su antecesor. Y lo hace con un efecto adicional, ha reducido la polarización y fortalecido al partido que la llevó a la presidencia. En seis años, Morena pasó de 25% a 45% en afinidad partidista, y actualmente goza de una opinión positiva por parte del 62% de los mexicanos.

¿Por qué Sheinbaum conserva un respaldo tan amplio, incluso más allá de los votos que la hicieron la primera presidenta de México, y por qué esa popularidad supera incluso los estándares de López Obrador, quien fue su referente? Varias razones ayudan a explicar este fenómeno:

La presidenta más votada de la historia. Con 31 puntos de ventaja sobre el segundo lugar, su triunfo fue histórico. Ninguna candidatura presidencial en la historia moderna había logrado una diferencia tan amplia. Para dimensionarlo: ni siquiera López Obrador en 2018, aún enfrentando a una alianza entre el PAN y PRI, habría alcanzado esos márgenes. Este resultado explica por qué el capital político de Sheinbaum luce difícil de erosionar: se requeriría un hecho extraordinario —como fue la pandemia de covid-19 para López Obrador— para ponerlo en riesgo.

Una presidenta aprobada hasta por la oposición. La elección de 2024 mostró un dato revelador: Sheinbaum no ganó únicamente con el voto duro de Morena. Se impuso en todos los Estados, salvo Aguascalientes e incluso en capitales gobernadas por la oposición. Esa transversalidad es clave. Su candidatura, además de consolidar la base obradorista, atrajo a electores que en lo local respaldan a otros partidos. Su legitimidad no empezó en el gobierno, sino en las urnas, con sectores opositores que también le dieron su confianza y que hoy la aprueban en niveles inéditos. De acuerdo con la última encuesta de Enkoll para EL PAÍS y W Radio, la aprobación presidencial de Sheinbaum entre panistas alcanza 73%, entre priistas 72% y entre emecistas 70%.

Continuidad con sello propio. Lejos de romper con su antecesor, Sheinbaum optó por mantener lo que funcionaba del proyecto obradorista: los programas sociales, la comunicación directa mediante las conferencias matutinas y la bandera de la austeridad republicana. Pero al mismo tiempo ha marcado diferencias en temas clave como la estrategia de seguridad, el abasto de medicamentos y la agenda de género. Mientras López Obrador concentraba todo en su figura, Sheinbaum construye un liderazgo que mezcla herencia y renovación.

El factor mujer. Su popularidad también rompe con el patrón de género que acompañó a López Obrador, quien siempre estuvo mejor evaluado por hombres que por mujeres. Sheinbaum logra equilibrar esa balanza. La primera presidenta de México gobierna un país profundamente machista, uno donde se registran nueve feminicidios todos los días, muchos de ellos cometidos en el hogar y por las propias parejas. A diferencia de la violencia en las calles, la violencia intrafamiliar muestra los límites de la política pública frente a un problema arraigado en la vida privada. Aún así, ocho de cada diez ciudadanos reconocen avances en los derechos de las mujeres bajo su gobierno, lo que refuerza su legitimidad en un terreno históricamente adverso.

Un gabinete fuerte y visible. El equipo de Sheinbaum está integrado por perfiles reconocidos y bien evaluados. Los ocho miembros más relevantes del gabinete que evaluamos en la encuesta de Enkoll para EL PAÍS y W Radio tienen un amplio reconocimiento y una evaluación de imagen positiva. Destacan Omar García Harfuch, con 74% de conocimiento y 77% de opinión positiva, y Marcelo Ebrard, que alcanza 78% de conocimiento y 67% de opinión favorable. Este nivel de visibilidad no tiene precedente: en el primer año de Enrique Peña Nieto, figuras clave de su gabinete como Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong no superaban el 15% de reconocimiento.

Aprobación personal y gubernamental. Otra diferencia central con López Obrador radica en que mientras él gozaba de más popularidad personal que gubernamental, Sheinbaum mantiene altos niveles en ambas dimensiones. Su gestión recibe evaluaciones consistentes: 78% avala sus acciones para fortalecer la democracia y la participación ciudadana, 77% en reducción de pobreza y desigualdad, 76% en crecimiento económico, 68% en combate a la corrupción, 64% en seguridad y 63% en combate al narcotráfico y crimen organizado. Incluso en política exterior, un terreno difícil para México, ha ganado respeto: hasta el presidente de Estados Unidos, Donald Trump —poco dado a elogiar mandatarios y menos a mujeres—, ha mostrado deferencia hacia ella, lo que alimenta la percepción de estabilidad y confianza en la relación bilateral.

La pregunta que queda abierta es si la popularidad de Claudia Sheinbaum resistirá el desgaste que implica gobernar en un país atravesado por dos problemáticas estructurales: la percepción de inseguridad y de una falta de eficacia en el combate a la corrupción. En ambos frentes, la ciudadanía se muestra crítica: 49% considera que la situación de inseguridad en el país empeora y 41% opina lo mismo sobre la corrupción. Estos indicadores reflejan los límites de su proyecto frente a una realidad marcada por la influencia del crimen organizado en la vida pública y la percepción de impunidad, pendientes que siguen erosionando la confianza social.

El reto, de cara al resto de su mandato, será demostrar que la legitimidad histórica y el respaldo ciudadano que hoy la sostienen pueden traducirse en resultados tangibles en los terrenos más complejos. Porque, al final, la verdadera medida de su gobierno no se definirá en su nivel de aprobación, sino en su capacidad para reducir la violencia y desmontar las redes de corrupción que han debilitado al Estado mexicano durante décadas. Solo entonces podrá saberse si su popularidad se convierte en legado o queda como un registro excepcional de las encuestas.

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