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Gabriela Cuevas: “Hoy nos quejamos de los baches, pero en el Mundial del 86 la mitad de la ciudad estaba devastada por el terremoto”

La representante de México en el torneo afirma que el país no quedará opacado ante Estados Unidos en el Mundial 2026

El Mundial de Futbol de 2026 será el más grande, el primero organizado por tres países —México, Estados Unidos y Canadá— y el debut del formato ampliado a 48 selecciones y 104 partidos. Las expectativas económicas y turísticas son del mismo tamaño. La FIFA calcula una derrama superior a 11.000 millones de dólares, mientras que México prevé la llegada de unos 5,5 millones de visitantes, sobre todo a las sedes de Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. En ese escenario colosal trabaja Gabriela Cuevas (Ciudad de México, 46 años), nombrada hace un año por la presidenta Claudia Sheinbaum como representante de México para el torneo. “Quiero organizar el mejor Mundial de la historia”, afirma en entrevista con EL PAÍS. Matiza, sin embargo, que su función no es de directora todopoderosa, sino de mediadora entre instituciones tan variadas como la FIFA, FIFA México, dependencias del Gobierno como aduanas, migración y aeropuertos, además de las tres ciudades anfitrionas.

Cuevas reconoce que se ha impuesto una meta enorme, pero sostiene su ambición en los antecedentes de 1970 y 1986, cuando México fue sede de dos torneos inolvidables. “Es como decir que hiciste una gran fiesta. Entre más gente esté en la foto, mejor estuvo la fiesta”, resume. A menos de 200 días de la inauguración del Mundial, asegura que los preparativos avanzan con un ritmo “muy bueno”. Sin embargo, el reciente anuncio de la FIFA de que Guadalajara y Monterrey serán sede de los partidos de repechaje en marzo, ha acelerado las tareas de organización. “Todos los días trabajamos contrarreloj, pero nos va a servir como un gran ensayo de todos los procesos de traslados, prensa, migración… Lo mismo con la reapertura del Estadio Azteca”, apunta. Destaca también el “gran trabajo” de los estadios mexicanos, que han invertido para cumplir estándares internacionales. “El Azteca se convertirá en el único estadio del planeta en recibir tres Copas del Mundo, es un privilegio histórico”, celebra.

Las fuertes lluvias de este año en la capital dejaron graves inundaciones, afectaciones y colapsos en el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México, lo que generó dudas sobre la capacidad de la ciudad para recibir un evento de tal magnitud. Pero Cuevas se muestra optimista. “La inversión federal más grande se concentra en el AICM, con 9.000 millones de pesos destinados a su modernización. Cualquiera que pase por ahí puede ver que se está trabajando intensamente”, afirma. “Por supuesto hay que modernizar. Hoy nos quejamos de los baches, pero en el Mundial del 86 la mitad de la ciudad estaba devastada por el terremoto”, recuerda. “Las condiciones de México para recibir un Mundial son mejores que hace 40 años”, zanja.

Cuevas reconoce también las inquietudes de las colonias cercanas al Estadio Azteca y otros recintos, que han denunciado efectos negativos como falta de agua, desplazamientos y aumento de las rentas. “En Ciudad de México hay asambleas periódicas con vecinos y un programa que incluye la rehabilitación de 400 canchas y la construcción de otras 100”. En Jalisco, calcula, se rehabilitarán entre 270 y 300. Los habitantes consultados, sin embargo, aseguran que no han tenido comunicación con los organizadores del torneo. Aunque comprende que la obra pública genera molestias, la funcionaria insiste en que dejará beneficios permanentes y que la participación ciudadana será clave para la rendición de cuentas. “Es nuestra obligación llevar el fútbol del ámbito elitista a la calle”, sostiene.

Para ella, una evidencia de que el Mundial valió la pena será la relación costo-beneficio. México, afirma, no está realizando inversiones mayores al retorno esperado. Cita el caso de Estados Unidos, que aprobó 625 millones de dólares para el último año del torneo: “Eso no está pasando aquí”. Otro indicador que destaca es el creciente interés turístico por ciudades donde no se jugará la Copa. “En Cancún, ya hay muchas reservaciones hoteleras para esas fechas”, presume. Y apuesta a que ese flujo aumentará cuando se despeje la incertidumbre tras el sorteo del 5 de diciembre: “Si juega Brasil o Argentina aquí, sería una maravilla”.

Cuevas menciona una de las propuestas nacionales, que han llamado el Mundial Social. “Es un sello particular de México”, afirma. “Ni Estados Unidos ni Canadá tienen algo similar”. El objetivo, asegura, es dejar beneficios reales en las sedes y en los 32 Estados “poniendo a la gente en el centro de las decisiones, no a los boletos”. El programa incluye campañas de salud, copas escolares para estudiantes y competencias internacionales con niñas y niños en situación de calle. También habrá un torneo de mujeres, un mundialito de robótica y un plan nacional de rescate de canchas y espacios públicos. “En mi generación todavía jugábamos en la calle la cascarita. El rescate de canchas puede fortalecer el tejido social”. El broche será la transmisión pública y gratuita de partidos en plazas de todo el país, además de las Fiestas México 2026 impulsadas por la Secretaría de Turismo en 177 pueblos mágicos y capitales.

Estados Unidos será la sede principal del Mundial, con 11 de los 16 estadios, la mayoría de los partidos y un interés político creciente por este deporte desde el presidente Donald Trump. El magnate impulsó la candidatura durante su primer mandato y se puso bajo los reflectores al ser anfitrión del Mundial de Clubes de este año, estrechando además su relación con Gianni Infantino, presidente de la FIFA. Frente a ese peso, Cuevas sostiene que México no llegará opacado. “Sí, Estados Unidos tiene más partidos, pero nosotros tenemos primero la gran fortaleza de la inauguración”, afirma. “El momento más visto, el pico de todos los indicadores, es la inauguración del Mundial. Esa es una responsabilidad muy grande”. La presidenta Claudia Sheinbaum puso en duda su asistencia al partido inaugural del 11 de junio en el Estadio Azteca, pese a que la tradición del torneo contempla la participación del jefe de Estado anfitrión. Sheinbaum quiere ceder su boleto a una niña o joven. “No me toma por sorpresa”, asegura Cuevas. Considera que la postura ha sido “muy transparente” y busca hacer del evento algo más incluyente. Añade que la decisión ya es conocida por la FIFA y “sin consecuencias hasta ahora”.

Cuevas asegura que México destacará por una cualidad menos medible: “Somos el país más divertido para ver un Mundial. Tenemos a la mejor afición. México es un país globalmente reconocido por su hospitalidad y por la atención al turismo. Hoy somos el sexto país más visitado del mundo”. Evita, eso sí, comparaciones sobre cuál es la sede con mejor ambiente: “Soy chilanga y no caeré en provocaciones”. Pero reconoce que en Monterrey el Parque Fundidora “trae mucha vida y fiesta”. Quizá, apunta, no se sienta el ambiente mundialista como en otras ediciones porque México no tuvo que clasificar: “Hace cuatro años estábamos sufriendo”.

Una parte esencial del plan nacional es retener a los viajeros entre partido y partido con rutas turísticas. Cuevas está convencida de que esa mezcla de visibilidad, ambiente y oferta cultural hará que México sobresalga. “Sí, Estados Unidos tendrá más partidos”, resume, “pero nosotros tenemos algo que no se replica: la afición y un país que enamora”.

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