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Estados Unidos vincula a la familia Jensen con la cúpula del CJNG encargada del negocio del huachicol

Un testigo colaborador detalla los nexos con El Tanque y Primito, dos líderes sancionados por el Departamento del Tesoro, y sus negocios con el magnate acusado de contrabandear a EE UU petróleo robado a Pemex

El juicio contra la familia Jensen en Estados Unidos ha arrojado más luz sobre el esquema criminal que permitió contrabandear a su país miles de cargamentos de crudo robado a Pemex, la petrolera paraestatal de México. Las agencias de seguridad estadounidenses colaboran con un testigo protegido que fungió como intermediario entre los Jensen y líderes del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) a los que el Departamento del Tesoro identifica como cabezas del robo y tráfico de hidrocarburos en México, conocido como huachicol. El Gobierno de Donald Trump acusa a los Jensen no solo de introducir en EE UU crudo disfrazado de otro tipo de sustancias para eludir el pago de impuestos, sino también de lavar dinero y, especialmente, de financiar a una organización criminal terrorista, categoría en la que Trump encasilló a una decena de carteles, uno de ellos, el de Nemesio Oseguera, El Mencho. La defensa de los Jensen afirma que no existe evidencia de que estos supieran que estaban teniendo tratos con la organización criminal trasnacional, pues su único contacto probado era con el broker.

Documentos judiciales a los que ha tenido acceso EL PAÍS muestran que Washington ha fortalecido los cargos contra los Jensen, especialmente contra el patriarca de la familia, el magnate James Lael, de 68 años, y uno de sus hijos, Maxwell. De entrada, les acusa de haber introducido ilegalmente, entre enero de 2018 y enero de 2025, 4.170 cargamentos de petróleo crudo declarando falsamente que se trataba de desechos o destilados (en la acusación original, la cifra señalada era de 2.881 cargamentos). El petróleo luego era transportado a los contenedores de la compañía familiar, Arroyo Terminals LLC, situada en Rio Hondo, Texas. Según los documentos, el material traficado les dejó ganancias de 300 millones de dólares. La esposa de James, Kelly Anne Jansen, y el segundo de sus hijos, Zachary Golden, también acusados de formar parte de la trama criminal, han conseguido el beneficio de la libertad condicionada.

El testigo colaborador, identificado en los documentos judiciales como CI-1 (las siglas corresponden a confidential informant), ha hablado con la DEA, la agencia antinarcóticos estadounidense, desde mediados de 2024. El sujeto dejó ver que tiene una colaboración sostenida y directa con ciertos líderes del CJNG, especialmente con Iván Cazarín Molina, El Tanque, y César Morfín Morfín, Primito. El primero fue señalado por el Departamento del Tesoro en 2024 como parte de una red de robo de combustible que genera ganancias millonarias para el CJNG. El Tesoro señaló que El Tanque “reporta directamente” a El Mencho y que forma parte de su “círculo íntimo de colaboradores de confianza”. Su principal base de operaciones es Jalisco y Veracruz. En este último Estado es donde suele almacenar el combustible robado a Pemex mediante tomas clandestinas de oleoductos, según el boletín emitido por la dependencia estadounidense.

En mayo de este año, el Tesoro sancionó a Primito, al que identificó como líder de plaza del CJNG en Tamaulipas. En aquel informe, indicó que Primito había enfocado su negocio en el robo de hidrocarburos y su contrabando hacia Estados Unidos, y que controlaba el cobro de extorsiones por el cruce de tanques de combustible en los cruces entre Tamaulipas y Texas. En las fechas en que el Tesoro divulgó sus sanciones no se conocía que los Jensen se vinculaban a la cúpula del huachicol del cartel jalisciense. La pieza faltante era el bróker que colabora con Washington en el juicio, que aseguró a los agentes que había hecho amistad con Primito y que incluso tenían un negocio juntos desde 2021. A su vez, al Tanque lo conocía tan bien que en una de las conversaciones dio de él “referencias específicas”.

El testigo CI-1 relató que, antes de corromperse, había sido un “legítimo y prominente empresario” con una compañía basada en México dedicada a importar petróleo, gas y aceite usado de México a Estados Unidos y viceversa. Contó que por aquel entonces debía pagar a “los carteles” 2.000 dólares por tanque para poder transportar sus productos en México. Luego agregó que “fue extorsionado por varios carteles para hacer negocios”.

Al vincularse con los líderes del CJNG, CI-1 adoptó él mismo roles criminales. “CI-1 explicó que adquirió control de varias carreteras en México y estuvo a cargo de recolectar pisos o extorsiones en nombre del cartel, dinero que luego CI-1 usaría para sobornar a funcionarios federales, estatales y locales”, recogen los documentos judiciales. “CI-1 explicó que, sin el pago de las extorsiones, los carteles no permitían el transporte de productos en México. CI-1 luego describió un esquema donde agentes aduanales mexicanos falsifican documentos para exportar ciertos productos de petróleo crudo a Estados Unidos”, dicen los expedientes de las cortes.

El testigo precisó que el petróleo contrabandeado a EE UU era robado a Pemex con la ayuda de funcionarios corruptos de la paraestatal y mencionó a una compañía de Estados Unidos como un conocido comprador del crudo extraído en México, aunque el nombre de esa empresa no se consignó en los papeles judiciales. En diversas conversaciones sostenidas con los agentes estadounidenses en 2024 y 2025, el testigo “detalló su conocimiento de las jerarquías del CJNG” y mencionó a líderes como Héctor Álvarez Álvarez, El H; Carlos Roel, Chuy 7, y otros personajes solo identificados por sus alias: El X, Nareda y Chimuelo.

Habiendo detallado sus andanzas con los líderes del cartel, CI-1 habló luego de sus negocios con los Jensen, indican los documentos. Los abogados de los Jensen defienden la posibilidad de que estos no supieran que estaban tratando con el CJNG ni que el combustible que recibían fuese robado. Se trata de un esfuerzo por echar atrás la grave acusación de que daban financiamiento a una organización terrorista. Al margen de esa disputa, los documentos judiciales evidencian que, al menos, sí existía una relación de negocios entre CI-1 y los Jensen.

El testigo acordó con la DEA acudir con micrófonos a reuniones con los Jensen y a sostener con ellos llamadas telefónicas grabadas. En varios de esos encuentros se habló del negocio de transporte de crudo hacia Estados Unidos y de los pagos que debían hacerse como contraprestación. A mediados de abril, CI-1 citó a James y Maxwell a una reunión urgente en Dallas para hablarles de un supuesto proveedor de crudo de México que ofrecía un precio inmejorable. Era una puesta en escena para obtener evidencia contra los Jensen.

Allí, en un restaurante de comida marina “lleno de gente”, el intermediario habló de su relación con el CJNG (dijo que “trabajaba con esos tipos aunque no le caían bien”), mencionó nombres de los líderes y recordó que apenas hacía dos meses atrás el presidente Trump los había clasificado como “malditos terroristas”. Los documentos no consignan cuál fue la reacción de los Jensen, pero sirvió a las autoridades para sostener su punto de que “sabían” que estaban tratando con el cartel de El Mencho. Poco después de ese encuentro arreglado, el 23 de abril, los Jensen fueron arrestados.

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