Ir al contenido

La noche en la que Macron se comprometió con la activista de la Ley Olimpia a combatir el algoritmo patriarcal

La activista Olimpia Coral relata su encuentro con el presidente francés, que visitó México para cerrar un acuerdo bilateral por el bicentenario de las relaciones entre los países

Cuando a Olimpia Coral le llegó la invitación a aquel encuentro diplomático feminista no pudo imaginar que aquella noche acabaría sentándose en una mesa “frente al presidente de Francia, a solo un metro distancia”. Ni que “brindaría con él, mirándonos a los ojos”, cuenta la impulsora de la ley mexicana contra la violencia digital que lleva su nombre.

A la cita, organizada por la Embajada francesa en el marco de la visita oficial de Emmanuel Macron, habían sido convocadas 21 personalidades del periodismo, academia, artistas y activistas. Una cena privada, “muy íntima”, describe ella, el mismo día en que se había formalizado el acuerdo bilateral entre México y Francia para consolidar la diplomacia feminista como política exterior y que tuvo como escenario el Colegio de San Ildefonso en el Centro Histórico, cuna legendaria de intelectuales. “Pero tradicionalmente de puros señores. Y esta vez estábamos casi todas señoras”, señala Coral.

Entre otras de las integrantes de la mesa, gran mayoría mujeres, se encontraba la diputada y expresidenta del congreso Olga Cordero, la periodista Marion Reimers y la influencer La Chávez. Además del presidente, “quien bromeó con que conformaba una minoría en ese encuentro, había sólo otros dos hombres”, recuerda la activista, invitada al evento por ser galardonada con el Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos Gilberto Bosques 2025 en reconocimiento a su lucha contra la violencia digital. También por participar en el Action Summit celebrado en París a principios de año, donde su aplicación, llamada Ley Olimpia IA, fue reconocida como una de las 50 más innovadoras del mundo en Inteligencia Artificial. “Es la primera en el mundo hecha por víctimas de violencia digital para ayudar a otras víctimas”, refiere orgullosa ella.

En aquella singular cena, acontecida en un patio ilustre enmarcado por el arte de los principales exponentes del muralismo mexicano, en la que se bebió vino francés —primero blanco, luego tinto— y un menú elaborado por el colectivo Mujeres de la Tierra, Mujeres de la Periferia, el mandatario francés dedicaría casi dos horas a escuchar las inquietudes de las invitadas en torno los retos que enfrentan las mujeres en México, pero también a expresar sus preocupaciones.

Macron centró su discurso en el declive de las democracias, “que derivó en los espacios digitales y las redes sociales actuales”, tildándolos, según Coral, “de lugares sin libertad ni razonables que derivan en un debate de ideas sesgado”. Su argumento, relata la activista, “fue que se había delegado el debate de ideas a las redes sociales, que constituyen un monopolio de datos donde se gana dinero mediante publicidad personalizada”. De acuerdo con la activista, el presidente francés también manifestó que “se estaba perdiendo la formación de la opinión pública por dejar a las empresas digitales moldearla a través de una infraestructura que ya no es libre, honesta ni ética”.

Entre otras cuestiones sobre los derechos y libertades de las mujeres, “Macron habló de su rechazo a la cultura del porno y a la objetivación y perfección de los cuerpos femeninos. Y a partir de ahí comenzó a hablar el algoritmo polarizante, del sesgo que representa”, cuenta Coral que, reconoce, se sentía tan cómoda con la conversación que en un momento hasta se quitó los zapatos “para poder prestar más atención”. Según recuerda, el mandatario francés haría “un señalamiento directo contra Estados Unidos y contra Elon Musk, para exigir la eliminación inmediata de la información no autorizada y la transparencia del algoritmo. No es libertad de expresión dejar que Elon Musk decida qué contenido tenemos que ver”, dijo. Identificada con aquellas palabras, Coral las usó de regreso para explicarle que el algoritmo del que el presidente hablaba era, en realidad, “el algoritmo patriarcal” contra el que ella y sus compañeras combatían, “un sistema informático de desigualdad que presenta sesgos entre mujeres y entre niñas. Y que esos sesgos patriarcales tienen un monopolio de datos sobre la objetivación de las mujeres”, recuerda que le dijo.

La activista le habló, además, de los logros de su lucha, “que nos organizamos como víctimas y hemos hecho 39 leyes en todo el mundo, que Olimpia no es solo una ley, sino un movimiento político para estar seguras también en Internet”, cuenta orgullosa. Y le proporcionó algunos datos sobre los mercados de explotación sexual digital. “Páginas porno y otros espacios digitalizados en donde se difunden, distribuyen, administran y se organizan contenidos íntimos sexuales sin el consentimiento de las personas”, relata. En América Latina, asegura, “hay 2 millones de mercados de explotación sexual visibles, más los de las mal llamadas “Getpages”, que pueden ser desde grupos privados de WhatsApp y Telegram hasta grupos abiertos. Y que la red social donde más se distribuye en este tipo de mercados de explotación sexual es justamente X, la de Elon Musk”, asevera.

Vestida para la ocasión con un traje satén morado a conjunto con los aretes del mismo color “para dar un claro un mensaje feminista”, Coral supo aprovechar cada una de las oportunidades de aquel encuentro “tan poderoso” –así lo recuerda ella–, para dar visibilidad a su lucha y reforzarla. Para denunciar antes el presidente de Francia la inacción de las empresas digitales a la hora de frenar la violencia contra las mujeres. Para transmitirle al presidente de Francia que el 70% de los casos denunciados por la ley Olimpia que no han tenido acceso a la justicia se deben a la inacción de las compañías. “Y que por eso, aunque tuviéramos una ley impoluta, si no se les exige a las empresas digitales, y si no hacemos esfuerzos extraterritoriales y geopolíticos, ¡las mujeres nunca vamos a obtener justicia!”, afirma.

Entonces, revela, él le respondió “que se necesitaba una cooperación internacional entre las redes sociales y las plataformas digitales. Macron llegó a decir que había que exigirle al algoritmo. Justo lo que nosotras estamos haciendo desde el movimiento Olimpia, ¡exigir al algoritmo, cambiar el código!”, cuenta todavía emocionada.

Teniendo tan próximo a la mayor autoridad de Francia, la impulsora de la puesta en marcha de una de las leyes más feministas de México de las últimas décadas, le contaría parte de su experiencia. Le confesaría que cuando fue víctima de aquella violencia digital “uno de los países donde más aparecía su video era Francia. ¿Cómo iba a pensar yo que iba a poder estar frente al presidente de Francia y decirle que en su país se difundieron mis videos y tampoco se hizo nada?”, se pregunta.

Aquella noche, tras escucharla, Macron se comprometió a que “Francia haría lo posible por generar exigencias internacionales geopolíticas. Entonces yo le manifesté mi deseo de que de verdad se diera esa coalición con México por una política exterior feminista. También le agradecí por estar del lado justo de la historia”, relata la activista, Olimpia Coral: hija de Josefina, nieta de Teresa, bisnieta de Olimpia, tataranieta de Leonila y de Pánfila, la hermana de Abigail; una sobreviviente de violencia digital. Como se presentó al presidente, nada más conocerlo.

Cuando el encuentro diplomático estaba llegando al fin, osada y decidida, Coral aprovechó la que sería su última ocasión y sacó dos pañuelos morados con los que hizo posar a Macron para una foto que después subió a sus redes. Entonces, tomó la mano del mandatario y le entregó una frase escrita de su puño y letra que había traducido con su celular durante la cena. “Coincidimos, hay que abolir el algoritmo patriarcal”, decía aquel papelito que Macron leyó con una sonrisa cómplice, dobló despacio y después se guardó en su bolsillo.

Más información

Archivado En