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Omar Bravo, la doble vida de un ídolo en caída libre

El exfutbolista, señalado de haber abusado de una menor, había construido una carrera ejemplar dentro de la cancha. Fuera de ella, era reservado

“Un futbolista muere dos veces: cuando se retira y muere después cuando Dios toma la decisión de llevarlo“, dijo alguna vez Sebastián Abreu, exfutbolista uruguayo. Ahora se puede sumar una tercera muerte: cuando la historia de un jugador se mancha por un escándalo o un delito. El caso de Omar Bravo ha enturbiado lo que era un legado de un futbolista que, al menos en lo deportivo, era visto como un referente. Es máximo goleador de uno de los equipos más populares de su país como lo es el Guadalajara, anotador en una Copa del Mundo, miembro del Salón de la Fama del fútbol y embajador del próximo Mundial de 2026. Bravo, de 45 años, ha sido vinculado a proceso por haber abusado sexualmente de una menor de edad.

Bravo se crió en Los Mochis, Sinaloa. Lejos de ser futbolista, él quería emular al beisbolista Fernando Valenzuela en el béisbol o al boxeador Julio César Chávez. Jugaba al fútbol por mero gusto hasta que su talento atrajo a reclutadores, entre ellos los de las Chivas. “Llegué prácticamente como un jugador silvestre porque no tuve esa academia o experiencia que otros tenían”, contó Bravo en el podcast La Voz Rojiblanca. Sus goles le abrieron paso para ponerse en primera fila del equipo como un talento generacional. Debutó en Primera División en 2001 y los siguientes años fueron efervescentes: fama, goles, selección mexicana y las ganas de mudarse a Europa. “Era un tipo distante, osco, aislado ante la opinión pública. No le gustaba dar entrevistas, no te miraba a los ojos”, recuerda Raymundo González, periodista que ha cubierto el fútbol en Guadalajara en los últimos 30 años, y matiza: “En los entrenamientos, eso sí, era un tipo muy entregado, al 200%”.

En 2006 representó su cima como futbolista. Ganó la Liga con las Chivas, jugó el Mundial de 2006 en Alemania, donde anotó un doblete frente a Irán. Bravo quería jugar en Europa y así se lo hacía saber a su dueño, Jorge Vergara, a quien llevó al límite con sus actitudes. El director deportivo de entonces, Néstor de la Torre, tuvo que relegarlo al equipo filial de Segunda División. En su mejor momento, Omar Bravo se veía intocable en Guadalajara. Una noche de fiesta se alargó de más y fue detenido por las autoridades de tránsito por conducir en estado de ebriedad tras salir de un prostíbulo en Guadalajara. De la Torre tuvo que ir por él y su compañero Alberto Medina para liberarlos a primera hora del día. “En esa semana, Chivas tuvo la fotografía del equipo en el estadio Jalisco. Vergara los hizo subir al larguero de la portería y más o menos les dijo: ‘A ver, ustedes que les gusta andar en los tubos, súbanse y siéntense ahí’. De alguna forma los castigó porque estaban todos los fotógrafos, fue la imagen del día”, dice Raymundo González en charla con este diario.

En 2006, además, Bravo estuvo en la mira mediática cuando se negó a reconocer una hija con su expareja Claudia Verónica Hernández, con quien sostuvo una relación cuando él tenía 22 años y ella solo 15. El futbolista intentó esquivar la polémica apoyado en su fama. Tras la denuncia por abuso sexual de 2025, Hernández deslindó a su hija y a ella misma de cualquier relación con Bravo. El jugador se marchó a España en 2008 al Deportivo A Coruña. Solo duró medio año debido a que no le sentaba bien ser suplente con solo 20 partidos jugados y tres goles. Regresó a México con los Tigres. Después retornó a las Chivas (2009-2010), viajó a Estados Unidos con el Kansas City. Anduvo en Ciudad de México con Cruz Azul, Atlas y con las Chivas, donde cerró su etapa en Primera División y donde alcanzó a marcar 132 goles, un récord que nadie ha podido quitarle. El último partido que sostuvo fue con los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara en 2020. Bravo se alejó del fútbol profesional, intentó ser entrenador en equipos juveniles, pero se negó a participar en varias ocasiones en partidos con otros exfutbolistas. Fiel a su estilo, mantuvo a raya cualquier petición de entrevistas con medios de comunicación.

Cuando se hizo pública la ficha de Bravo señalado de abuso infantil fue una sacudida en la burbuja del fútbol y en toda Guadalajara. “Fue toda una sorpresa, negativa. Bravo siempre mostró seriedad, salvo ese incidente de manejar en estado de ebriedad. No tenía problemas extra cancha, al menos no públicos. Nadie imaginaba que un personaje como él tuviese un problema legal de esta índole”, considera el periodista González. “Esta ciudad tiene un imán para los escándalos. Si no fue un accidente automovílistico, detenciones, personajes del fútbol que invirtieron en negocios turbios...”, agrega.

A Bravo se le acusa de haber abusado sexualmente de una menor de 11 años y que continuaron hasta que tuvo 17. La joven tuvo que documentar videos, audios y más de una decena de capturas de pantalla para demostrar todo lo que vivió y todo lo que no podía contar públicamente por las amenazas que sufría por parte del exdeportista. La Fiscalía, además, aseguró en la semana que tenía bajo revisión otras dos carpetas de investigación contra el exfutbolista que fueron archivadas.

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