Morena contra el PRI: el Gobierno y la oposición miden fuerzas en Coahuila y el Estado de México
Las elecciones de 2023 están atravesadas por el efecto de arrastre del presidente López Obrador y arrancan como un plebiscito entre la continuidad y el cambio en los últimos bastiones priistas
Los mítines, los spots y el cruce de acusaciones y descalificaciones están de regreso. Las campañas electorales en Coahuila y el Estado de México han arrancado esta semana con un choque de fuerzas entre Morena, el partido de ...
Los mítines, los spots y el cruce de acusaciones y descalificaciones están de regreso. Las campañas electorales en Coahuila y el Estado de México han arrancado esta semana con un choque de fuerzas entre Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, y la coalición opositora Va por México. En juego están los últimos bastiones del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ha recibido el voto de confianza de sus socios para conducir las riendas de la alianza frente al poder de arrastre del presidente. En una lucha de pronóstico reservado y que perfila una victoria por cada lado, ambos bandos han adoptado la misma estrategia: convertir las votaciones en un plebiscito en torno a la figura presidencial. Será un anticipo de lo que se vendrá en las elecciones presidenciales de 2024.
“En estas elecciones tenemos dos opciones: que sigan gobernando las y los de siempre o que hagamos realidad el cambio”, dice Delfina Gómez, la candidata de Morena en el Estado de México. Las encuestas dan una ventaja cómoda de dos dígitos a Gómez, que se presenta como alcaldesa, diputada, senadora, exsecretaria de Educación y, sobre todo, como mujer de confianza de “ya saben quién”. Meter de lleno al presidente en la contienda y aprovechar su popularidad, aunque no aparezca en la boleta, se mantiene como la estrategia más redituable para el partido en el poder y como un desafío permanente en las reglas electorales. La exfuncionaria mostró músculo en Texcoco, su tierra natal, acompañada de Mario Delgado, el presidente del partido.
Casi al tiempo que la maestra Delfina decía “estas son cinco cosas que tienes que saber sobre mí”, el expresidente Vicente Fox compartía otra versión del mismo spot para desacreditar a la candidata de Morena, como el cobro de “diezmos” en el Ayuntamiento de Texcoco para financiar su campaña y supuestas irregularidades durante su gestión al frente de la secretaría de Educación Pública. “Esta es la alianza de la familia, la alianza del cambio, la alianza de la inclusión, donde todos somos necesarios”, escribió Alejandra del Moral, la candidata de la alianza opositora. “El cambio es indetenible”, agregó la candidata, que hizo recorridos por La Paz y Atizapán, junto a líderes nacionales de la coalición.
Pero, ¿quién encarna el cambio y quién no? La elección en el Estado de México, la entidad con la mayor cantidad de votantes en el país, se ha convertido en un juego de espejos entre ambos bandos. El PRI nunca ha perdido una elección a la gubernatura, pero se presenta como la alternativa al poder de López Obrador. Morena, que estuvo cerca con Gómez en los comicios de 2017, vende que es momento de que llegue la llamada Cuarta Transformación y de que se rompa la hegemonía priista. El objetivo es convencer a más de 12 millones de votantes. “Hay una suerte de esquizofrenia para ver quién representa el cambio y quién representa la continuidad”, comenta Horacio Vives, académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
A dos meses de los comicios, la principal certeza es que será una mujer la próxima gobernadora del Estado de México, Gómez o Del Moral. El plebiscito en torno a la continuidad de López Obrador o del PRI advierte de un campo minado en el terreno electoral. “Considerando lo cerradas que pueden estar las elecciones en el Estado de México y que solo hay dos opciones, va a ser una elección tremendamente impugnada y muy rijosa”, vaticina Vives. El politólogo señala que será una primera prueba para el nuevo Consejo del Instituto Nacional Electoral, recién renovado este lunes, para dirimir las disputas junto a los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE), las autoridades estatales en la organización de las votaciones.
Coahuila no es la elección predecible que muchos pronosticaban. La fragmentación de Morena y sus aliados del Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde han abierto la vía para liderar la carrera a Manolo Jiménez, el candidato del PRI, el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática. Jiménez, exdiputado local y expresidente municipal de la capital Saltillo, parte con amplia ventaja sobre el polémico senador Armando Guadiana, de Morena. Ricardo Mejía Berdeja, que fue subsecretario de Seguridad de López Obrador, irá por el PT tras asegurar que hubo fraude en la contienda de la formación guinda. Más sorpresiva es la candidatura de Lenin Pérez con el Verde y el partido local Unión Democrática de Coahuila, en un lejano cuarto puesto.
Jiménez se apuntala en la aprobación del actual gobernador Miguel Ángel Riquelme, que encabeza el ránking de Consulta Mitofsky como el mejor evaluado del país, y en las inercias históricas. El PRI ha gobernado Coahuila de forma ininterrumpida desde hace nueve décadas. “Ya no vamos a permitir que cumpla 100 años el mismo partido en el poder”, dijo Guadiana en un mitin en Torreón, el motor económico el Estado. La apuesta de Morena para sacar a los priistas militó en la formación tricolor durante 42 años y solo consiguió el 12% de los votos en la elección de hace seis años. “Nuestro proyecto es y siempre será conservar las cosas buenas que tenemos en Coahuila, pero también queremos innovar y cambiar”, dijo el candidato priista en Saltillo.
Pero la ventaja del oficialismo priista puede reducirse dramáticamente si Morena logra imponer la unidad y disciplina a sus aliados, que sí irán con ellos en el Estado de México. Jiménez tiene un 51% de las preferencias y 18 puntos de ventaja sobre Guadiana, según una encuesta publicada el fin de semana por el periódico Reforma. Si el partido del presidente supera la fragmentación, sin embargo, y si logra sumar la oposición al PRI escalaría hipotéticamente hasta un 49%. No es solo una operación aritmética. El problema parece ser el propio Guadiana, solo el 22% de los encuestados confía en que va a ganar, y hasta el momento ni el PT ni el Verde dan visos de dar marcha atrás. Quizás sea una forma de demostrar su valor como socios electorales. “Se notó que las rencillas o rupturas en la formación guinda generaron un efecto de separación y erosión”, apunta Vives.
El PRI se juega mucho. El antiguo partido hegemónico ha hilado descalabros en prácticamente todos los Estados donde había gobernado, con excepción de un triunfo en Durango el año pasado, posibilitado también por las fracturas dentro de Morena. La migración de votos fue clara en las elecciones estatales de 2022. “La gran debacle del PRI ha significado una ganancia para Morena”, recuerda el especialista.
En lo que no hay consenso entre los analistas es cuán significativas sean estas elecciones como termómetro para 2024. “No estoy de acuerdo con esta visión de que sea una especie de laboratorio para las presidenciales”, dice Vives. El analista cita que, aunque el PRI no ha perdido en el Estado de México, la entidad sí se ha inclinado mayoritariamente por otros partidos en las elecciones a presidente: primero con el PAN (2000 y 2006) y luego con la coalición Juntos Haremos Historia (2018), encabezada por Morena. La ausencia de Movimiento Ciudadano, que declinó participar en los comicios, también es otra diferencia a notar.
La línea de meta está puesta para el próximo 4 de junio. Alrededor de 17 millones de ciudadanos están llamados a las urnas. Solo se sabe que un hombre gobernará Coahuila y una mujer, el Estado de México.
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