¿Necesitan los padres y madres unas vacaciones de las vacaciones?
Seguro que todos los progenitores han tenido momentos en verano en los que han deseado que los hijos volvieran el colegio, darle el relevo a los profesores y volver a fichar en la oficina. Eso no te hace mejor o peor padre, eso te hace ser humano
Vuelven las clases, la rutina, las agendas llenas… Y, paradójicamente, vuelve la tranquilidad para los padres con hijos menores de edad. No es una tranquilidad sin condiciones, sino una especie de juego de la oca constante, llevando a los niños de casilla en casilla siempre corriendo. Pero, al menos, ya sabemos todos cómo funciona.
Puede parecer un chiste de esos que corren por WhatsApp, donde hay padres que bailan en la entrada de los colegios al dejar a sus hijos el primer día de clase. Pero los buenos chistes hacen más gracia porque tienen una parte importante de verdad. Y seguro que si preguntas a amigos con hijos en edad escolar todos confesarán lo mismo: es genial pasar tiempo con la gente que más quieres en el mundo, pero no se puede ignorar que los niños se pelean, se cansan, se aburren, no agradecen nada… Y, lo que es peor, a los menores no hay quien los entretenga tantas horas seguidas durante tantos días seguidos.
No es por criticar a esos seres adorables que tienes como fondo de pantalla en el móvil o cuya foto de carné llevas en la cartera o en el monedero, que eso aún se lleva, pero… es que con tantas vacaciones están ociosos y ansiosos las 24 horas. Quieren el móvil, quieren la tele, quieren dormir cuando no toca y al mismo tiempo no hacer la siesta nunca, quieren pizza y helado cada día y, por supuesto, cuando toca ya no tienen hambre… No me alargo más porque tú también lo has vivido estas últimas semanas.
Y no te sientas mal si mientras tú sudabas para organizar planes de los que se quejarían las redes te enseñaban familias idílicas viviendo veranos de lujo y harmonía. Porque ten por seguro que en todas las familias, en todas, por mucho que lo disimulen en Instagram con posados, filtros y hashtags motivados, este verano ha habido (sin ningún orden cronológico y a veces todo al mismo tiempo):
- Broncas, discusiones, gritos y las posteriores comidas o cenas en silencio.
- Portazos (y no todos eran por la corriente de aire).
- Helados caros caídos al suelo momentos después de comprarlos y también helados caros de sabores raros que no gustan aunque ya hubieras avisado.
- Patadas entre hermanos más o menos disimuladas para que no se les riña.
- Malas caras en los restaurantes (por parte de los niños, por parte de otros comensales y, por supuesto, de camareros).
- WhatsApps desesperados para quedar con quien fuera a jugar donde fuera a la hora que fuera.
- Planes caros y aburridos que no han gustado ni a adultos ni a niños
- Ferias de fiesta mayor donde el dinero ha desaparecido rápido y al final la gente ha acabado quejándose igual.
- Libros acarreados arriba y abajo que no se leen solos y que apenas han avanzado unos capítulos en muchas semanas.
- Bañadores reaprovechados de año en año que deberías tirar, pero que aguantas un poco más porque no te ha dado tiempo a comprar otro.
- Más dinero gastado del que sería recomendable y menos diversión de la que esperabas, por lo que ha costado todo.
O sea, este verano da igual si has ido a playa, montaña, pueblo o viaje turístico, con la familia en petit comité o con todo el clan como si fuera Navidad. No importa si te ha tocado trabajar a ratos o todo el tiempo, si te estabas recuperando de un año durísimo a nivel físico o emocional o si solamente querías descansar unos días porque podías permitírtelo. Tu verano ha sido duro y largo. Igual que el de muchísimos progenitores más. Y seguro que todo el mundo ha tenido momentos en los que ha deseado profundamente que los niños volvieran el colegio, darle el relevo a los profesores y volver a fichar en la oficina. Eso no te hace mejor o peor padre, eso te hace ser humano. Porque, al final, solo se agobia el que pasa todo el tiempo con los niños y se preocupa por ellos. Todos los amigos con los que hablo me dicen lo mismo: necesito vacaciones de las vacaciones, estoy agotado, no he tenido tiempo para mí…
La única diferencia entre todos estos veranos es que algunos han puesto sus momentos más vistosos y retocados en las redes, tanto para enseñar a los demás lo bien que lo están pasando como para reafirmarse ellos mismos con los likes ajenos de que la aventura merecía la pena. Y otros simplemente se han saturado tanto como tú, pero sus fotos solo las han visto unos pocos familiares y amigos.
Por lo tanto, no te agobies pensando que no has creado suficientes recuerdos memorables, como te piden los vídeos de Instagram, que de paso te torturan diciendo que solo te quedan no sé cuántos veranos juntos con tus hijos. Porque el verano no es un videojuego lineal en el que ir superando distintas localizaciones y sumando recuerdos al marcador a contrarreloj. Es uno de esos videojuegos con mucho territorio a explorar, donde tú paseas a tu ritmo y a veces te diviertes.
Puestos a tener como brújula vital los vídeos de Instagram, siempre te animan más el día esos: “Ir de vacaciones es caro, pero escuchar a tus hijos quejarse en otra ciudad no tiene precio”.
Feliz vuelta al cole.