Ocho habilidades innatas que los niños pierden con el paso del tiempo y cómo fomentarlas
La sabiduría infantil implica ciertas cualidades que desaparecen o se inhiben con la edad, como la creatividad, la curiosidad o la capacidad de sorprenderse. Pero los padres pueden avivar esas aptitudes infantiles y reforzarles en las áreas donde tienen más talento, por ejemplo, a través de las clases extraescolares
Las habilidades innatas de nuestra infancia se pierden debido a la evolución que implica crecer y adaptarse al entorno. “Es el caso de la capacidad para investigar y descubrir el mundo a través del movimiento que, con la edad, se traduce en actitudes de mayor sedentarismo para realizar ciertos trabajos”, afirma Pilar Muñoz, psicóloga infantojuvenil y con más de 30.000 suscriptores en YouTube.
Que los menores pierdan capacidades infantiles, como la curiosidad o la aptitud lúdica, a medida que cumplen años se debe a qu...
Las habilidades innatas de nuestra infancia se pierden debido a la evolución que implica crecer y adaptarse al entorno. “Es el caso de la capacidad para investigar y descubrir el mundo a través del movimiento que, con la edad, se traduce en actitudes de mayor sedentarismo para realizar ciertos trabajos”, afirma Pilar Muñoz, psicóloga infantojuvenil y con más de 30.000 suscriptores en YouTube.
Que los menores pierdan capacidades infantiles, como la curiosidad o la aptitud lúdica, a medida que cumplen años se debe a que el sistema capitalista está centrado en la rentabilidad económica, según añade Ana López, pedagoga y especialista en neuropsicología educativa. “Cuando a un niño le preguntas qué quiere ser de mayor, piensa en actividades que, fundamentalmente, le aportan dinero; pocos dicen cosas que realmente les gusten y para las que tengan una habilidad innata”, explica.
Los padres pueden caer en el error de orientar a sus hijos hacia un campo laboral solo porque les pueda aportar recursos económicos o éxito en el futuro. “Hay ciertas habilidades que hoy en día se consideran que no dan dinero, como el arte o la inteligencia musical, y los menores no las terminan desarrollando al considerarlas secundarias en su entorno”, advierte López. Para la experta, es esencial reforzar las asignaturas en las que el niño destaca, sin pensar en lo que pueda beneficiar al menor hoy o mañana: “Así elige lo que le gusta porque se podría tratar de su talento natural y no solo irá a clases extra en las áreas curriculares en las que suspende o en las que necesita refuerzo”.
López asegura que la forma de apoyar las habilidades innatas en los niños para que pasen a formar parte de su vida como adultos, tanto en el campo laboral como personal, es a través de una buena comunicación. “Es importante hablar mucho con los hijos e hijas y observarles para saber qué es lo que les motiva desde pequeños y poder apoyarles en ello”, aclara. Sin embargo, la experta también destaca la importancia de no menospreciar las habilidades que enfocan a los menores para el mundo laboral y que son fundamentales para el desarrollo psicológico, emocional y social adecuado del niño.
Habilidades perdidas con el paso de los años
Estas son algunas de las habilidades más características de los niños que se difuminan con el paso de los años, según enumera Pilar Muñoz:
- La capacidad de vivir el presente. Es una de las cualidades infantiles que primero se suelen perder: “Los adultos vivimos en el pasado, de donde vienen las depresiones, y en el futuro, lo que nos crea ansiedad”, explica la psicóloga.
- La capacidad de asombro. Para el niño, todo es nuevo y está por descubrir, como, por ejemplo, un globo, una nube, un caracol o el pétalo de una flor. En cambio, “los adultos vamos demasiado deprisa y no reparamos en esos detalles”, según menciona la experta.
- La curiosidad por todo. Con los años, acaba por centrarse en cuestiones curriculares.
- La aptitud lúdica de entregarse al disfrute. Incluso de lo más sencillo, como deleitarse comiendo un helado.
- La entrega al juego que se lleva a cabo sin considerar un antes o un después en el tiempo. “Como cuando están haciendo un castillo de arena en la playa; solo existe eso en su mundo y su realidad. No consideran si tienen frío o calor y se entregan al juego plenamente”, prosigue Muñoz.
- La conexión con el entorno natural. Es decir, cuando los niños disfrutan del juego en la naturaleza y con sus elementos, como el agua, las piedras o los palos.
- La motivación. Todos los seres humanos nacemos con ella y es lo que nos impulsa a gatear o dar los primeros pasos para descubrir el entorno y sobrevivir. Para Pilar Muñoz, “los adultos no solemos saber mantener ese acicate de la infancia para aprender, como en el entorno escolar, y es cuando llega la desmotivación del niño, como en el área de los estudios”.
- La creatividad. Aquella que les permite tener amigos invisibles o fabricar una cabaña bajo la cama.
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