Cómo conseguir que a un adolescente le vuelvan a gustar las Navidades (o que las odie menos)

Entender y aceptar que para el menor las jornadas maratonianas con familiares le puedan resultar aburridas y poco apetecibles es clave para evitar muchas discusiones. El joven necesita que el adulto se dé cuenta de que ha crecido y sus necesidades y gustos han cambiado de forma radical

Si alguna de las comidas navideñas se hace en casa, las familias pueden involucrar al adolescente en su preparación.martinedoucet (Getty Images)

Con la Navidad llega la maratón de comidas, cenas y eventos familiares. Unos días señalados en el calendario donde se entrelazan los encuentros y las familias pasan muchas horas compartiendo planes. Un momento para disfrutar de los abuelos, tíos, primos y amigos que son hogar. Unos encuentros llenos de alegría y emoción después de un largo año lleno de éxitos y fracasos. Este exceso de planes familiares puede llegar a saturar al adolescente. Un joven al que a menudo los familiares acaban avasallando con preguntas incómodas, como si ya tiene novia o cuáles han sido sus resultados académicos. Donde parece que cualquiera puede opinar sobre su manera de vestir, de cortarse el pelo, de la música que escucha o de los estudios que ha elegido cursar.

En estas fechas, muchos adolescentes acaban con el ceño fruncido, agobiados en una esquina del sofá, absortos en sus smartphones, hartos que les sienten con los primos pequeños y peguntando cada poco tiempo si pueden irse a casa. Les aburren las conversaciones de los mayores, las bromas sobre ellos y las disputas sobre política o fútbol que aparecen cada año. Aquel niño cariñoso y comunicativo al que le gustaba corretear por toda la casa, daba besos y abrazos sin parar, recitaba el verso de Navidad solicitando el aguinaldo y miraba con máxima expectación los regalos que le dejaban Papá Noel o los Reyes Magos bajo el árbol se ha convertido en un joven silencioso. Además, puede ser arisco y lejano, que no le apetezca explicar su vida y que solo parece sonreír cuando le llega algún mensaje o reels que le envía un amigo.

Durante estas dos semanas de vacaciones en las que puede dejar de madrugar para ir al instituto, al adolescente lo que le apetece es hacer planes con su grupo de amigos y disfrutar a su manera. Atrás quedó su interés para ir con la familia a ver las luces navideñas, comer churros con chocolate con los abuelos, patinar sobre hielo con los primos o hacer largas colas para entregar la carta a los pajes reales. La adolescencia es una etapa convulsa, donde experimenta una vorágine de cambios físicos, psicológicos, sociales y emocionales que le producen mucha inestabilidad e inseguridad. El joven vive inmerso en una lucha interna donde intenta construir su nueva identidad y descubrir quién quiere ser. Sus constantes cambios de humor y su dificultad para identificar y gestionar correctamente sus emociones le hacen actuar, en ocasiones, de forma impulsiva y desagradable.

Ahora lo que necesita es libertad y confianza, pasar el máximo de tiempo con sus iguales y alejarse del núcleo familiar para poder empezar a dibujar su propio camino. Precisa que el adulto se dé cuenta de que ha crecido y sus necesidades y gustos han cambiado de forma radical.

Los adolescentes a veces necesitan libertad y confianza, pasar el máximo de tiempo con sus iguales y alejarse del núcleo familiar. Dusan Stankovic (Getty Images)

Claves para que estas Navidades el adolescente se sienta a gusto en familia:

  1. Entender y aceptar que para el adolescente estas jornadas maratonianas con familiares le puedan resultar aburridas y poco apetecibles será clave para evitar muchas discusiones con él. Permitirle que en la sobremesa pueda irse a otra estancia de la casa a estar tranquilo para hacer lo que le apetezca le hará sentir que el adulto respeta sus necesidades.
  2. Expresarle que los comentarios que le hagan los familiares durante las comidas y cenas navideñas no pretenden incomodarle le ayudará a no reaccionar indebidamente. Será muy importante explicarle que tiene derecho a expresar a tíos y abuelos, con educación, aquello que le gusta que le digan o pregunten. Enseñarle a marcar límites con los demás será clave para su desarrollo.
  3. Aunque haya crecido y ya no sea un niño pequeño, a un adolescente le gusta recibir sorpresas que le hagan sentir que sigue siendo importante para las personas que le quieren. Saber que los adultos de la familia siguen intentando mantener en él la magia de la Navidad le hará sentir muy especial.
  4. Antes de que empiecen las vacaciones navideñas, las familias deberán preguntarle al adolescente si ya tiene planes para hacer con sus amigos y proponerle buscar alguna actividad para hacer toda la familia que le pueda hacer ilusión, como asistir a algún entreno de cine, comer en algún restaurante nuevo de la ciudad o pasar un par de días en la nieve.
  5. Si alguna de las comidas navideñas se prepara en casa, las familias deberían involucrar al adolescente en su preparación, animándole a elegir el menú, ir a comprar, participar en la elaboración de algún plato o dándole la responsabilidad de la decoración de la mesa. Si el joven siente que se le tiene en cuenta y que forma parte de la organización, mostrará más ganas de disfrutar en familia.

Para las familias resulta difícil que las Navidades en casa cambien mucho cuando sus hijos llegan a la adolescencia. Parte de la magia de la Navidad desaparece, por eso es tan importante involucrar al adolescente durante estos días para seguir creando recuerdos para toda la vida. Hacerle ver la importancia de disfrutar de los momentos de estar todos juntos, ya que es posible que en unos años los abuelos ya no estén, le ayudará a entender lo relevante que es aprovechar cada instante.

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