De la muerte hay que hablar con los niños de manera honesta, clara y empática
Fallecer, cuando hablamos de menores, se procesa distinto según la edad. Explicarles lo que implica les ayuda a vivir de una manera más sana y libres de miedos
Respecto a la muerte tenemos muchas carencias, de ahí el miedo que nos da y el silencio en el que la envolvemos para hacer como que no existe. Hay que hablar de ella, de la ausencia, para evitar que el sufrimiento crezca. También para evitar el sentimiento de culpa. Tampoco se debe ocultar el dolor delante de un niño. Muchos padres optan por no pronunciar la palabra muerte pensando que así protegen a sus vástagos, cuando hacerlo influye de manera positiva en su desarrollo emocional y madurativo.
De esta manera, a los que ya no están entre nosotros se les coloca en un cielo atestado de abuelos y mascotas, en el que están dormidos o han ido de viaje. El eufemismo no es un recurso, es una trampa en las conversaciones difíciles. La clave es incorporar en el día a día el concepto de muerte como algo natural que forma parte de la vida. No hay que olvidar que los menores son seres humanos vulnerables, dependientes y en constante desarrollo emocional. Su idea de los fallecimientos es limitada y evoluciona con la edad. La educación emocional implica respetar los ritmos de cada niño y saber que expresan el duelo por medio de su comportamiento. “El pequeño no teme a la muerte, teme al abandono, al desamparo completo, a la desaparición de sus padres que le quieren y le protegen”, cuenta vía correo electrónico Fuensanta Rodríguez Muñoz, psicóloga infantil.
Lo que los adultos normalizamos, como por ejemplo la muerte de un abuelo, no tiene por qué estarlo para los menores. Ellos no entienden los fallecimientos como algo lineal y cronológico. “Cuando fallece un abuelo ven y sienten su ausencia”, dice Beatriz González, socia directora de Somos Psicología y Formación, en su clínica de Moratalaz (Madrid). La psicóloga añade que también suelen preguntar dónde está su abuelo y quién va a jugar con él. Según explica González, hay cuatro conceptos esenciales para explicar la muerte a los menores: irreversibilidad, causalidad, universalidad e irrevocabilidad. Una vez entienden lo que significa morir, los niños tienen miedo, pero desde un punto de vista egocéntrico: ¿Quién me va a cuidar si mi madre se muere?
Por eso los especialistas en la materia dicen que hay que trabajar el componente emocional de lo que significa la pérdida de ese ser querido. Mercedes Rodrigo López, directora del Centro Grisolia, en Poblats Marítims (Valencia), explica que fallecer, cuando hablamos de menores, se procesa de una manera en función de su edad. “De 0 a 3 no la entienden como algo permanente y se les suele decir que los que fallecen van al cielo o de viaje. De 3 a 6 la ven como algo reversible, tiene solución”, detalla Rodrigo. “Entre los 6 y los 9, los menores se dan cuenta de que la muerte ya no tiene vuelta atrás y es cuando vienen los problemas y las confusiones”, sostiene. Rodrigo explica que a esta edad, los niños también temen la muerte de los demás y de la suya propia. “Y entre los 9 y 12 la comprensión y la forma de encarar la muerte son casi como la de un adulto”, añade.
Y en los colegios, ¿se habla de la muerte?
En los centros públicos laicos, como lo es, por ejemplo, el Colegio Núria Espert, en el madrileño barrio de Valdebebas, de la muerte se habla un poco en la clase de Religión, a la que no acuden todos los alumnos. Otros, sin embargo, como el concertado y católico Col·legi Reial Monestir Santa Isabel en Barcelona, cuentan con una guía para afrontar el duelo y ofrecer un buen acompañamiento. Una herramienta que idearon arropados por el Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña y la Asociación de Familiares y Amigos de Niños Oncológicos de Cataluña (AFANOC), dependiente del hospital San Juan de Dios de Barcelona.
Este protocolo les ha sido de gran ayuda durante y después de la pandemia de la covid, para dar respuesta a lo que los niños estaban viendo qué pasaba a través de la televisión o para afrontar el fallecimiento de una alumna de 7 años del centro como consecuencia de un cáncer el curso pasado. Por videollamada, Belén Sánchez, Marta Orta y Margarita Ram de Viu, psicólogas de formación y plantilla del Departamento de Orientación Psicopedagógica del centro, cuentan que fue una muerte que sabían que iba a ocurrir y para la que se preparó emocionalmente a trabajadores, profesores y alumnos. Al contar con tiempo, el claustro pudo escoger a la tutora adecuada para afrontar esta experiencia, se pensó cómo se iba a transmitir la noticia, sabiendo cuál iba a ser el desenlace.
Ram de Viu dice que hay que transmitir y comunicar, que hablar de la muerte es necesario. A lo que Sánchez añade que cada edad requiere de una explicación en un idioma que los niños entiendan. Sin engañar, sin eufemismos, y así se evita que aparezcan después los miedos. A los familiares les recomiendan que no hagan uso del “se ha ido de viaje o se ha dormido”. La palabra muerte existe porque existe la palabra vida. La muerte es parte de un ciclo.
Sánchez explica que este tipo de situaciones se tienen que preparar antes, cuando no se vive de una manera crítica. Aprovechan las situaciones cotidianas, como la muerte de una mascota o una planta, para poder hablar y tener un momento de diálogo y reflexión con los niños de diferentes edades para que empiecen a comprender el proceso de la muerte. Ram de Viu recuerda que mientras la alumna enferma estaba ingresada en el hospital, sus compañeras, durante la asamblea previa a la clase, hablaban de ella y a su tutora le preguntaban por qué ella, si se podía levantar cuando quería, etcétera. Los profesores comunicaron el fallecimiento de la niña a los padres, quienes a su vez se lo contaron a sus hijas. Al día siguiente, en el colegio, profesores y alumnos hablaron y se escucharon mutuamente. El dolor fue común.
Hay valores que son universales a la hora de transmitir el fallecimiento de una compañera de clase: la escucha, el respeto, la empatía, el acompañamiento, en este centro la fe y proyectar dónde se encuentra la alumna fallecida les ayuda a afrontar la muerte. Ram de Viu cuenta que los niños, a los que se les está haciendo un seguimiento, la han encajado y aceptado con naturalidad: “Habitualmente los niños resuelven el duelo de manera más rápida que los adultos porque sus rutinas no se ven alteradas, estas son un factor de protección absoluto”.
La psicóloga Gemma Serradell cuenta vía correo electrónico que los estudios en duelo infantil coinciden en que una comunicación honesta, clara y empática ayuda a prevenir complicaciones psicológicas posteriores. En ese contexto, han surgido diferentes herramientas y recursos para abordar el tema: películas infantiles, como Coco; talleres de duelo; cuentos ilustrados, como Siempre te querré, pequeñín, de Debi Glori (Estrella Polar, 2013), Vacío, de Anna Llenas (Barbara Fiore, 2022) o Cuerpo de nube, de Ana Eulate (Cuento de Luz, 2010); o algunos de los ganadores del concurso de cuento infantil y juvenil sobre la muerte y los niños convocado por la revista funeraria Adiós: Las rayas del tío Paco, de Haydée Zayas Ramos, y El niño con miedo al amanecer, de Natalia Coello Galánen.
Jesús Pozo, director de Adiós, cuenta por teléfono que la funeraria pública de Viena Bestattung Wien, en colaboración con el Museo Fúnebre, ubicado en el Cementerio Central de la ciudad, comercializa un juego de Lego compuesto por un horno crematorio, un cadáver y una familia de luto, además de un tranvía histórico que transporta cadáveres. En la página web de la funeraria se pueden ver todos los modelos que comercializan. Eso sí, es un juego que los psicólogos indican que no se debe comprar como si fuera un Lego al uso. Debe usarse como una herramienta psicológica para explicar a los niños el concepto de muerte. De ahí que en su momento se repartiera en colegios y guarderías. “Bien acompañada”, explica Serradell, “una pérdida también puede ser una oportunidad para enseñar que la vida es finita, pero que el amor, los recuerdos y el cuidado emocional pueden perdurar más allá de la ausencia de un ser querido”.