Abigaíl Huertas: “La pandemia ha sido un golpe duro para la salud mental de toda la población, en especial en niños y adolescentes”

La psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón de Madrid explica que los casos entre los jóvenes han aumentado con la crisis de la covid-19. Los menores pueden manifestar tristeza, llanto, irritabilidad o agresividad, entre otros síntomas

Una madre habla con su hija.fizkes (Getty Images/iStockphoto)

La depresión es un trastorno mental, caracterizado fundamentalmente por un bajo estado de ánimo, tristeza, abulia (falta de voluntad o iniciativa) y la anhedonia (incapacidad de sentir placer), entre otros síntomas, que conlleva alteraciones del comportamiento que afectan a todos los ámbitos del individuo. No es estar simplemente triste. Los casos de este trastorno, muchas veces incapacitante, se han disparado desde el comienzo de la pandemia y no solo entre los adultos, también entre los menores. ¿Qué está pasando y por qué? Según las últimas cifras ...

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La depresión es un trastorno mental, caracterizado fundamentalmente por un bajo estado de ánimo, tristeza, abulia (falta de voluntad o iniciativa) y la anhedonia (incapacidad de sentir placer), entre otros síntomas, que conlleva alteraciones del comportamiento que afectan a todos los ámbitos del individuo. No es estar simplemente triste. Los casos de este trastorno, muchas veces incapacitante, se han disparado desde el comienzo de la pandemia y no solo entre los adultos, también entre los menores. ¿Qué está pasando y por qué? Según las últimas cifras que maneja el INE sobre salud mental, respecto a 2014, la depresión había disminuido, pero con la crisis sanitaria, provocada por la covid-19, se ha registrado un aumento de sintomatología depresiva en la población general, sobre todo entre las mujeres y jóvenes.

Abigaíl Huertas, psiquiatra infantojuvenil del Hospital Gregorio Marañón, habla de los datos: “Las cifras en adolescentes varían en función de la manera de recoger estos datos, en las distintas áreas sanitarias, pero aún es pronto para tener los definitivos, puesto que durante un tiempo la pandemia, la gente no ha acudido a las consultas médicas y aún no ha finalizado la crisis sanitaria. Además, esta recogida de datos no es homogéneo en las diferentes comunidades autónomas ni en los diferentes hospitales. En los centros madrileños con Unidades de Hospitalización Infantojuvenil, se ha estimado un aumento del 300% en la atención urgente a adolescentes con ideas de suicidio o ánimo depresivo grave. Cada vez, acuden a urgencias más jóvenes con sufrimiento psíquico que precisan en muchas ocasiones hospitalización”, argumenta Huertas. Además, según el informe de Unicef sobre el estado mundial de la infancia 2021, prosigue la especialista, “dos de cada 10 jóvenes españoles entre 10 y 19 años tenían problemas de salud mental en 2019 y este porcentaje se ha elevado con esta crisis, siendo la ansiedad y la depresión las enfermedades más frecuentes en la adolescencia, especialmente entre ellas, las mujeres”, se lamenta.

Abigaíl Huertas, psiquiatra infantojuvenil del Hospital Gregorio Marañón.

Cómo se manifiesta la depresión en adolescentes

La depresión se manifiesta de manera diferente según las etapas evolutivas de la persona: “Algunos adolescentes presentan una sintomatología similar a los adultos, con tristeza, llanto, apatía, falta de disfrute por las cosas e, incluso, perdida del contacto con la realidad. Otros pueden manifestar irritabilidad, agresividad, abuso de sustancias, conductas disruptivas, rebeldía, cambios en ritmos de sueño y patrones de alimentación. Y, en ocasiones, lo que conocemos como síntomas internalizadores como pueden ser el aislamiento o el retraimiento. Lo que hace que no nos percatemos de su sufrimiento hasta que ya es tarde”.

Huertas explica que la depresión es una enfermedad incapacitante y grave, pero que, por fortuna, “responde a los tratamientos psicológicos y farmacológicos, por lo que es importante estar atentos al malestar emocional de los jóvenes, porque si enferman, esto puede influir notablemente en el desarrollo de su personalidad y en su vida futura”.

Qué hacer si sospechamos que nuestro hijo puede tener una depresión

Lo primero, ante la duda, es consultar con un profesional: “En la sanidad pública, el médico o enfermero de Atención Primaria es el primer nivel asistencial. Será quien realice un buen cribaje de enfermedades médicas que puedan ocasionar síntomas similares a la depresión y derive a especialistas. La sintomatología adaptativa y poco limitante puede ser abordada por expertos en Psicología, pero en ocasiones, sobre todo en personas con sintomatología muy severa e ideación suicida, es necesaria una valoración por psiquiatría. En cualquier caso, ante la duda, siempre es recomendable consultar con un profesional que derivará a quien considere conveniente, según su percepción de la gravedad. Por otro lado, en los servicios de urgencias también se atienden adolescentes en momentos de crisis”, explica la doctora Huertas.

La depresión en esta etapa de la vida también podrá requerir de psicofármacos: “En ocasiones, sí se les receta farmacología. La depresión responde en ocasiones a psicoterapia, en otras, a fármacos y casi siempre más rápidamente combinando ambas intervenciones”, añade la experta. “El malestar emocional en adolescentes”, sostiene la doctora Huertas, “de por sí es un riesgo de consumo de tóxicos como forma de mitigar el sufrimiento. Los fármacos que tienen riesgo de dependencia se utilizan generalmente en momentos puntuales de crisis, con supervisión estrecha. Los antidepresivos no generan dependencia, pero bien es cierto que todos queremos encontrarnos bien y esa sensación agradable puede hacer que temamos abandonar un fármaco que nos ayuda a estar mejor.”

“La adolescencia es un momento vital de desarrollo, crecimiento, autoconocimiento y donde la relación con iguales y la inquietud intelectual determinan que tipo de persona deseamos ser y si estamos cumpliendo nuestras expectativas”, sostiene la experta. “La pandemia ha sido un golpe duro para la salud mental de toda la población, en especial en niños, niñas y adolescentes”, concluye.

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