Catorce claves para que nuestros hijos tengan una buena autoestima
Esta actitud es clave en el bienestar emocional los niños, pilar fundamental en su desarrollo personal y social
Oscar Wilde decía que: “Amarse a uno mismo es el comienzo de una larga vida romántica”, pero qué difícil es conseguir vivir sin necesitar la aprobación de los demás, priorizando lo que realmente necesitamos, sin dudar lo que merecemos. A menudo acostumbramos a medirnos con el rasero más pequeño, a sentir que perdemos cuando nos comparamos con otros. Nos convertimos torpemente en nuestro peor enemigo mirando únicamente nuestras imperfecciones. Atacamos sin tregua ...
Oscar Wilde decía que: “Amarse a uno mismo es el comienzo de una larga vida romántica”, pero qué difícil es conseguir vivir sin necesitar la aprobación de los demás, priorizando lo que realmente necesitamos, sin dudar lo que merecemos. A menudo acostumbramos a medirnos con el rasero más pequeño, a sentir que perdemos cuando nos comparamos con otros. Nos convertimos torpemente en nuestro peor enemigo mirando únicamente nuestras imperfecciones. Atacamos sin tregua nuestros defectos y valoramos muy poco todo aquello que conseguimos gracias a nuestro esfuerzo.
Desde pequeños nos enseñan a ser fuertes, a esconder nuestras debilidades y a disfrazar nuestros miedos. A fingir nuestra entereza, aunque estemos rotos por dentro. Nos entrenan para ser capaces de superar todos los baches, para ser de aquellos que siempre lo consiguen. Poco nos hablan de las veces que vamos a tocar fondo, de que el error es parte imprescindible del aprendizaje. Sería mucho más sencillo si desde niños nos enseñasen a valorarnos tal y como somos. Nos explicasen que las dificultades se convierten en magníficas oportunidades para crecer, para transformarnos por dentro. Que nuestros conflictos, insatisfacciones o derrotas curten el alma, que tenemos derecho a sentirnos frágiles o confusos.
Como papás o mamás debemos saber que la autoestima es uno de los factores claves en el bienestar emocional de nuestros pequeños, pilar fundamental en su desarrollo personal y social. De ella dependerá la creación de un buen autoconcepto y una adecuada respuesta emocional.La autoestima es la valoración, percepción o juicio positivo o negativo que una persona hace de si misma en función de la evaluación de sus pensamientos, sentimientos y experiencias. Se construye día a día a partir de las experiencias y las relaciones personales de confianza y estima. Por este motivo nuestros hijos necesitan sentirse queridos, respetados y valorados. Somos el espejo en el que se miran a diario y por esta razón es imprescindible que les retornemos una imagen positiva, sin matices ni distorsiones. Debemos conseguir que nuestros hijos se sientan únicos, valiosos, capaces de todo.
La autoestima es una herramienta fundamental para ayudar a los niños a que sean autosuficientes, seguros y puedan tomar sus propias decisiones. Una adecuada autoestima será fundamental para conseguir una buena adquisición de los aprendizajes, el establecimiento de relaciones positivas con el entorno y sobre todo la construcción de la propia felicidad. Lo mejor que podemos enseñarles a nuestros hijos es a quererse mucho. Sin reproches, excusas, ni desprecios. A mirarse al espejo con valentía, sin críticas despiadadas, etiquetas o justificaciones.
Un niño con buena autoestima tiende a ser seguro, valiente y presenta una buena tolerancia a la frustración. Se siente especial, útil, responsable, orgulloso de sí mismo y feliz. En cambio, un niño con baja autoestima se siente inseguro de sí mismo, cree que los demás no les aceptan y muestra dificultades para aceptar cuando fracasa.
La autoestima es un tesoro muy frágil, ¿cómo podemos ayudar a nuestros hijos a construirla?
1. Creemos un buen vínculo, una base afectiva segura. Seamos una fuente de confort, seguridad y protección para ellos. Consigamos que sientan que los acompañamos sin condición y los queremos sin sobreprotegerlos. Démosles amor y afecto a diario, sin relacionar el amor con los éxitos.
2. Ajustemos nuestras expectativas a los hijos que tenemos y no a los que nos gustaría tener. Aceptémosles de forma incondicional sin excusas ni reproches. No les ahoguemos con nuestro excesivo nivel de exigencia, no deseemos hijos perfectos sino felices.
3. Felicitémoslos por todo aquello que son capaces de conseguir, valorando el esfuerzo no solo el resultado. Reconozcamos las virtudes, valores y talentos. Hagámosles conscientes de todas las fortalezas y capacidades que poseen. Confiemos en ellos, respetemos sus intereses, necesidades y ritmos para aprender.
4. Evitemos exagerar sus logros y aptitudes que puede tener un efecto muy contraproducente en el equilibrio de su autoconcepto.
5. Trabajemos a diario la tolerancia a la frustración, la aceptación del error como parte esencial del aprendizaje. Enseñémosles a relativizar los fracasos, animémoslos a tomar decisiones y resolver problemas asumiendo las consecuencias de sus decisiones.
6. Establezcamos normas y límites claros que les ayuden a sentirse seguros. Cumplamos siempre con nuestras promesas, seamos firmes en nuestro acompañamiento.
7. Eliminemos las etiquetas, las comparaciones, los mensajes en negativo, las frases condenatorias. Pongamos atención no solo a lo que les decimos sino al cómo lo hacemos. Realicemos críticas constructivas siempre referidas a las acciones y no a la personalidad.
8. Eduquémoslos en la cultura del agradecimiento, enseñémosles a valorar todo lo que tienen en sus vidas, a dar las gracias. Hagámosles conscientes de sus conversaciones interiores.
9. Animémoslos a iniciar nuevos retos, a tomar la iniciativa en sus vidas, a asumir riesgos. a apostar por ellos a fuego, a que vivan fuera de su zona de confort. Ayudémosles a detectar y corregir sus ideas limitantes.
10. Enseñémoslos a hablarse con un lenguaje lleno de dulzura y respeto , a mirarse al espejo sin complejos, a verse guapos con sus defectos.
11. Validemos todas las emociones que puedan sentir. Ayudémosles a ponerle nombre y a gestionarlas ofreciéndoles espacios para que las puedan compartir con nosotros con calma y sin sentirse juzgados fomentando el diálogo interno.
12. Demos responsabilidades y fomentemos la autonomía.
13. Seamos el mejor modelo de conducta que puedan tener, un ejemplo positivo que arrastre a soñar grande, a sonreírle a la vida. Aceptemos nuestras propias imperfecciones, pidamos perdón cuando sea necesario, crezcamos de la mano junto a ellos.
14. Pasemos tiempo de calidad con nuestros hijos, compartiendo momentos de juegos, confidencias y aficiones, haciéndoles sentir que son muy importantes para nosotros.
Consigamos que nuestros hijos se sientan a gusto con ellos mismos porque son las personas con las que van a pasar toda la vida.
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