La victoria de Trump sacude a la UE en pleno auge de la ultraderecha y los populismos
La vuelta del republicano a la Casa Blanca impulsará los movimientos ultras que cobran fuerza en diferentes países europeos
Europa está un poco más sola en el tablero internacional a partir de este miércoles. La victoria del populista republicano Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos sacude con fuerza la Unión Europea. La vuelta del imprevisible magnate a la Casa Blanca tiene implicaciones mayúsculas para la seguridad de la UE, que depende enormemente del paraguas norteamericano y que puede quedar casi como único sostén importante —si es que puede mantener el ritmo— de...
Europa está un poco más sola en el tablero internacional a partir de este miércoles. La victoria del populista republicano Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos sacude con fuerza la Unión Europea. La vuelta del imprevisible magnate a la Casa Blanca tiene implicaciones mayúsculas para la seguridad de la UE, que depende enormemente del paraguas norteamericano y que puede quedar casi como único sostén importante —si es que puede mantener el ritmo— de Ucrania frente a la invasión rusa. Con Trump se avecina una escalada de guerra comercial entre Washington y Pekín, con consecuencias para el club comunitario, y un aumento de aranceles a la Unión, que puede pasar una alta factura a los Estados miembros. El euro ya se ha resentido y está perdiendo alrededor del 2% frente al dólar, que sube respecto a todas las divisas.
Las consecuencias son globales, pero en una UE con la ultraderecha y los populismos en auge en la era posterior a la pandemia —se ha visto en las elecciones europeas de junio, pero también en los comicios holandeses, franceses o austriacos— el triunfo del magnate puede alimentar la ola extremista. Ocurrirá en un momento en el que los dos principales miembros del club comunitario, Alemania y Francia, tienen los gobiernos muy debilitados. Uno de sus mayores aliados europeos, el nacionalpopulista húngaro Viktor Orbán, el socio díscolo de la UE y el más cercano al Kremlin, ya está preparándose para descorchar champán, como adelantó hace unas semanas. “El mayor regreso de la historia política de EE UU”, ha dicho en las redes sociales este miércoles. “Una victoria muy necesaria para el mundo”, ha añadido el húngaro.
Orbán lo celebrará, además, frente a los líderes europeos en la cumbre de este jueves y viernes en Budapest, donde se empezará a abordar la victoria del republicano y los desafíos que entraña para el viejo continente. El jueves se citan los países de la Comunidad Política Europea, el foro que reúne la UE con los Estados europeos que no pertenecen al club. Se espera que acuda el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, que ya se ha apresurado a felicitar a Trump y a comentar que espera que Washington mantenga su apoyo económico y militar, que ya con la Administración Biden se había ido haciendo cada vez más difícil.
“Nos enfrentamos a un momento de gran incertidumbre que puede marcar el futuro del continente europeo, pero esta nueva victoria de Trump puede ser una llamada de alerta para que la Unión deje de externalizar su seguridad y de depender tanto del aliado americano”, dice una alta fuente comunitaria. “Trump llega con un mandato muy fuerte y eso también marcará la actuación de la UE en las próximas semanas y meses”, afirma un alto cargo, que participa en las conversaciones sobre las relaciones entre Washington y la UE. Y otra amenaza lo sobrevuela todo: El magnate ha llegado incluso insinuar que querría sacar a EE UU de la OTAN, pero ese escenario es extremadamente difícil.
Los líderes europeos ven con ansiedad las perspectivas para los próximos cuatro años, con la Casa Blanca ocupada por Trump, que ha mantenido la relación con el autócrata ruso Vladímir Putin y que ha prometido acabar con la guerra en Ucrania antes incluso de tomar posesión. Al mismo tiempo, saben que Estados Unidos es un socio clave para Europa en energía, comercio y seguridad. La situación global es extremadamente volátil, con el conflicto muy vivo en Oriente Próximo y la casi certeza de que los soldados norcoreanos que Rusia ha movilizado, y que ya están en su territorio, han entrado en combate en Ucrania.
En este contexto, imperará el pragmatismo. Como el del presidente francés, Emmanuel Macron. “Preparado para trabajar juntos como hemos podido hacer durante cuatro años. Con tus creencias y las mías, con respeto y ambición. Por más paz y prosperidad”, ha dicho el francés en la red social X (antes Twitter), propiedad del aliado de Trump, Elon Musk. Macron, uno de los patos cojos de la UE (los líderes debilitados que están en su último mandato), ha hablado este miércoles por teléfono con otro dirigente europeo también frágil por los problemas internos de su Ejecutivo, el alemán Olaf Scholz, sobre cómo preservar los intereses europeos. “La UE debe estar y actuar unida”, ha dicho el canciller. Alemania es uno de los Estados miembros con más relación comercial con Estados Unidos.
“La UE y EE UU son más que simples aliados”, ha remarcado en la misma red la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. “Estamos unidos por una verdadera asociación entre nuestros pueblos que une a 800 millones de ciudadanos. Trabajemos juntos en una agenda transatlántica sólida para ellos”, ha añadido la conservadora alemana, que se dispone a iniciar un segundo mandato. “Trabajaremos en nuestras relaciones bilaterales estratégicas y en una fuerte asociación transatlántica”, ha comentado el presidente español, Pedro Sánchez.
Bruselas y la mayoría de las capitales llevan meses preparándose para los posibles escenarios tras las elecciones en EE UU y trazando planes de contingencia. La vuelta de Trump, que girará su foco de atención hacia el Indo-Pacífico y distraerá así gran parte de la atención que ha mantenido Washington en Europa, que perderá en materia de seguridad, era uno de ellos. Pero el magnate de Nueva York, además, regresará fuerte y reivindicado, con el control del Senado y previsiblemente del Congreso. El republicano ha adelantado que quiere subir los aranceles a los productos europeos. En Bruselas se prevé que ese aumento sea de un 20%, pero puede llegar a más. Es previsible que afecte, además, de manera desigual al PIB de los Estados miembros. La guerra comercial con China también tendría efectos secundarios en Europa, ya que Pekín puede desviar hacia la UE parte de su flujo comercial, lo que afectaría a los fabricantes y productos europeos.
Los próximos meses hasta la investidura de Trump serán clave para la UE. Bruselas espera poder trazar relaciones con su futuro equipo para prevenir el golpe e incluso llegar a un acuerdo que evite la escalada comercial. Nadie sabe cómo será un segundo mandato del imprevisible Trump. El primero fue disruptivo, pero en muchos aspectos se saldó con algún tipo de transacción con los socios europeos. En las instituciones comunitarias confían en que esa sea también la pauta de los próximos años. Sería la opción menos mala.
Sobre la mesa también habrá contraprestaciones sobre defensa, ahora que la UE busca dinero hasta debajo de las alfombras para poder seguir apoyando a Kiev y choca de lleno con los vetos de Hungría. La vuelta a la mesa de diálogo para poner fin a la guerra de Rusia contra Ucrania puede llegar ahora más rápido, empujada por Trump.
Más allá de esos elementos, el reto de la UE es esbozar una reacción coordinada y un plan de acción hacia la nueva Administración entre los 27 Estados miembros. No será tan fácil con socios como Orbán en el club comunitario, pero también como el populista eslovaco Robert Fico o incluso con la ultraderechista primera ministra italiana Giorgia Meloni, que ha tenido buena relación con el equipo republicano y con el magnate del populismo Elon Musk, que se espera que tenga un puesto importante en la próxima Administración estadounidense. “¡Buen trabajo, presidente Trump!”, ha lanzado Meloni en X. La líder ultra podría tratar de erigirse como uno de los puentes entre Europa y Estados Unidos, aunque la falta de inversión de Italia en defensa —a la que dedica menos del 2% del PIB, por debajo del compromiso de la OTAN— podría dificultarlo.
Mientras, la victoria de Trump seguirá alimentando la ola ultra en Europa. Toda la extrema derecha de la Unión se ha apresurado a felicitarlo ya y espera reivindicar las políticas que comparten, el discurso durísimo contra la inmigración, contra los derechos sexuales y reproductivos y contra el aborto. También, de manera más general, contra el paraguas del Estado del bienestar tal y como se establece en Europa.