El Parlamento Europeo más dividido y derechizado echa a andar

Los moderados tratan de imponer un cordón sanitario para que parte de la extrema derecha no ocupe puestos de responsabilidad en la Eurocámara

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el centro, durante una reunión en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, el 15 de julio.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)

El Parlamento Europeo que nace este martes es el más fragmentado hasta ahora; también el que tiene un ala derecha más nutrida. El resultado de las elecciones del 9 de junio dibujó un hemiciclo en el que más de la mitad los 720 eurodiputados pueden encuadrarse entre el centroderecha y la derecha más extrema. Pero la poca capacidad de los parlamentarios ultras para agruparse en una...

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El Parlamento Europeo que nace este martes es el más fragmentado hasta ahora; también el que tiene un ala derecha más nutrida. El resultado de las elecciones del 9 de junio dibujó un hemiciclo en el que más de la mitad los 720 eurodiputados pueden encuadrarse entre el centroderecha y la derecha más extrema. Pero la poca capacidad de los parlamentarios ultras para agruparse en una sola formación —están divididos en tres grupos— ha llevado, a su vez, a que la Eurocámara esté más dividida que nunca. Por primera vez, hay hasta ocho grupos parlamentarios y el que más eurodiputados reúne, el Partido Popular Europeo (PPE), no supera el 26% del total. Ese Parlamento caleidoscópico puede endurecer los debates y dificultar los acuerdos y los equilibrios, apuntan fuentes de la institución.

En una legislatura crucial para la estabilidad de Europa, con un contexto global muy convulso, con el trauma de los comicios en Francia —de los que se temió que encumbraran a la ultraderecha de Marine Le Pen—, donde aún se negocia el Gobierno, los moderados se afanan por reclamar que resisten, aunque lo cierto es que han quedado tocados. Ahora, populares, socialdemócratas, liberales y verdes se están movilizando para tratar de aplicar un cordón sanitario sobre algunas de las familias de extrema derecha, que consideran especialmente radicales y afines al Kremlin, para tratar de que no ocupen puestos de responsabilidad en la Eurocámara.

El primer Parlamento Europeo elegido por el voto ciudadano se constituyó en 1979 y fue claramente bipartidista. Populares y socialdemócratas sumaban casi el 70% de los escaños. Fue el comienzo y el nivel máximo de representación de estas dos familias. Después, se inició una paulatina tendencia a la baja que les llevó al 45% con el que las dos fuerzas mayoritarias en la Eurocámara comienzan esta nueva legislatura.

El Partido Popular Europeo arranca esta etapa como la fuerza mayoritaria al constituirse con 188 parlamentarios (el 26% del hemiciclo). Le siguen los socialistas, con 136 eurodiputados, por primera vez menos del 20%. Y, a partir de ahí, empieza la fragmentación ultraderechista: los 84 de un nuevo grupo, los Patriotas por Europa —que, encabezados por los partidos del húngaro Viktor Orbán y la francesa Marine Le Pen, reúne a un importante número de eurodiputados afines a la Rusia de Vladímir Putin— y los 78 de Conservadores y Demócratas Europeos (ECR, por sus siglas en inglés), la familia política de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que en un hemiciclo tan escorado puede beneficiarse de no parecer tan ultra.

La última fuerza que se sitúa por encima del 10% de escaños es Renew, la familia de los liberales, que ha sido la opción política que más diputados perdió en las elecciones de junio. Jibarizados, han perdido su tradicional tercer puesto en la Eurocámara.

El nuevo Parlamento estará, así, más derechizado y seguirá con mayoría masculina: el 60% de los eurodiputados son hombres, como en la legislatura que comenzó en 2019. De hecho, hay países, como Chipre, que no han elegido a una sola mujer o aportan pocas; y alemanas e italianas son un tercio de sus delegaciones en una Eurocámara que, si todo sale según lo previsto, estará presidida (al menos la mitad de la legislatura) por la popular Roberta Metsola.

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Elegir la presidencia será este martes la primera tarea de la nueva Cámara. Competirá con la maltesa la exministra de Igualdad española Irene Montero. Pero no tiene posibilidad alguna de ser elegida. Después se nombrará el resto de la mesa. Dos días después, el Parlamento afrontará su primer gran prueba de esta legislatura: confirmar o no a Ursula von der Leyen para un segundo mandato al frente de la Comisión Europea, para lo que necesitará, al menos, 361 apoyos.

Cargos de responsabilidad

La maltesa Metsola tendrá un Parlamento muy fragmentado, sobre todo por la desunión de los partidos de ultraderecha. Las fuerzas extremistas —ECR existe como tal desde hace dos décadas y lo que ahora es Patriotas por Europa existe bajo diversos nombres desde hace varias legislaturas— han sido incapaces de ponerse de acuerdo y han alumbrado tres grupos en lugar de uno grande. Si hubieran sumado, estarían a un solo escaño (187) de superar a los populares y eso, teniendo en cuenta que hay eurodiputados en el grupo de los no inscritos que han estado negociando para entrar en alguno de los ultras, dicen fuentes Parlamentarias.

Una de las incógnitas ahora es si las familias ultras durarán hasta el final de la legislatura o alguna implosionará y terminará por desintegrarse, como ha pasado alguna vez. El carácter ultranacionalista de los partidos miembros de estos grupos hace difícil la cooperación. Además, la afinidad hacia Rusia también los divide. La otra cuestión es si podrán ocupar cargos de responsabilidad o funcionará el cordón sanitario que los moderados y la izquierda quieren trazar para alejarlos de las vicepresidencias de la Eurocámara o la cúpula de las comisiones. Ya en 2019 se trazó un frente para evitar que Identidad y Democracia (ID), la familia de la que bebe la de los actuales Patriotas, tocase puestos de poder.

“Actualmente, estamos en negociaciones con los Socialistas y con Renew para aplicar un cordón sanitario a los eurodiputados propuestos por grupos que se encuentran en la extrema derecha y a los amigos de Putin”, asegura un portavoz de los populares. “No queremos que esos eurodiputados representen a la institución”, añade. Los Patriotas, la familia impulsada por el húngaro Viktor Orbán y en la que están también los eurodiputados del Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, entre ellos, su delfín, Jordan Bardella (que apenas apareció en la pasada legislatura), ha cargado contra esa iniciativa para aislarles. “Representamos a millones de ciudadanos”, ha clamado Jean-Paul Garraud (RN).

Los Patriotas por Europa y los Soberanistas —el grupo que se alimenta fundamentalmente de Alternativa para Alemania (AfD), expulsada de la familia que antes formaba Identidad y Democracia después de un escándalo de memoria histórica sobre el nazismo— hacen ahora campaña eurodiputado por eurodiputado para tratar de asegurar alguna posición. La familia impulsada por Orbán aspira a liderar el comité de Transporte y el de Cultura.

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