El énfasis de Starmer en restringir la migración divide a los afiliados laboristas: “Todos se han dedicado a demonizarla”
Los participantes acuden al congreso de Liverpool con un ánimo negativo y obsesionados por el desafío de la inmigración irregular
Resulta toda una ironía que en el congreso del Partido Laborista que ha recuperado el mantra de que los inmigrantes que quieran permanecer en el Reino Unido tendrán que hablar un inglés impecable, la caseta más cercana a la puerta pri...
Resulta toda una ironía que en el congreso del Partido Laborista que ha recuperado el mantra de que los inmigrantes que quieran permanecer en el Reino Unido tendrán que hablar un inglés impecable, la caseta más cercana a la puerta principal del auditorio central sea la de Duolingo, la aplicación de idiomas para el teléfono móvil. Los congresos de los partidos británicos, que se celebran siempre entre septiembre y octubre, son el pistoletazo de salida del curso político, y constituyen una mezcla curiosa de debate interno, reyerta entre compañeros, festival de ideas y ocasión para promocionar intereses. En el Centro de Congresos de Liverpool, donde el actual partido en el Gobierno ha vuelto a celebrar su reunión anual, las casetas del Grupo de Laboristas Amigos de Israel o del sindicato Unite se mezclan con la de la Premier League (la principal liga de fútbol profesional) o la del banco Barclays, en un amplio espacio que parece a veces un mercado persa. O la de Duolingo. Y las mociones y enmiendas políticas se solapan con las tertulias y paneles que organizan alrededor por todo el edificio, en múltiples espacios, centros de pensamiento, revistas y periódicos nacionales.
“He venido a los congresos de los últimos cinco años. Y en el de ahora no hay ni la mitad de la gente que entonces. Y muy pocos diputados. Es un ambiente de mucho pesimismo”, señala a EL PAÍS Minesh Parekh, afiliado desde hace una década, activista medioambiental, sindicalista y, desde hace tres años, concejal laborista en Sheffield. Alto, con el pelo largo, británico hasta la médula pero, como revela su nombre, descendiente de quienes llegaron al Reino Unido a labrarse una nueva vida. Está irritado por la obsesión de Keir Starmer con la inmigración irregular, y por su empeño en replicar con medidas de mano dura cualquier nueva propuesta que surge de la ultraderecha de Reform UK, el partido de Nigel Farage.
“Hemos visto una serie de capitulaciones a la derecha en asuntos como las ayudas públicas o el gasto social. Un retroceso hacia una austeridad que dábamos ya por acabada. Y sobre todo, ataques contra la migración. Cuando veo ese planteamiento que hay en España, donde se ve la migración como algo bueno que puede además ayudar a que la economía crezca, me da envidia”, dice Parekh. “Aquí, del primer ministro para abajo, todos se han dedicado a demonizarla. Y es verdad que se ha echado atrás en algunas de las expresiones que llegó a lanzar, como lo de hablar de una ‘isla de forasteros [island of strangers, en la expresión original de Starmer]’, pero siguen impulsando leyes como la de la Seguridad de Fronteras, Inmigración y Asilo, que es una política racista y horrible. Me avergüenza ese tipo de lenguaje como miembro del Partido Laborista”, se lamenta.
Pero la actitud de Parekh responde también al hecho de ser un delegado joven y perteneciente a una minoría étnica del país. Cuando se rastrea la opinión de otros militantes, hay más dudas que certezas respecto al desafío de la inmigración. Nadie está contento con el estado del país poco más de un año después de que el laborismo haya llegado al poder ―de hecho, la ministra de Economía, Rachel Reeves, ha pedido este lunes a los militantes que ‘tengan fe’ y la dejen seguir trabajando―, pero tampoco duda nadie de que el enemigo a batir se llama Farage. El Partido Conservador ha desaparecido hoy del mapa. Se ha vuelto irrelevante. Y las encuestas auguran una hipotética victoria arrolladora de la ultraderecha xenófoba si hoy hubiera elecciones.
Emma Dawson es una invitada internacional al congreso. Es habitual que los partidos reserven espacio y tiempo para los colegas de formaciones ideológicas similares de otros países. Dirige el Chifley Research Centre de Australia, el centro de pensamiento principal del Partido Laborista de aquel país, donde la inmigración ha provocado también serias tensiones sociales y respuestas políticas agresivas, incluida la deportación de los irregulares a islas aisladas, donde se tramitaban sus solicitudes de asilo.
“Está claro que la migración debe ser manejada y controlada de un modo correcto, para lograr la confianza de los ciudadanos. Y está claro que tratar a los migrantes con crueldad no es la respuesta. Pero yo creo que si logras mejorar de verdad la educación, la sanidad pública y el problema de la vivienda, la gente deja de preocuparse tanto de quién viene o deja de venir al país”, explica Dawson, con el sentido común de quien ha tenido ya tiempo sobrado de vivir y reflexionar el asunto.
La dirección del partido ha elegido para el congreso el eslogan Renew Britain (Renovemos el Reino Unido), con un tipo de letra muy similar al de aquel New Labour New Britain con el que Tony Blair infundió entusiasmo en los votantes británicos y se mantuvo en el poder una década.
En el caso de Starmer, su estancia de poco más de un año en Downing Street ha provocado una decepción entre los suyos que ha llevado incluso a algunos diputados a cuestionar su liderazgo y a hablar de un reemplazo. Como con la ofensiva de Israel en Gaza, que tanto ha agitado las aguas de la izquierda británica, el primer ministro ha tardado en reaccionar respecto a la inmigración. Y cuando lo ha hecho, no ha convencido a muchos. Frente a las propuestas “racistas e inmorales” de Farage, Starmer propone un “patriotismo renovado” que se esfuerce por controlar las fronteras y no ponga fácil las cosas a los recién llegados al país.
Y frente a los miembros del partido a los que rechina este tipo de mensaje, otros consideran que es el camino acertado. “Se trata de construir comunidad. En eso ha sido siempre bueno el Partido Laborista. Y para eso hay que ir puerta por puerta y escuchar a los votantes”, dice Jack McConnel, que es candidato al Parlamento Autónomo de Escocia en las elecciones del año que viene, y ha acudido a Liverpool como delegado. “Yo escucho a la gente reclamar orden, control y un sistema justo cuando se trata de inmigración”, explica.
También él cree que la principal preocupación de los laboristas es hoy la ultraderecha de Farage. Starmer se dirigirá este martes a los delegados en el que muchos definen ya como el discurso más importante de su carrera política. Deberá convencer a los asistentes a la reunión de Liverpool de que tiene fortaleza y estrategia para librar “el desafío más importante” al que se enfrenta su partido.