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Los escenarios que se abren tras la caída del Gobierno francés: primer ministro de consenso o volver a las urnas

Tras la caída de Bayrou, Macron se compromete a presentar un nuevo nombre en los “próximos días”

El ex primer ministro francés, François Bayrou, en la Asamblea Nacional de Francia (París), este lunes.Foto: Sebastien Toubon (ZUMA/ Europa Press) | Vídeo: EPV

La caída telegrafiada del Gobierno del primer ministro francés, François Bayrou, que perdió este lunes la moción de confianza en la Asamblea, ponía a Emmanuel Macron ante la disyuntiva de nombrar a un nuevo jefe de Gobierno o convocar elecciones legislativas. Con la Asamblea profundamente dividida y sin mayorías, es difícil que alguno de los escenarios posibles aporte estabilidad política. Así que la idea era optar por la opción menos mala. El presidente ha elegido la primera.

“El presidente toma nota del voto de los diputados” y “nombrará primer ministro en los próximos días”, anunció ...

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La caída telegrafiada del Gobierno del primer ministro francés, François Bayrou, que perdió este lunes la moción de confianza en la Asamblea, ponía a Emmanuel Macron ante la disyuntiva de nombrar a un nuevo jefe de Gobierno o convocar elecciones legislativas. Con la Asamblea profundamente dividida y sin mayorías, es difícil que alguno de los escenarios posibles aporte estabilidad política. Así que la idea era optar por la opción menos mala. El presidente ha elegido la primera.

“El presidente toma nota del voto de los diputados” y “nombrará primer ministro en los próximos días”, anunció el Elíseo en un comunicado. El de Bayrou es el segundo Ejecutivo en caer en solo un año. En el limbo quedan, además, los recortes presupuestarios de 44.000 millones que este consideraba urgentes para atajar el endeudamiento en el país, “la mayor amenaza” para su futuro, según afirmó en su intervención ante la Asamblea. La deuda pública francesa supone el 113% del PIB y el déficit es del 5,4%, muy por encima del 3% que exige Bruselas.

Bayrou presentará este martes su dimisión al presidente y su Gobierno seguirá en funciones hasta el nombramiento de su sucesor, que será el quinto en el cargo desde que Macron fue reelegido en 2022. Su intención es nominarlo cuanto antes, para evitar prolongar la incertidumbre actual. Le apremia el calendario: los presupuestos deberían debatirse en octubre en el Parlamento para ser promulgados en diciembre.

La caída de Bayrou era más que esperada, así que Macron ha tenido dos semanas para afilar su casting. Se trata de buscar un candidato de consenso, que aguante lo que queda de legislatura o lo máximo posible. Algo complicado, dada la fragmentación parlamentaria. Podría salir de las filas de los partidos aliados del presidente (los centristas Modem, Horizons o Renacimiento, su formación) o de Los Republicanos, el partido conservador al que pertenecía Michel Barnier, predecesor de Bayrou, que duró apenas tres meses al frente del Ejecutivo.

La izquierda reivindica su turno, pues su bloque, bautizado como Nuevo Frente Popular (socialistas, ecologistas, comunistas y La Francia Insumisa), fue el más votado en las elecciones legislativas anticipadas celebradas hace un año. “Estamos listos para gobernar”, señaló el diputado socialista Boris Vallaud, el primero en intervenir en la Asamblea tras la declaración de Bayrou.

En los últimos días había cobrado fuerza esta opción, pero esto implicaría certificar la ruptura del bloque, pues la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon se niega a formar parte de un Gobierno que no sea solo de izquierdas. En el plano económico, los socialistas plantean recortes muy inferiores a los que Bayrou considera necesarios para reconducir la deuda.

La idea de un primer ministro socialista divide a Los Republicanos, formación a la que pertenece casi la mitad de los ministros del Gobierno de Bayrou. “No aceptaremos nunca un Gobierno con miembros de La Francia Insumisa o que se aplique el funesto plan del Nuevo Frente Popular”, advirtió en su turno de palabra Laurent Wauquiez, presidente del grupo en la Asamblea. Una quincena de diputados se abstuvo en la votación del lunes, lo que da una idea de la inestabilidad de este apoyo.

La alternativa a nombrar nuevo Ejecutivo era disolver la Asamblea y volver a convocar elecciones legislativas. Esta opción queda de momento descartada, pero, si se atasca la nominación de un nuevo primer ministro, todo es posible.

Los franceses acudirían otra vez a las urnas, con poca probabilidad de que alguno de los bloques vaya a conseguir una mayoría absoluta, o más amplia que la actual. El único que tiene opciones es Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen. Fue el partido más votado en las legislativas de hace un año, aunque no logró ganar la segunda vuelta electoral gracias a la alianza del resto de formaciones para evitar ese resultado. Le Pen pidió volver a las urnas: “Es Macron el que bloquea el país”, dijo en su turno de palabra. “La disolución no es una opción, sino una obligación”.

Si ocurriera, perdería su escaño, pues fue inhabilitada hace unos meses por un caso de malversación de fondos y no podría presentarse a los comicios. Recurrió la decisión y el nuevo juicio se celebrará el próximo mes de enero. Si la rehabilitan, sí podría ir a las presidenciales de 2027.

Macron tendrá que tomar su decisión rápido para evitar que se agrave el impacto económico de la inestabilidad política. Según un análisis de Natixis IM, “el riesgo de la nueva disolución de la Asamblea es el más elevado”, el que generaría más inquietud entre los inversores, pues supondría dilatar los tiempos hasta encontrar un nuevo equipo de Gobierno.

Este viernes, Fitch, una de las tres grandes agencias de calificación financiera del mundo, podría bajar la nota que otorga a Francia, la que mide la capacidad que tiene un país para pagar su deuda sin dificultades. Una degradación de la misma podría frenar las inversiones o aumentar las tasas de interés que el país paga por financiarse en los mercados. El otoño pasado, la agencia advirtió que bajaría la nota francesa en caso de “incapacidad para aplicar un plan creíble de consolidación presupuestaria”. El nuevo primer ministro tendrá que asumir la confección de unas nuevas cuentas en el plazo estimado. El Gobierno de Bayrou ha durado ocho meses; el de Michel Barnier, tres. La duda, cuando Macron lo anuncie, es cuánto durará el siguiente.

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