Trudeau rebaja el tradicional aperturismo de Canadá hacia la inmigración y refuerza los controles

El Gobierno de Ottawa quiere limitar la llegada de extranjeros ante la presión en sectores de la economía y una difícil situación en la vivienda y los precios

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, habla durante la Gala del Centenario en el Museo Real de Ontario, el 4 de mayo de 2024Cole Burston (REUTERS)

Canadá, uno de los países de mayor tradición en materia de inmigración, está llevando a cabo en los últimos meses ajustes en sus controles. Tras fuertes presiones sobre sectores económicos como el de servicios y el de infraestructuras, con cifras récord de solicitantes de asilo, problemas en la vivienda y precios, y revuelo en el escenario político, el primer ministro Justin Trudeau ha tenido que intervenir con el anuncio, el pasado 26 de agosto, de varias disposiciones para limitar la llegada de trabajadores extranjeros temporales, aunque subrayando todavía el espíritu de apertura del país, q...

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Canadá, uno de los países de mayor tradición en materia de inmigración, está llevando a cabo en los últimos meses ajustes en sus controles. Tras fuertes presiones sobre sectores económicos como el de servicios y el de infraestructuras, con cifras récord de solicitantes de asilo, problemas en la vivienda y precios, y revuelo en el escenario político, el primer ministro Justin Trudeau ha tenido que intervenir con el anuncio, el pasado 26 de agosto, de varias disposiciones para limitar la llegada de trabajadores extranjeros temporales, aunque subrayando todavía el espíritu de apertura del país, que no quiere que se ponga en entredicho. Trudeau declaró que su país sigue siendo un lugar con una visión positiva hacia la inmigración, “pero también responsable en la forma en la que integramos y nos aseguramos de que haya vías de éxito para todos los que vienen a Canadá”.

A partir del 26 de septiembre, los trabajadores extranjeros temporales podrán ocupar un máximo del 10% del total de puestos en una empresa. En áreas donde la tasa de desempleo supere el 6%, los empleadores no podrán contratarlos en categorías con salarios bajos, salvo en sectores como la seguridad alimentaria, la construcción y la sanidad. Los permisos para estos trabajadores foráneos tendrán una validez de un año. En 2023, el Gobierno federal autorizó cerca de 184.000 permisos para trabajadores extranjeros temporales; un incremento del 88% desde 2019.

“Necesitamos que las empresas canadienses inviertan en capacitación y tecnología, no que aumenten su dependencia de la mano de obra extranjera a bajo costo”, declaró Trudeau en la presentación de las nuevas medidas. La Federación Canadiense de la Empresa Independiente replicó indicando que los sectores afectados no fueron consultados; también apuntando que “la mano de obra disponible en Canadá no es suficiente para responder a las necesidades”. Dos días después del anuncio, Ottawa puso fin a un mecanismo que permitía a visitantes solicitar permisos de trabajo estando en Canadá.

Estas disposiciones se han sumado a otras adoptadas este año. Marc Miller, ministro de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía, anunció en enero un límite temporal de dos años en el número de autorizaciones de visado para estudiantes extranjeros; una disminución del 35% de los permisos aprobados en 2023, además de que dichos estudiantes ya no podrán trabajar de forma ilimitada fuera de los centros de enseñanza. En 2023, Canadá recibió cerca de 144.000 solicitudes de asilo; un 57% más que en 2022. A este respecto, Ottawa volvió a imponer a finales de febrero el visado a ciudadanos mexicanos.

El ministro Miller no ha descartado reducir el número de solicitudes aceptadas para la obtención de la residencia permanente. “Todas las opciones están sobre la mesa”, manifestó la semana pasada. El país norteamericano planea recibir unos 500.000 inmigrantes en 2025 (llegaron unos 296.000 en 2016). Sin embargo, la cifra podría reducirse como resultado del cambio percibido en el Ejecutivo de Trudeau.

La llegada de un número elevado de personas en años recientes ―residentes permanentes, solicitantes de asilo, estudiantes, trabajadores temporales― ha representado un reto de envergadura especialmente para Gobiernos provinciales y municipales. Basta pensar en distintos servicios públicos (albergues, educación, sanidad), así como en los problemas de acceso a la vivienda en varias zonas del país, todo esto en un clima de alta inflación. El Gobierno de la provincia de Quebec ha sido uno de los que más ha lanzado señalamientos a Trudeau por esta situación. Tras varias negociaciones, Ottawa ofreció a las autoridades quebequesas 750 millones de dólares canadienses (unos 500 millones de euros) en compensaciones por la gestión de los solicitantes de asilo entre 2021 y 2023.

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Catherine Xhardez, profesora en la Universidad de Montreal y experta en políticas de la inmigración, comenta: “Ha existido una voluntad por parte de los Gobiernos de Trudeau de aumentar considerablemente la inmigración permanente. Es un asunto de planificación de la inmigración. A su vez, se relajaron varias reglamentaciones relacionadas con inmigrantes temporales con el objetivo de relanzar la economía tras la pandemia, pero estas medidas tuvieron efectos que no fueron bien calculados. Por lo tanto, había que tomar algunas decisiones”. Xhardez también señala un contexto internacional complicado ―con crisis y conflictos en diversas regiones del mundo― que ha favorecido la búsqueda de asilo.

En este escenario, Pierre Poilievre, líder del Partido Conservador de Canadá, no ha perdido tiempo para criticar al Gobierno liberal. Poilievre ha repetido en distintos momentos que Trudeau ha dado muestra de incompetencia en el tema. Incluso ha afirmado que el sistema de inmigración canadiense, “el más eficiente de la historia mundial, está roto por la irresponsabilidad de los liberales”. Opiniones en los medios también reprueban la gestión de Ottawa en esta carpeta. Robyn Urback, columnista en The Globe and Mail, escribió que las malas decisiones pueden revertirse, pero no “el cambio de actitud de la población hacia la inmigración, consecuencia directa de las políticas aplicadas bajo el mandato del primer ministro Justin Trudeau”. Una encuesta de Angus Reid publicada esta semana indicó que uno de cada cinco consultados considera la inmigración como uno de los principales problemas a los que se enfrenta el país.

Catherine Xhardez comenta al respecto: “Hay una preocupación. Se habla más del tema que antes, de las fisuras del sistema, de los errores. Esto es un cambio en Canadá en décadas, pero no me parece que el consenso esté desapareciendo. Políticos y ciudadanos conocen la importancia de la inmigración. La politización de la inmigración llevada al extremo no se da como tal, a diferencia de lo que ocurre en otros países”. De acuerdo al censo más reciente, el 23% de la población de Canadá es inmigrante. Se trata de la proporción más alta entre los países del G-7.

Los sondeos de las últimas semanas dan entre un 18% y un 20% de ventaja a los conservadores sobre los liberales. Las próximas elecciones están programadas para octubre de 2025. Sin embargo, podrían adelantarse. El pasado miércoles, el Nuevo Partido Democrático rompió el pacto que había firmado con la agrupación de Trudeau para permitirle gobernar en minoría sin sobresaltos. La campaña electoral incluirá con marcado interés, como no se ha visto en décadas, el tema de las políticas de inmigración, independientemente de las fechas en que se efectúe. Mientras tanto, el mensaje de los liberales es que son capaces de corregir el rumbo; que pueden seguir operando la maquinaria que regula las llegadas del exterior.

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