El centro de San Francisco se vacía en una lenta decadencia

El cierre de negocios minoristas, el aumento de delitos contra la propiedad y la crisis de las tecnológicas profundizan el éxodo de barrios que fueron vibrantes

Un hombre sin techo descansa en el portal de un local comercial vacío en el centro de San Francisco.Carlos Rosillo

La torre Salesforce domina el paisaje de San Francisco. Con sus más de 300 metros de altura, el edificio reclama un puesto destacado del centro de la ciudad. Pero la imponente edificación con forma de misil y con una instalación lumínica en lo más alto tiene un problema: está prácticamente vacía. La compañía de gestión empresarial, la principal empleadora en la urbe de las tecnológicas, sufre desde hace meses dolores de cabeza para que sus 12.000 empleados vuelvan a la oficina. Después de haber decretado en 2021 la muerte...

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La torre Salesforce domina el paisaje de San Francisco. Con sus más de 300 metros de altura, el edificio reclama un puesto destacado del centro de la ciudad. Pero la imponente edificación con forma de misil y con una instalación lumínica en lo más alto tiene un problema: está prácticamente vacía. La compañía de gestión empresarial, la principal empleadora en la urbe de las tecnológicas, sufre desde hace meses dolores de cabeza para que sus 12.000 empleados vuelvan a la oficina. Después de haber decretado en 2021 la muerte del horario laboral de nueve a cinco, Salesforce ha dado marcha atrás a un modelo híbrido entre presencialidad y teletrabajo. Este mes prometió donar 10 dólares a organizaciones sin ánimo de lucro por cada trabajador que acuda físicamente a la torre entre la calle Mission y la primera avenida. Salesforce asegura que desde febrero ha logrado que el 40% de su plantilla vuelva a la oficina.

Solo unas manzanas más allá, sobre la segunda avenida, se encuentran las ruinas de Alexander. La librería independiente celebró en abril 32 años desde que abrió sus puertas en una de las zonas más turísticas de San Francisco, a solo unos pasos de Embarcadero, en la orilla oriental de la ciudad. Su vitrina luce hoy un gran letrero color naranja con la palabra “cerrado”. “Lamentamos tener que cerrar y dejar a San Francisco sin una librería más, especialmente en este barrio”, dice una nota pegada en la puerta para los despistados que no se enteraron de la liquidación en sus tres pisos de 50.000 títulos con un 25% de descuento.

El local a la izquierda de la librería anuncia que está en alquiler y cuenta con equipo de cocina a la espera de que alguien se anime a poner un restaurante en una zona que era vibrante hace algunos años. La historia se repite con el edificio a la derecha, una antigua sucursal bancaria. La inmobiliaria Jones Lang LaSalle anuncia que tiene disponibles casi 1.000 metros cuadrados. Este tipo de carteles puede verse en decenas de edificaciones en varias manzanas a la redonda.

La zona ha dejado de ser buen negocio. Mike Stuppin, uno de los dueños de la librería, asegura que esas manzanas han perdido en los últimos años la mitad de su tráfico peatonal. “Ha sido todo un desafío colocar esas propiedades desde la pandemia por el aumento del teletrabajo y también por algunos problemas que San Francisco ha tenido en los últimos años”, afirma en un correo el corredor inmobiliario Ben Lazzarechi, quien tiene en su portafolio varias propiedades en la zona.

Un informe de finales de junio elaborado por una consultora del sector de bienes raíces estima que un tercio de las oficinas del centro de la ciudad estaban vacías al cierre del segundo trimestre. “Este porcentaje ha crecido periodo tras periodo a lo largo de tres años”, señala Max Sander, otro analista del sector. Este especialista menciona que los edificios desocupados podrían abrir un boquete de 200 millones de dólares [unos 183 millones de euros] en el presupuesto de la ciudad hacia 2028 si continúa la tendencia. El escenario ha sido comparado por algunos integrantes del Consistorio como el avistamiento de un iceberg que podría provocar una catástrofe en las finanzas de la ciudad.

Es difícil cifrar cuánta gente ha perdido el centro de San Francisco. Antes de que estallara la pandemia de covid-19, las autoridades calculaban que unas 245.000 personas trabajaban allí. En febrero pasado, un informe encargado por el Ayuntamiento aseguró que por lo menos 147.000 personas habían dejado de ir a la zona por el cambio de dinámicas forzado por la emergencia sanitaria. Algunos han vuelto, pero aquella cifra no contempla otra crisis, la económica. Decenas de tecnológicas han realizado recortes desde el año pasado. De acuerdo con la página web Layoffs.fyi, decenas de empresas, entre ellas Amazon, Meta, Google y el propio Salesforce, han despedido a unos 200.000 empleados en lo que va de 2023, aunque no todas las plazas estaban basadas en la ciudad.

Un hombre pasa en bicicleta delante de varios locales cerrados en el barrio de Chinatown en San Francisco, el pasado 24 de mayo.

La agonía del centro de San Francisco se nota en especial en los negocios minoristas. La crisis se agravó a mediados de junio. Westfield, uno de los centros comerciales más importantes de San Francisco, anunció entonces que tras 20 años dejará de operar el negocio a unos pasos de Union Square, una de las paradas obligadas para los turistas que visitan la Bahía de San Francisco. La compañía ha dejado de pagar el préstamo de 558 millones de la propiedad, que tiene 140.000 metros cuadrados de tiendas y oficinas. Y ha anunciado que busca traspasar el negocio a otro grupo empresarial. De momento, nadie se ha interesado.

Como justificación, Westfield citó las “difíciles condiciones de operación del centro”, que se han traducido en una caída de ventas (en parte por el aumento de las compras on line), ocupación y tráfico peatonal. Los grandes almacenes Nordstrom, que ocupaban el 20% del espacio, han informado de que no renovarán su contrato de arrendamiento y cerrarán sus puertas después de 35 años.

El ciclo de la ruina

Aunque no las menciona, las condiciones adversas a las que hace referencia Westfield son bien conocidas. De hecho, se conocen entre los locales con el término “doom loop”, donde un problema desencadena otro provocando un ciclo de ruina. Entre estos está la crisis provocada por una población de casi 8.000 personas sin techo en la ciudad, que tiene unos 800.000 habitantes. Se concentran en el barrio de Tenderloin, enclavado en pleno centro. El abuso de sustancias estupefacientes, que puede observarse a plena luz del día, la crisis de salud mental de muchos afectados y el aumento de la delincuencia juvenil, causan dificultades a los negocios, que afrontan un incremento en los robos de mercancías y vehículos por encima de la media nacional. Los homicidios y otros crímenes violentos, en cambio, están por debajo del promedio.

Esta situación ha sido utilizada como baza de cara a la campaña electoral a la presidencia de 2024. Ron DeSantis, el gobernador de Florida que intenta arrebatar a Donald Trump la candidatura republicana, filmó un anuncio a finales de junio desde San Francisco. “Estamos en lo que alguna vez fue una gran ciudad… Vinimos y vimos a la gente defecar en las calles, usar heroína y fumar crack”, señala el político, que ha cimentado su campaña en una batalla contra las políticas progresistas que ha abanderado California desde hace décadas.

Aunque DeSantis apuesta por un discurso radical, el electorado parece compartir parte de las críticas a los políticos de izquierdas. En junio de 2022, mediante un referendo, los votantes apearon del cargo al fiscal de distrito de la ciudad por considerarlo demasiado progresista. Chesa Boudin fue cesado con el 60% de los votos, una señal de suspenso a algunas de las políticas que implementó, como no solicitar prisión para algunos delitos menores como forma de combatir la sobrepoblación de las cárceles. Este año, el exfiscal, hijo de dos militantes de la izquierda radical, fichó por la universidad de Berkley como director del Centro de Justicia.

Varios locales cerrados en el centro de San Francisco.Carlos Rosillo

El cese de Boudin lanzó una señal para los políticos del bastión demócrata. Desde entonces, London Breed, la alcaldesa, ha apostado por dar una imagen moderada. En mayo, anunció que la policía estatal de California se sumaría a las patrullas por las problemáticas calles del Tenderloin para aprehender a traficantes de heroína y fentanilo, el potente opiáceo que ha provocado una epidemia nacional. En un mes desde el arranque de la operación, la policía estatal ha colaborado en 115 detenciones y se ha incautado de ocho kilos de drogas.

Las autoridades han evitado revelar el número exacto de agentes que han tomado las calles. Este pasado jueves, sin embargo, el gobernador Gavin Newsom, un exalcalde de San Francisco que mantiene un pulso político con DeSantis, anunció que doblará el número de agentes para continuar la “lucha contra el crimen y atajar la crisis de fentanilo que se ha apoderado de la ciudad”. Su Gobierno ha invertido 1.000 millones de dólares en reducir el impacto del opiáceo en California, el Estado más poblado (más de 39 millones) de Estados Unidos. Está por verse si estos esfuerzos pueden inyectar oxígeno en medio de la agonía que vive el corazón de San Francisco. En un foro organizado por Bloomberg a finales de junio, la alcaldesa Breed pidió dejar de lamentarse por el cierre de comercios. “Es hora de comenzar a reimaginar lo que el centro de la ciudad puede ser”, dijo ante el auditorio.

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