Los moscovitas desafían al Kremlin con un homenaje improvisado a las víctimas de Dnipró
Las fuerzas de seguridad rusas desmantelan durante la noche la ofrenda por el bombardeo de un edificio en Ucrania tras la denuncia de un grupo ultranacionalista
Algo pesa en el ánimo cuando se aguarda a que caiga la luz para desmantelar un homenaje improvisado de rosas y juguetes con los que los moscovitas han llorado durante unas horas la muerte de decenas de personas en Dnipró, en el este de Ucrania. Las fuerzas de seguridad esperaron hasta bien entrada la noche del martes para poner fin al tributo en la capital rusa a los al menos 44 civiles ucranios fallecidos por el ataque de un misil este sáb...
Algo pesa en el ánimo cuando se aguarda a que caiga la luz para desmantelar un homenaje improvisado de rosas y juguetes con los que los moscovitas han llorado durante unas horas la muerte de decenas de personas en Dnipró, en el este de Ucrania. Las fuerzas de seguridad esperaron hasta bien entrada la noche del martes para poner fin al tributo en la capital rusa a los al menos 44 civiles ucranios fallecidos por el ataque de un misil este sábado contra el edificio en el que vivían. A los pies del monumento a la escritora ucrania Lesya Ukrainka, alguien dejó una flor el pasado lunes. Un día después eran ya decenas, junto a peluches asomando entre los pétalos. “Estoy aquí por ética, por humanidad”, contó a EL PAÍS una de las personas que se acercó a dejar una rosa junto a la estatua. En otras ciudades rusas, como Krasnodar y San Petersburgo, se han producido ofrendas similares, según ha informado el diario ruso Jólod.
El goteo de ciudadanos fue constante durante el día que duró este homenaje. En solitario o en pequeños grupos de dos o tres personas, los ciudadanos se acercaron al lugar para depositar sus ofrendas. “Es obvio lo que ha pasado. Ha sido un misil ruso, un acto de terror”, subrayó un hombre de mediana edad que prefirió no identificarse. Moscú está llena de cámaras que realizan una identificación facial.
“Cuando todo esto empezó [la ofensiva rusa en Ucrania] solo me surgía una pregunta: ¿Para qué?”, afirmó Raina. Esta joven se acercó al monumento acompañada de dos chicas más. “En mi círculo se hacían esa pregunta, aunque pasado el tiempo nos dividimos. Unos adoptaron la opinión de [Vladímir] Putin, mientras que los demás no aceptaron su explicación. Para ellos era absurda, no había justificación”, añadió. “[Este tipo de homenajes] es la única forma que tienen los rusos para mostrar su opinión”.
La calma reinaba este martes en el bulevar Kiev, situado junto a la estación de tren del mismo nombre. Es una zona céntrica de Moscú llena de oficinas y próxima a la enorme sede del Ministerio de Exteriores ruso, una barriada que homenajea a Ucrania en todas sus obras de arte, empezando por las pinturas de su estación de metro. Nadie discutía en las calles el homenaje a las víctimas de Dnipró hasta que aparecieron tres miembros del movimiento ultranacionalista SERB (en sus siglas en ruso), conocido también como Bloque Radical del Sureste.
“Tenemos muchos tontos aquí”, comentó a este periódico Alexánder, uno de los integrantes de este grupo ultra, ataviado con una camiseta con una “z” blanca, el símbolo que identifica a las Fuerzas Armadas rusas en Ucrania y, por extensión, a los ultranacionalistas. “¿Dónde han estado estos ocho años cuando los ucranios destruían edificios? Tengo estadísticas”, añadió, en referencia a los enfrentamientos en el este de Ucrania, en la región de Donbás, entre el ejército de Kiev y los separatistas prorrusos apoyados por Moscú. Además de los alrededor de 14.000 soldados y milicianos muertos en ese conflicto desde 2014, en 2021 fallecieron 16 civiles y 75 resultaron heridos a ambos lados de la línea de contacto de Donbás, la mitad de todos ellos por minas, según la misión de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa).
“¡Esto es una provocación! ¡Es propaganda LGTBI!”, clamaba otro miembro de SERB junto a un juguete con arandelas con los colores del arcoíris. “¡Es solo un juego para niños!”, les respondió otro hombre que se había acercado para participar en el homenaje. Se refería a la típica pirámide de anillas de colores infantil. Los integrantes de SERB la retiraron en cuanto no vieron gente cerca, así como una jirafa de peluche con un par de anillos de colores. La noche quedó así más gris e invernal.
Los ultras también se fijaron en los tres carteles que algunos ciudadanos habían depositado en la base del monumento. El centro lo coronaba una fotografía del edificio residencial de Dnipró destruido. A su izquierda estaba escrito en otro folio la frase “el mal no quedará sin castigo”, y, a su derecha, sobre una cartulina: “Z y V, criminales”. El hombre que llevaba en su camiseta la letra símbolo del ultranacionalismo arrancó de su lugar la cartulina y llamó a la policía. “Es un delito”, dijo.
La acción de este grupo ultranacionalista derivó en una discusión con varios ciudadanos. “¡Pregúntale a Putin!”, les instó un hombre cuando los jóvenes ultras le inquirieron por el enfrentamiento iniciado en el este de Ucrania en 2014. “Si eres ucrania”, le señalaron a una joven, “¿qué haces aquí? ¿Por qué no te vuelves?”. “No puedo regresar por culpa de Putin”, les respondió ella. Otro ciudadano moscovita mostró de igual modo su protesta con la masacre de Dnipró: “Ha sido una tragedia, un crimen. Todo esto que ocurre es una pesadilla, un crimen por el asesinato de gente en ambos países”.
Los integrantes de SERB que acudieron a reventar la ofrenda usaron una explicación sobre la matanza de Oleksii Arestóvich, asesor del presidente ucranio, Volodímir Zelenski. Arestóvich dijo en un canal de YouTube que el misil que impactó en Dnipró se había precipitado contra el edificio tras ser interceptado por los sistemas de defensa antiaéreos ucranios. Tras la polémica surgida por sus palabras, el asesor de Zelenski presentó su renuncia. “He escrito una carta de dimisión. Quiero dar ejemplo de comportamiento civilizado: un error fundamental significa dimisión”.
Al caer la noche, aparecieron varios coches de policía. Los moscovitas allí presentes empezaron a dispersarse. Las fuerzas de seguridad detuvieron al menos a dos personas. Una vecina de la zona narró cómo los agentes apresaron a una mujer que iba acompañada de un perro. “Se la llevaban al coche y me pidió a gritos que le cuidase el perro”, contó bajo petición de anonimato. “Trabajo en la Administración”, se explicó, “me pueden despedir”. Según el portal periodístico OVD-Info, al menos un hombre pasó la noche en comisaría.
Tras la policía llegó el equipo de criminología. Solo se llevó como prueba, en una bolsita de plástico, la fotografía de la tragedia de Dnipró. Los ositos de peluche sonrientes, las rosas y las velas permanecieron en el sitio. Este miércoles por la mañana, ya no había nada al pie del monumento.
“Este año no sucederá nada bueno”, pronosticó un hombre llamado Gueorgui ante la estatua de la escritora Lesya Ukrainka. “Cierran los medios, habrá más represión. No sé qué ocurrirá con el conflicto, pero creo que no acabará este año. Putin rechaza cualquier diálogo”. “He participado en mítines en el pasado”, añadió, “pero ha sido imposible desde febrero. Limpian todas las manifestaciones”.
Pese a la amenazante presencia policial, este miércoles, los moscovitas han vuelto a depositar flores y muñecos junto al monumento. En las imágenes difundidas por el canal Sota, incluso una mujer se arrodilló ante la estatua y otro ciudadano escribió “no a la guerra” en un banco cercano. Además, un provocador que intentó quitar los peluches del lugar fue apartado de la zona por los agentes de seguridad.
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