Lukashenko impulsa la integración de Bielorrusia con Rusia

Ucrania refuerza la frontera con el régimen aliado de Putin mientras Moscú y Minsk preparan unas largas maniobras aéreas conjuntas

Visita del presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko (cuarto por la izquierda), a tropas rusas en Obuz-Lesnovsky, el viernes.BELTA (via REUTERS)

Rusia y Bielorrusia llevarán a cabo unos ejercicios militares conjuntos justo un año después de que las maniobras masivas de 2022 mutasen de un día para otro de un mero entrenamiento a una ofensiva sobre Kiev. Mientras Ucrania refuerza la frontera y Moscú despliega aviones en los aeródromos...

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Rusia y Bielorrusia llevarán a cabo unos ejercicios militares conjuntos justo un año después de que las maniobras masivas de 2022 mutasen de un día para otro de un mero entrenamiento a una ofensiva sobre Kiev. Mientras Ucrania refuerza la frontera y Moscú despliega aviones en los aeródromos bielorrusos, el presidente Aleksandr Lukashenko ha abogado por acelerar la fusión con Rusia bajo el paraguas del Estado de la Unión, la entidad supranacional que las une, y ha prometido que ambos gobiernos contarán con un canal de propaganda común en los próximos meses. “Apoyamos y seguiremos apoyando a nuestros hermanos”, ha advertido el mandatario ante las críticas por su respaldo a las Fuerzas Armadas rusas.

“Nuestro destino es marchar juntos (ambos países) y que algo nos sirva como el cinturón de seguridad de un coche. Por lo tanto, este holding mediático debería comenzar a funcionar este año, preferiblemente en su primera mitad”, dijo este martes Lukashenko durante un encuentro con el secretario general del Estado de la Unión, Dmitri Mezentsev. Minsk reforzaría con este canal de propaganda el control de la información que llega del exterior del país, donde se han refugiado muchos periodistas independientes que han huido de la represión. Esta decisión supondría un paso más en las concesiones bielorrusas al Kremlin.

La colaboración mediática entre ambos gobiernos tiene un precedente en las protestas de la oposición de 2020, cuando los trabajadores de los medios públicos bielorrusos se declararon en huelga y fueron sustituidos por empleados de Russia Today (RT) enviados por Moscú.

“Sabéis lo importante que habéis sido para nosotros durante estos momentos difíciles y lo que demostrasteis los técnicos, los periodistas, los corresponsales... y vuestra dirección. Esto vale mucho, os doy gracias por este apoyo”, dijo Lukashenko a RT en septiembre de aquel año.

Las protestas desatadas por el fraude electoral de 2020 empujaron a Lukashenko a pedir ayuda al presidente ruso, Vladímir Putin. Además de periodistas, el jefe del Kremlin también envió refuerzos para las fuerzas de seguridad y miles de millones de ayuda al régimen. A cambio, Moscú intensificó los encuentros con un reticente Lukashenko para ahondar en los mecanismos en marcha del Estado de la Unión, una estructura supranacional pactada en 1999 para fortalecer la unificación de los dos países.

Colaboración militar

El presidente bielorruso abogó durante su encuentro con Mezentsev por incrementar el gasto en los 28 programas acordados con Putin en el pasado sobre el Estado de la Unión. Sin embargo, su colaboración más destacada hasta ahora está siendo la militar.

Lukashenko anunció el lunes que las fuerzas aéreas de Rusia y Bielorrusia entrenarán juntas entre el 16 de enero y el 1 de febrero en todas las bases aéreas del país. Varias aeronaves rusas han aterrizado ya en su territorio, y se suman así a los refuerzos llegados en los últimos meses para formar una fuerza regional conjunta.

El mandatario pasó revista a estas tropas en el polígono militar de Obuz-Lesnovky justo antes de la Navidad ortodoxa, y anunció el suministro de grandes cantidades de material sanitario para las fuerzas rusas. “En unos pocos meses hemos hecho un kit médico mejor que los de la OTAN, puede salvar vidas”, afirmó durante aquella visita. Este lunes ha reiterado que el apoyo de su país al ejército del Kremlin es incondicional.

“Estáis haciendo lo correcto”, dijo el mandatario al convento de Santa Isabel por haber recaudado dinero para los militares rusos: “No prestéis atención a un puñado de personas compradas. Ayudamos a nuestros hermanos rusos, nunca hemos tratado de ocultarlo”.

Un año antes, entre finales de diciembre y el 20 de febrero, se celebraron en Bielorrusia las masivas maniobras militares conocidas como Determinación Aliada-2022. Tanto Minsk como Moscú prometieron que las tropas volverían a sus bases una vez acabasen ante la creciente desconfianza de Ucrania y Occidente. “Está fuera de toda duda”, dijo entonces sobre su supuesto repliegue el portavoz de Putin, Dmitri Peskov. “Ni un solo soldado ni una pieza de equipamiento se quedarán en Bielorrusia tras los ejercicios”, apuntó por su parte el ministro bielorruso de Exteriores, Vladímir Makei, recientemente fallecido. Finalmente, cuatro días después del final de esos ejercicios, Rusia se lanzó contra Kiev desde territorio bielorruso.

Lukashenko afirmó en diciembre que las preocupaciones sobre la entrada definitiva de Bielorrusia en la guerra son “una teoría de la conspiración”, aunque al mismo tiempo asevera que su país se ha convertido en el objetivo de sus vecinos y debe armarse. Ucrania, por su parte, aprendió la lección en febrero del pasado año y hace meses que se prepara ante esa posibilidad.

“No hay guardias fronterizos al otro lado, sino militares con distintos uniformes”, ha lamentado a través de cuentas oficiales el Comité Estatal de Fronteras de Bielorrusia. El organismo ha publicado un vídeo en el que echa en cara a Kiev que despliegue “minas, zanjas antitanques y otros bloqueos” en territorio ucranio ante una posible invasión. No es la primera vez que se queja. El máximo responsable de este comité, el general Anatoli Lappo, denunció en octubre que el camino a través de Ucrania no está despejado: “Casi todos los puentes han sido volados, y las vías de ferrocarril y las carreteras han sido completamente minadas” con “hasta tres filas de explosivos”.

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