Las fuerzas de Kremlin están ahora al otro lado del Dniéper, desde donde bombardean sin cesar Jersón. La ciudad está bajo ataque constante. Las aguas del río se han convertido en zona gris, en la línea del frente de batalla. “Nada será seguro del todo hasta que no saquemos a esos orcos [como muchos ucranios llaman a los soldados rusos] de las madrigueras”, dice el comandante Kostya, que camina bajo el aeropuerto en ruinas de la ciudadMaría SahuquilloAntes de retirarse, el Ejército ruso derribó la torre de la radio televisión de Jersón. Las tropas ucranias apuntan que querían dificultar el acceso a la información de la ciudadania. Cuando tomaron la ciudad, en marzo, a inicio de la invasión, instauraron medios de comunicación rusos y campañas de propaganda. También trataron de inutilizar el sistema de telefonía ucranio y repartieron tarjetas de telefonía SIM a la ciudadanía.María SahuquilloEl ejército ucranio ha reforzado sus posiciones en Jersón y está tratado de empujar a las tropas rusas de la ribera contigua del río, pero de momento todos los intentos de hacerse con el control de ese punto del Dniéper y de enviar incursiones más allá de la zona gris han sido infructuosas.
María Sahuquillo
El aeropuerto se ha convertido en un amasijo de ruinas y aviones destripados. Las pistas más alejadas aún esconden minas. Como un artefacto redondo, sin explotar, que el comandante Kostantin descubre entre la hierba y señala con su moderno fusil americano, su arma personal.María SahuquilloEl 25 de diciembre, Rusia mató a 11 personas e hirió a 60 en varios ataques contra Jersón. Desde ese día que Irina Mijailova describe como “el armagedon”, la octogenaria no se mueve de su casa. Se pasa el día a las puertas de su edificio, sentada en un poyete sobre unas maderas, aferrada a su bastón de madera y charlando con su vecina Tatiana. Los proyectiles rusos mataron a un mujer que vendía tarjetas SIM para móviles en la calle, a un trabajador social, a un carnicero, a un joven que había acudido a Jersón a evacuar a su madre, enferma.María SahuquilloEl barrio de Naftohavan, de casitas bajas, algunas extremadamente coquetas, y otras construcciones de madera precaria, estuvo en otro tiempo ribeteado de casas rurales y negocios de actividades acuáticas. Ahora, su cercanía al río Dniéper la ha convertido en uno de los puntos más peligrosos de Jersón, en la mira de los proyectiles rusos pero también de los francotiradores. El estallido de las explosiones suena como una música constante. María Sahuquillo
Rusia se está aplicando con fuerza sobre el sistema energético de Ucrania para tratar de quebrar la resistencia de la ciudadanía. Y en Jersón, a los problemas de suministro se suma la ansiedad de vivir bajo ataque continuo, sobre todo durante la noche. Se han marchado cientos de personas de la ciudad y las autoridades están pidiendo a los que quedan que se vayan.María Sahuquillo
Si quieres seguir toda la actualidad sin límites, únete a EL PAÍS por 1€ el primer mes