Occidente teme que Rusia prepare una escalada bélica con el pretexto de que Ucrania va a usar una ‘bomba sucia’
Francia, el Reino Unido y Estados Unidos creen que Moscú trata de contrarrestar los avances de Kiev en territorio ocupado
Cinco meses de silencio y, de pronto, dos llamadas en tres días para advertir de que una bomba sucia (explosivo convencional rodeado de material radiactivo) podría estallar en cualquier momento en Ucrania. La ronda telefónica que hizo el fin de semana el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, con los responsables de las fuerzas armadas de Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Turquía ha traído otra amenaza más sobre el conflicto. Moscú asegura que Kiev medita atacarse a sí misma para culpar de ello al Kremlin y provocar una escalada militar. Sin embargo, Washington, Londres y Par...
Cinco meses de silencio y, de pronto, dos llamadas en tres días para advertir de que una bomba sucia (explosivo convencional rodeado de material radiactivo) podría estallar en cualquier momento en Ucrania. La ronda telefónica que hizo el fin de semana el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, con los responsables de las fuerzas armadas de Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Turquía ha traído otra amenaza más sobre el conflicto. Moscú asegura que Kiev medita atacarse a sí misma para culpar de ello al Kremlin y provocar una escalada militar. Sin embargo, Washington, Londres y París denuncian que se trata de un posible pretexto ruso ante los avances de Kiev en los territorios ocupados.
Una bomba sucia radiactiva, un explosivo que nunca ha usado ningún ejército regular, no es un arma nuclear. Su explosión no tiene el efecto devastador de esta última, pues no se basa en liberar la inmensa energía destructiva de una ojiva, sino que se apoya en una bomba convencional para dispersar el material contaminante en una zona limitada. Por ello, sus consecuencias podrían asemejarse más a las del accidente nuclear de Chernóbil de 1986 que a los ataques atómicos de Hiroshima y Nagasaki de 1945, siempre y cuando no se produjera en una zona muy poblada. La detonación de este tipo de bomba podría afectar “a decenas de miles de personas” y contaminar la zona entre 30 y 50 años, según ha contado el directivo de la agencia nuclear rusa Renat Karchaa en el canal de televisión Rossiya 24.
El comunicado conjunto que publicaron Estados Unidos, Francia y el Reino Unido —todos los consultados por Moscú, salvo Turquía— tras conversar con Shoigú, señalaba: “Nuestros países dejaron claro que no se creen las acusaciones, evidentemente falsas, de que Ucrania se prepara para emplear una bomba sucia en su territorio”. “Rechazamos además cualquier pretexto por parte de Rusia para acometer una escalada”, añadieron los departamentos de Defensa de los tres países occidentales, antes de subrayar que también contemplan aumentar aún más la ayuda humanitaria y asistencia financiera y militar a Kiev.
Sin embargo, Dmitri Peskov, el portavoz del presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó este lunes: “Que desconfíen de la información que fue transmitida por la parte rusa no significa que la amenaza de la bomba sucia deje de existir”. “La amenaza es obvia. Esta información les fue puesta en conocimiento por el ministro de Defensa, y es su problema creerla o no”, aseveró el representante del Kremlin. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, también respondió este lunes a las acusaciones del Pentágono y sus aliados con que “no son una aproximación seria” ante la gravedad de esa amenaza, y anunció que esta será discutida en el Consejo de Seguridad de la ONU urgentemente. Además, para resaltar la escalada de la tensión en torno a Ucrania, el diplomático ruso recalcó durante un foro del Club Valdái, el mayor centro de estudios del Kremlin, que Occidente y Rusia han reactivado sus canales de comunicación en aspectos puramente militares.
Por su parte, Jens Stoltenberg, el secretario general de la OTAN, publicó este lunes en Twitter que “los aliados rechazan esta acusación [de que Ucrania pretende utilizar una ‘bomba sucia’]. Rusia no debe utilizarla como pretexto para una escalada”. En su tuit, el noruego también apuntó que había conversado recientemente con el secretario estadounidense de Defensa, Lloyd Austin, y con el ministro británico de Defensa, Ben Wallace, sobre “la falsa afirmación de Rusia”.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, se dirigió a la nación el domingo para advertir de que el Kremlin podría tramar un ataque así. “Si Rusia llama y dice que Ucrania está supuestamente preparando algo, esto solo significa una cosa: Rusia ya lo tiene todo preparado”, dijo el mandatario.
No es la primera vez que Moscú acusa a Kiev de preparar ataques con armas prohibidas. Una semana antes de que el Kremlin lanzase la ofensiva total sobre Ucrania, las autoridades en la entonces autoproclamada república prorrusa de Donetsk aseguraban que unos grupos de saboteadores ucranios se disponían a provocar fugas químicas en la ciudad de Horlivka; y mucho antes, en 2018, la televisión del Ministerio de Defensa ruso aseguraba que Ucrania iba a contaminar con radiación las aguas de la zona de Donbás, según unos supuestos documentos filtrados por un grupo de ciberpiratas anónimos. Nada de ello ocurrió finalmente.
El arma de los terroristas
“El escenario realista de una bomba sucia es, ciertamente, serio, pero muchos expertos creen que el peligro inmediato para la gente sería mínimo”, recalca un ensayo publicado en el Boletín de los Científicos Atómicos, fundado por algunos padres del Proyecto Manhattan, que desarrolló las primeras bombas nucleares. “Su explosión podría matar o herir a la gente”, admite, pero destaca que su mayor daño es que los costes de limpiar la contaminación y otras pérdidas económicas “podrían ser enormes”, según puntualiza el autor del texto, George Moore, científico del Centro James Martin para los estudios sobre la no proliferación.
El experto toma como ejemplo una serie de televisión sobre el espía más conocido de Tom Clancy, Jack Ryan, para advertir de que la recreación de un incidente así no se corresponde con la realidad. Primero, porque ninguna máscara antigás protege de la radiación, solo unos trajes especiales. Segundo, porque no hace falta tener mucho material para preparar una bomba de este tipo; basta con unos gramos de cesio-137 para matar a cualquier persona cercana. “La elevada penetración de su radiación es el motivo por el que se usa en instrumentos como esterilizadores médicos, pues mata bacterias y virus. Y es el motivo por el que los expertos temen que cualquier persona malvada pueda usarlo como bomba sucia”, señala.
Las autoridades rusas han planteado otros escenarios más elaborados para su acusación. La última versión la ofreció este lunes el jefe de las fuerzas rusas para la guerra radiológica, química y biológica, el teniente general Ígor Kiríllov, quien apuntó que el material podría ser obtenido de varias centrales nucleares activas o de los depósitos de residuos radiactivos de Chernóbil. “La contaminación se extendería por un área de varios miles de metros cuadrados”, soltó el mando militar. Según su teoría, Kiev busca hacer saltar la alarma de los centros de monitoreo de radiactividad europeos al liberar los isótopos al aire, “con la consecuente acusación contra la Federación de Rusia de emplear armas nucleares tácticas” y su declaración como “Estado terrorista”.
Este escenario choca con otra teoría que mantenía Moscú anteriormente. El día 7, la portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, afirmó que Kiev bombardearía la central nuclear ucrania de Zaporiyia, ocupada desde hace meses por tropas rusas. “La idea es hacer todo lo posible para crear una amenaza en torno a esta instalación y usarla como arma nuclear sucia”, afirmó la alto cargo.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) inspeccionó aquella central en septiembre. Su informe no señaló el origen de los ataques infligidos hasta ahora contra el perímetro de las instalaciones, pero reclamó la creación de una zona de seguridad y que las tropas rusas levanten las restricciones a sus empleados ucranios.
Las llamadas de Shoigú este fin de semana han encendido las alarmas entre muchos expertos. “Esto es la base de un ataque de falsa bandera ruso. Es preocupante que esté sucediendo al nivel de los ministros de Defensa”, escribía en Twitter Dara Massicot, analista de la esfera militar rusa del centro Rand. Para Alexander Gabuev, experto del centro de estudios Carnegie, la reanudación de los contactos no debe llevar a “caer en el pensamiento mágico de que Putin puede sufrir grandes derrotas en silencio, perder la guerra y retirarse sin provocar una escalada”.
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