Los republicanos intensifican la batalla por el decisivo voto latino

La población hispana, tradicionalmente demócrata, se abre a nuevas opciones de voto ante la presión de la inflación y las dificultades económicas

Asistentes al evento de campaña de la candidata republicana al Congreso Mónica De La Cruz y la representante Mayra Flores, el 10 de octubre de 2022 en McAllen (Texas).ALLISON DINNER (AFP)

La comunidad de Los Indios, al sur de Texas, está formada por apacibles casas de una planta que lucen con orgullo una bandera de Estados Unidos. Son vastos ranchos de pasto muy verde. Entre las residencias, los negocios venden camiones de segunda mano. También hay iglesias. En la parte posterior de los terrenos serpentea, como una gigantesca cerca trasera, el muro que divide México y Estados Unidos. Esta zona está tapizada con propaganda que llama a votar el próximo 8 de noviembre por la congresista republicana Mayra Flores, quien dio la sorpresa en junio con una victoria en un bastión demócra...

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La comunidad de Los Indios, al sur de Texas, está formada por apacibles casas de una planta que lucen con orgullo una bandera de Estados Unidos. Son vastos ranchos de pasto muy verde. Entre las residencias, los negocios venden camiones de segunda mano. También hay iglesias. En la parte posterior de los terrenos serpentea, como una gigantesca cerca trasera, el muro que divide México y Estados Unidos. Esta zona está tapizada con propaganda que llama a votar el próximo 8 de noviembre por la congresista republicana Mayra Flores, quien dio la sorpresa en junio con una victoria en un bastión demócrata. El triunfo de Flores, la primera mexicana que llega al Capitolio, se proyecta como un fantasma sobre las elecciones legislativas.

El voto de los latinos puede ser decisivo en una batalla donde los hispanos parecen menos dispuestos que antes a apoyar a los demócratas. En uno de los puestos para el Senado más disputados (Nevada), y en otro de inclinación demócrata pero no decidido (Arizona), los latinos representan el 20% de los votantes. Y también superan el 20% en al menos una decena de distritos competitivos de la Cámara de Representantes en Estados como California, Colorado, Florida y Texas.

Flores volverá a estar en la papeleta en noviembre. Tiene bastantes posibilidades de triunfar en la zona del Valle del Río Grande, al sur de Texas. Ella ha proclamado un mensaje conservador alineado con el de Donald Trump, quien pasó de tener un 28% de votos de latinos en 2016 a un 38% cuatro años más tarde, pese a sus insistentes mensajes xenófobos. “Make America Godly Again” (Que Estados Unidos vuelva a creer en Dios), dice uno de sus anuncios. Otro promete: “Dios, Familia y Patria”.

La plataforma de Flores pide mano dura contra los que llegan del sur, como alguna vez lo hiciera su familia, que migró desde Burgos (Tamaulipas). También carga contra dirigentes de la cúpula demócrata en Washington, como Nancy Pelosi, y se opone al matrimonio igualitario. Sus propuestas han logrado eco en una zona rural donde Trump comió mucho terreno al demócrata Joe Biden en las presidenciales de 2020. Esta mujer de 36 años recaudó 1,6 millones de dólares en donativos durante el verano, tres veces más que su contrincante. La cifra deja claro que los republicanos parecen invertir al fin en una zona que antes consideraban impenetrable.

Lenny Trejo, de 63 años, asegura que votará por Flores. Como la congresista, él también nació en Tamaulipas, el Estado mexicano al otro lado del muro. Trabaja desde hace más de 30 años para una empresa de transportes que sirve principalmente al noreste de México. “Es bueno poder votar por alguien como nosotros”, cuenta en Brownsville, una ciudad con una larga tradición de voto progresista dentro del conservador Estado, pero que da señales de ir cambiando a una zona morada, intermedia entre el voto republicano (rojo) y demócrata (azul).

A Trejo nunca le ha interesado mucho la política. Votó por Hillary Clinton en 2016 y decidió no votar en 2020. Su mayor preocupación ahora es la economía y la subida de precios. “Han sido dos años muy duros”, admite. “La gasolina está por las nubes y es la primera vez en años que he tenido que ayudar a mis dos hijas a pagar facturas”, señala. Su bolsillo, como el de muchos en esta zona de un Estado que es el pilar energético de EE UU, se resintió con el precio más alto del combustible en más de 20 años. La economía parece guiar el voto de los hispanos en 2022. Ocho de cada diez la tendrán en mente a la hora de votar, según el centro de análisis independiente Pew.

La representante republicana Mayra Flores de Texas, habla en un evento de campaña en Mcallen. ALLISON DINNER (AFP)

Tras la economía, la siguiente preocupación son la salud y el aborto, un asunto candente tras la decisión del Supremo del pasado junio de anular el derecho federal al aborto mediante la revocación de la sentencia de Roe contra Wade.

En Texas, el control de armas es un asunto principal tras la tragedia de Uvalde de mayo, cuando un joven de 18 años mató a 19 niños y dos maestras en una escuela primaria de una comunidad de mayoría latina. La ira que sienten las familias de las víctimas se ha convertido en un motor de cambio. Muchas apoyan a Beto O’Rourke, el político que aspira a ser el primer demócrata en dirigir el Estado desde Ann Richards en 1991. Parece improbable: el actual gobernador, Greg Abbott, le aventaja por casi nueve puntos.

“Históricamente, el 80% de los hispanos era demócrata, pero la iglesia ha hecho que muchos se vayan con los republicanos por la oposición al aborto y al matrimonio homosexual”, explica Ronald Garza, de 58 años, un demócrata que lucha por ser reelegido como comisionado del condado.

La inmigración es también un asunto prioritario. Este año se han roto todos los récords de llegadas de sin papeles. Por primera se produjeron más de dos millones de arrestos en la frontera con México, un fenómeno impulsado por los emigrantes de Venezuela, Nicaragua y Cuba. El epicentro de esta crisis es Texas, donde el gobernador ha apostado por una polémica medida: enviar a los inmigrantes en autobús a ciudades demócratas del noreste, como Washington y Nueva York. La reubicación tiene un respaldo del 54% en las encuestas. “Me sorprende que muchos de quienes llegaron a este país de forma ilegal ahora apoyen ser más duros con la inmigración. Me dicen que ellos llegaron por la vía legal, aunque yo sé que no es cierto. Otros me dicen que primero ellos y después quienes están llegando ahora”, añade Garza.

“Espero que la violencia armada y el fin del aborto puedan motivar a votar más que la inmigración”, dice el demócrata, que triunfó en una zona muy conservadora. Algunos analistas creen que ocho de cada diez hispanos no votarían por un candidato que no apoye la reforma migratoria, que permitiría regularizar a millones de indocumentados. La Administración de Biden hizo grandes promesas al llegar a la Casa Blanca en esta materia. Dos años después, permanecen incumplidas. La aprobación de Biden entre los latinos es del 45%.

Un voto no monolítico

Suele decirse en cada ciclo electoral que el voto latino no es monolítico. Los asuntos que dominan las elecciones locales en Chicago no son los mismos que motivan al voto en California o Florida. También hay distinciones dentro de los grupos raciales. Los latinos de origen mexicano y puertorriqueño suelen apoyar más a los demócratas (58% y 52%, respectivamente) que los cubanos, quienes prefieren a los republicanos (55%).

Personas asisten a un evento para promover el voto latino en el barrio hispano de Maryvale en Phoenix (Arizona).EDGARD GARRIDO (Reuters)

Los dos grandes partidos necesitan una alta participación para beneficiarse del voto latino. Aunque las elecciones de medio mandato suelen atraer a menos votantes, las de 2018 fijaron un récord con el 50,1%. “Los latinos salimos a votar en números históricos a pesar de que somos el grupo donde menos se invierte en participación”, señala Héctor Sánchez Barba, presidente de la organización Mi Familia Vota.

Otra amenazas sobre los latinos es la escasa calidad de la información a la que están expuestos. Las cadenas y medios en español solo están presentes en un puñado de Estados, dejando el resto a las redes sociales y a la desinformación que suelen acarrear en tiempos electorales. Los peligros están claros. El congresista Joaquín Castro, que representa a San Antonio (Texas), señaló en un coloquio reciente: “Aunque las tecnológicas han dado algunos pasos para combatir la desinformación, me decepciona ver que toleran mentiras en español que no permitirían en inglés, pues asignan la moderación de contenido a traductores que desconocen la cultura latina”.

Facebook promovió más de 2.000 publicaciones durante la campaña de reelección de Donald Trump en 2020 en la que se mostraba a los latinos como invasores de Estados Unidos. “Antes de que acabara ese verano, un loco retomó el llamado a la acción de Trump y condujo 10 horas a El Paso, donde mató a 23 personas e hirió a más de 20 en un intento por detener lo que llamó la invasión hispana de Texas”, recordó el legislador. Dos años después, todas las miradas están una vez más puestas sobre los latinos.

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