La cancelación de visados a turistas rusos abre otro frente en la UE

Los bálticos y algunos países del este planean endurecer las sanciones a Moscú con una restricción de los viajes que no sean por motivos humanitarios, pero el canciller alemán cree que esta medida castigaría a toda la población “incluidos los inocentes”

Sesión del Parlamento de Letonia, celebrada este jueves en Riga, en la que se ha declarado a Rusia "Estado promotor del terrorismo".AP

Los países de la Unión Europea más próximos a Rusia —y los que comparten más kilómetros de frontera con el país— reclaman un endurecimiento mayor de la política europea hacia el gran vecino del este. El Parlamento de Letonia ha aprobado una resolución en la que se declara a Rusia como un “Estado promotor del terrorismo”. Estonia ha anunciado este martes que va a endurecer la concesión de visados a los ciudadanos rusos, uniéndose así a la posición mantenida por Lituania desde que comenzó la guerra de Ucrania, que solo concede permisos de viaje a los ciudadanos rusos por motivos humanitarios. Mi...

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Los países de la Unión Europea más próximos a Rusia —y los que comparten más kilómetros de frontera con el país— reclaman un endurecimiento mayor de la política europea hacia el gran vecino del este. El Parlamento de Letonia ha aprobado una resolución en la que se declara a Rusia como un “Estado promotor del terrorismo”. Estonia ha anunciado este martes que va a endurecer la concesión de visados a los ciudadanos rusos, uniéndose así a la posición mantenida por Lituania desde que comenzó la guerra de Ucrania, que solo concede permisos de viaje a los ciudadanos rusos por motivos humanitarios. Mientras, la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, reclama desde hace días a los socios de la UE un endurecimiento de las sanciones a Rusia.

El debate sobre una nueva vuelta de tuerca en las sanciones de la Unión Europea a Moscú por invadir Ucrania se ha abierto con un elemento muy veraniego. Los visados turísticos para ciudadanos rusos. Las posiciones se van dibujando ya. Y muy probablemente se abordarán a finales de agosto en la reunión que los ministros de Asuntos Exteriores de la UE mantendrán en Praga. “Quiero sacar el tema de los visados para los ciudadanos rusos durante la reunión informal que se celebrará en Praga a finales de agosto”, ha anunciado el ministro checo de Relaciones Exteriores, Jan Lipavsk, este jueves.

La postura de Estonia en ese encuentro será nítida. Su primera ministra, Kaja Kalas, reclamó el martes que se dejara de conceder visados turísticos a los ciudadanos rusos con el argumento de que “visitar Europa es un privilegio, no derechos humanos”. Se sumaba, junto a Finlandia, a la petición que había hecho el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, el domingo.

En un artículo publicado en el diario estadounidense The Washington Post, Zelenksi reclamó prohibir la entrada a los países occidentales de todos los ciudadanos rusos. El Kremlin replicó el martes que esta propuesta “rebasa todos los límites”. “Cualquier intento de aislar a los rusos o a Rusia es una inciativa que no tiene perspectivas”, aseguró el portavoz de Putin, Dmitri Peskov.

Como respuesta, la Comisión Europea ha recordado que la competencia para decidir sobre la emisión de visados turísticos es de cada Estado miembro. No obstante, la portavoz de Asuntos Interiores del Ejecutivo europeo ha instado a que se mantengan estos permisos de entrada en circunstancias específicas. “Los Estados miembros deben respetar sus obligaciones internacionales y asegurar que haya visados que siempre se conceden, como los humanitarios y a familiares, periodistas o disidentes”.

Unas horas después, Estonia ha recogido el guante y ha anunciado que restringe la concesión de visados. “Estonia ha decidido no aceptar más gente de Rusia, que sean titulares de un visado otorgado por Estonia, para ingresar al país. Hago un llamamiento a otros gobierno para que sigan estos pasos”, ha anunciado el ministro de Exteriores, Urmas Reinsalu, en Twitter. Según él, en los últimos meses ha aumentado mucho la cifra de ciudadanos rusos que cruzan a su país. “Esto no está en línea con nuestros propósitos”, ha añadido.

La postura de las repúblicas bálticas ha encontrado este mismo jueves la contundente oposición de Alemania. En la tradicional rueda de prensa veraniega que ofrecen los jefes de Gobierno alemanes, Olaf Scholz ha rechazado esta sanción con el argumento de que la invasión de Ucrania “es la guerra de [Vladímir] Putin”. Con esta frase, el canciller alemán apunta al presidente ruso como responsable máximo de la agresión. Restringir el acceso a todos los ciudadanos rusos supondría, en cambio, dirigirse “contra toda la población, incluidos los inocentes”, ha añadido.

Nada más comenzar la guerra, la Unión Europea ya suspendió los acuerdos que mantenía con Moscú para tramitar con facilidad visados. La medida afectó a diplomáticos, pero sobre todo a las algo más de 1.000 personas próximas al Kremlin que aparecen entre los sancionados.

El frente de los permisos de entrada en el área Schengen es solo uno de los que han abierto estos días desde las orillas del Báltico. El Parlamento de Letonia ha declarado a Rusia este mismo jueves como un Estado promotor del terrorismo. La declaración ha encontrado la rápida respuesta de Moscú, que la ha calificado de xenófoba. La portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, acusó al Parlamento letón de guiarse por una “xenofobia bestial” por aprobar una declaración que denomina a Rusia Estado patrocinador del terrorismo y alienta a otros países a aprobar iniciativas similares. “Si se tiene en cuenta que no hay hechos, más allá de una xenofobia bestial, en los que se base esta decisión, solo se puede llamar a sus ideólogos neonazis”, escribió la portavoz en su canal de Telegram.

La tercera vía que se abre desde el norte también este jueves es la distancia que ponen Riga y Tallin con China, que hasta ahora ha mantenido una posición de una calculada ambigüedad escorada hacia Rusia con Ucrania. En consonancia con lo que ya había hecho Lituania, Letonia y Estonia han decidido abandonar el mecanismo de cooperación que varios países de Europa central y del este mantenían con China en la llamada nueva Ruta de la Seda, el gran proyecto de infraestructuras y financiación con el que el gigante asiático busca expandir su influencia en el mundo.

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