China pone fin a las maniobras en torno a Taiwán, pero endurece su exigencia de reunificación con la isla
Pekín publica el primer Libro Blanco sobre Taiwán en 22 años, en el que avisa de que recurrirá a “cualquier medida necesaria para evitar las interferencias externas y cualquier actividad separatista”
Pekín ha reafirmado este miércoles su determinación de lograr la “reunificación con Taiwán”. Por primera vez en 22 años, las autoridades chinas han publicado un informe oficial para enfatizar que Taiwán es “una parte inalienable de China” y demostrar “la determinación y el compromiso del Partido Comunista y del pueblo chino” con la unificación de la isla y la parte continental. La publicación de este Libro Blanco llega...
Pekín ha reafirmado este miércoles su determinación de lograr la “reunificación con Taiwán”. Por primera vez en 22 años, las autoridades chinas han publicado un informe oficial para enfatizar que Taiwán es “una parte inalienable de China” y demostrar “la determinación y el compromiso del Partido Comunista y del pueblo chino” con la unificación de la isla y la parte continental. La publicación de este Libro Blanco llega tras una semana marcada por la escalada de tensión en el estrecho de Formosa, después de la visita a la isla de la líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi. El gigante asiático considera el viaje un acto de apoyo al independentismo taiwanés y, en respuesta, inició el pasado jueves unas maniobras militares sin precedentes en la región. El ejército chino ha anunciado, poco después de que el texto viese la luz, el cese de los simulacros bélicos, aunque destacó que continuarán “la preparación para la guerra y las operaciones de control”, como ya venían anticipando medios locales.
La Oficina de Asuntos de Taiwán ―agencia administrativa que responde al Consejo de Estado chino― ha publicado este miércoles un Libro Blanco titulado: La cuestión de Taiwán y la reunificación con China en la nueva era. En el texto habla de tomar “cualquier medida necesaria” ante toda actividad separatista, así como para evitar supuestas injerencias extranjeras.
Es la tercera vez que el gigante asiático publica una guía sobre el asunto taiwanés. La primera, de 1993, llegó un año después del llamado Consenso de 1992, que sirvió para impulsar el acercamiento entre las dos orillas. La segunda, de 2000, se publicó un mes antes de las elecciones presidenciales en la isla, en las que por primera vez ganó el Partido Democrático Progresista de Taiwán, abiertamente a favor de un distanciamiento de Pekín. “La nueva era” es la terminología asociada al mandato del presidente chino, Xi Jinping, quien se espera sea reelegido para una tercera legislatura de cinco años ―sin precedentes desde Mao Zedong― durante el XX Congreso del Partido Comunista, previsto para otoño.
El último Libro Blanco sobre Taiwán deja muy claro que los niveles de tolerancia del Gobierno chino hacia cualquier atisbo de actividad proindependencia están en mínimos. Con un tono marcadamente asertivo, trazando muchas más líneas rojas que en los dos textos anteriores, Pekín deja todo encaminado hacia una aspiración de “reunificación” que ya no se ve en un horizonte lejano, sino como algo que se espera con impaciencia. Ejemplo de la inquietud china es que, mientras que en los textos en mandarín de 1993 y 2000 la idea de la “independencia de Taiwán” aparece en cinco ocasiones, en el actual informe se lee hasta 36 veces.
Tras lo ocurrido en la última semana, Pekín ha dejado caer en saco roto ciertas garantías con las que, en su día, se intentó convencer a Taipéi de la unificación. Cuando en los textos de 1993 y 2000 se explicaba la fórmula de un país, dos sistemas, se enfatizaba que la parte continental permitiría a Taiwán disfrutar de cierta autonomía de producirse la “reunificación”, asegurando que no enviaría ni tropas ni personal administrativo para establecerse en la isla, que funciona como un Estado de facto ―desde la huida en 1949 de los líderes nacionalistas del partido Kuomintag tras la guerra civil ganada por los comunistas de Mao Zedong―. En la última versión, sin embargo, esa promesa ha desaparecido. “La aplicación específica de un país, dos sistemas en Taiwán sopesará la situación real de Taiwán, asimilará las opiniones y sugerencias de todos los sectores a ambos lados del estrecho, y tendrá plenamente en cuenta los intereses y sentimientos de los compatriotas taiwaneses”. También se ha esfumado el matiz de que “se podrá negociar” siempre y cuando Taipéi acepte que solo hay una China y no busque la independencia.
Las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao se basan en el modelo de un país, dos sistemas, principio ideado por Deng Xiaoping en la década de 1980. El objetivo era asegurar la conformidad con que China no hay más que una, pero a la vez garantizar que aquellas áreas que habían desarrollado sus propios sistemas económicos y de libertades podrían mantenerlos tras regresar bajo dominio chino. La idea, originalmente concebida para Taiwán, nunca ha sido aceptada por los partidos políticos de la isla. Además, el recorte de libertades que se ha producido en Hong Kong a raíz de las protestas de 2019 ha aumentado la desconfianza generalizada hacia este principio.
En este tiempo, también han cambiado los términos con respecto a la “reunificación pacífica”. En 1993 era “aspiración común de todos los chinos” y se alcanzaría “a través de la negociación”; en 2000, el Gobierno endurecía el tono, aseverando que era “un asunto interno” y que no tenía “ninguna obligación de renunciar al uso de la fuerza”. Pekín continúa ahora sin descartar “cualquier medida necesaria para evitar las interferencias externas y cualquier actividad separatista”, que “en ningún caso estarán dirigidas” a los “compañeros chinos en Taiwán”. Además, en el actual informe y por primera vez, se culpa directamente a las “potencias extranjeras” de obstaculizar e interferir en el proceso de unificación.
El Consejo de Asuntos del Continente, el ministerio del Ejecutivo taiwanés encargado de la planificación, desarrollo e implementación de políticas entre Taiwán y China, ha criticado el nuevo Libro Blanco, afirmando que “está lleno de mentiras basadas en ilusiones; ignora los hechos, y que la República de China [nombre oficial de Taiwán] es un Estado soberano”. “Solo los 23 millones de taiwaneses tienen derecho a decidir sobre el futuro de Taiwán, y nunca aceptarán un resultado establecido por un régimen autocrático”, apunta.
Poco después de la publicación del texto, el Ejército Popular de Liberación chino ha anunciado el cese de las maniobras militares que ha estado realizando alrededor de Taiwán durante una semana. El comunicado de las Fuerzas Armadas da por “completadas” varias tareas, aunque informa de que “se seguirán vigilando los cambios en la región” y que también continuarán con “el entrenamiento y la preparación para el combate”, así como con “patrullas regulares con el fin de defender la soberanía nacional y la integridad territorial”. Fuentes citadas por Reuters aseguran que este miércoles varios aviones chinos han sobrevolado la zona muy cerca de la línea media divisoria, la frontera no oficial del estrecho de Formosa, mientras que el Ministerio de Defensa taiwanés afirma que los cazas de Pekín la han cruzado hasta en 17 ocasiones.
La última en sumarse a las condenas oficiales por los ejercicios de guerra chinos ha sido la secretaria de Exteriores británica ―y también candidata a sustituir a Boris Johnson al frente del Gobierno del Reino Unido―, Liz Truss, quien convocó este miércoles al embajador chino en Londres, Zheng Zeguang, para que explicase “el comportamiento agresivo y la retórica de Pekín en los últimos meses”.
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