La salida dialogada a las protestas de Ecuador se estanca en el pulso indígena al Gobierno

El líder de los manifestantes condiciona una eventual negociación a que el presidente Lasso desactive el estado de excepción y retire a la policía y los militares de Quito

El presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, Leonidas Iza, de rojo, marcha en las manifestaciones de este miércoles en Quito. Foto: DAVID DIAZ ARCOS (BLOOMBERG) | Vídeo: REUTERS

Lejos de llevar las demandas sociales a una mesa de negociación, Leonidas Iza le apuesta a más días de protestas en las calles de Quito. El líder indígena que da rostro a una semana y media de manifestaciones en Ecuador ha desdeñado la invitación a dialogar del Gobierno y, más bien, ha impuesto nuevas condiciones. Para que el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas acceda a conversar en un mismo espacio con el mandatario ecuato...

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Lejos de llevar las demandas sociales a una mesa de negociación, Leonidas Iza le apuesta a más días de protestas en las calles de Quito. El líder indígena que da rostro a una semana y media de manifestaciones en Ecuador ha desdeñado la invitación a dialogar del Gobierno y, más bien, ha impuesto nuevas condiciones. Para que el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas acceda a conversar en un mismo espacio con el mandatario ecuatoriano, Guillermo Lasso, este debe desactivar el estado de excepción decretado el fin de semana y ordenar que se retiren los policías y militares que custodian puntos claves de la capital.

En paralelo a estas condiciones y el tira y afloja de los dos dirigentes políticos, las concentraciones han escalado el tono de violencia. Ya hay dos muertos y escenas de batalla campal en pleno centro histórico quiteño. “Venimos a resolver problemas, pero el Estado nos recibe con violencia”, pronunció este miércoles Iza en uno de sus varios en vivo difundidos a través de las redes. A diferencia de los días anteriores, en que había tenido apariciones puntuales al inicio o final de la jornada, el dirigente de los pueblos indígenas se unió a los suyos en las marchas y se empachó con proclamas y arengas de resistencia.

La noche anterior había rechazado poner fin a la paralización nacional, pese a haber recibido 10 propuestas del Gobierno atendiendo en buena parte a sus 10 puntos de reclamo. La negativa a dialogar fue mal recibida en la Administración de Lasso. “Para dialogar se necesitan dos partes y estamos dispuestos”, aseveró como reacción el ministro de Gobierno. “Pero no puede ser con imposiciones ni con el secuestro de todo un país ni de todo un Gobierno”, matizó Francisco Jiménez a primera hora de un día que Iza dedicó a reforzar su imagen de convocador de grandes masas.

La marcha de media tarde del miércoles por el centro de Quito, colorida y pacífica, contrastó con los enfrentamientos de los días previos por la noche. En los últimos días de protesta, han volado palos y piedras contra policías, así como gases lacrimógenos contra los manifestantes. Un joven murió en la ciudad de la provincia amazónica de Puyo, con una herida en la cabeza que los participantes en la convocatoria atribuyen al impacto de una bomba lacrimógena lanzada por la policía y que el ministro de Interior, Patricio Carrillo, achaca a un incidente con explosivos caseros provocado por los propios manifestantes.

Pese al desdén inicial de Leonidas Iza a abordar las propuestas de acercamiento trasladadas desde el Palacio presidencial de Carondelet, la Confederación de Nacionalidades Indígenas respondió por escrito al Gobierno. Se publicó una carta en Twitter, firmada por Iza y otros cuatro líderes de las comunidades, que el ministro de Gobierno dio por recibida para iniciar un diálogo “efectivo”, en un gesto como para evidenciar que si llega a haber negociación será por la predisposición oficial.

El documento, precisamente, afeaba al Ejecutivo los meses de conversaciones frustradas en los que los representantes indígenas habían planteado sus demandas sociales, por las dificultades económicas que agobian a las familias en las zonas rurales de Ecuador, pero que nunca fueron atendidas. Solo se sentarán a la mesa, según consta en el escrito, si hay “garantías” de que se cumplirán las propuestas gubernamentales y si no se restringen puntos de negociación considerados “inviables”.

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