Nigeria rebaja a 21 la cifra de muertos en un ataque a una iglesia católica
Medios locales y fuentes médicas habían informado previamente de al menos 50 víctimas mortales. Los asaltantes abrieron fuego y detonaron explosivos contra los fieles por razones que aún se desconocen
Nigeria ha rebajado este lunes a 21 personas la cifra de muertos en un ataque a una iglesia católica en Owo, en el suroeste del país, llevado a cabo este domingo por un grupo de hombres armados durante la misa. Esta primera cifra oficial —confirmada a la agencia France Presse por el portavoz del gobernador local, Richard Olatunde—, representa menos de la mitad del cálculo inicial de fallecidos ofrecido por medios locales y fuentes médicas, que lo habían elevado al menos a 50. El ataque se produjo cuando los asaltantes abrieron fuego y detonaron explosivos contra los fieles, que celebraban Pent...
Nigeria ha rebajado este lunes a 21 personas la cifra de muertos en un ataque a una iglesia católica en Owo, en el suroeste del país, llevado a cabo este domingo por un grupo de hombres armados durante la misa. Esta primera cifra oficial —confirmada a la agencia France Presse por el portavoz del gobernador local, Richard Olatunde—, representa menos de la mitad del cálculo inicial de fallecidos ofrecido por medios locales y fuentes médicas, que lo habían elevado al menos a 50. El ataque se produjo cuando los asaltantes abrieron fuego y detonaron explosivos contra los fieles, que celebraban Pentecostés, según medios locales. Olatunde confirmó que los asaltantes utilizaron dinamita contra quienes asistían al oficio religioso en el templo situado en la localidad del Estado de Ondo.
Un doctor del hospital de esta localidad había asegurado el domingo que no menos de medio centenar de cadáveres habían sido trasladados desde la iglesia hasta el Centro Médico Federal y el Hospital Católico Saint Louis. Según testigos citados por la BBC, los asaltantes secuestraron también a un sacerdote y a varios fieles. Las víctimas de este ataque sufren desde laceraciones a heridas de bala y amputaciones y otros daños causados por las explosiones, aseguró este lunes Samuel Aluko, otro médico del hospital local.
De acuerdo con este facultativo citado por la agencia Reuters, hay al menos 27 heridos adultos, algunos de ellos entre la vida y la muerte. El médico informó a su vez de que una mujer ha perdido las dos piernas. Aluko aseguró que los niños heridos están siendo tratados en otro lugar del hospital, pero dijo no tener detalles sobre su estado. Las autoridades nigerianas no han dado aún ninguna información sobre los autores de ataque ni tampoco sobre sus posibles motivaciones.
El presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, calificó el domingo el ataque de “atroz”. El gobernador del Estado de Ondo, Arakunrin Oluwarotimi Akeredolu, interrumpió un viaje a la capital, Abuya, y regresó a Ondo tras el ataque. “Destinaremos todos los recursos disponibles para dar caza a estos asaltantes y hacerles pagar”, señaló.
La sala de prensa de El Vaticano informó, por su parte, de que el papa Francisco “reza por las víctimas” del ataque, “muchos de ellos niños”, en el día en el que los católicos conmemoran una de sus principales fechas.
Nigeria, el Estado más poblado de África (205 millones de habitantes) sufre fenómenos de insurgencia islamista en el noreste, especialmente la amenaza yihadista que asola desde 2009 esa región del país, causada por el grupo Boko Haram y, desde 2015, su facción ISWAP (Estado Islámico en la Provincia de África Occidental). En la región septentrional, los secuestros con fines económicos se han generalizado en los últimos años. A ello se suma el contrabando de petróleo en el extremo sur de Nigeria.
La masacre de Owo no encaja de momento en ninguna de esas categorías. El suroeste de Nigeria está habitado mayoritariamente por el grupo étnico yoruba, dividido a partes iguales entre musulmanes y cristianos, dos comunidades que cohabitan allí de forma pacífica. Otras regiones del país sí han experimentado repetidos brotes de violencia entre musulmanes y cristianos, incluyendo asesinatos en iglesias y mezquitas, si bien la excusa confesional a menudo sirve para ocultar factores ajenos a la religión como el enfrentamiento entre agricultores y pastores, cuyos medios de vida chocan en ocasiones -los ganaderos aspiran a dedicar la tierra a pastos mientras que los labriegos pretenden reservarla para sus cultivos-, que se solapan con las divisiones étnicas y religiosas.
Recientemente, también el sureste de Nigeria ha comenzado a ser escenario de graves secuestros y asesinatos que las autoridades atribuyen a los separatistas del Pueblo Indígena de Biafra (IPOB, por sus siglas en inglés).
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