Mitos del Brexit que pierden gasolina

Varias semanas de desabastecimiento de alimentos y combustibles en el Reino Unido han desmoronado de golpe algunos mitos del Brexit

Camiones en un aparcamiento de la autopista M25, en Cobham (Reino Unido), el pasado agosto.PETER CZIBORRA (Reuters)

En primer lugar, el mito de que lo único importante de la pertenencia a la Unión Europea era el comercio sin aranceles, olvidando que el mercado único da fácil acceso a una oferta laboral ampliada. La pandemia no ha creado ningún problema nuevo: tan solo ha acentuado el tradicional déficit de profesionales del sector logístico, al estimular el retorno de trabajadores a sus países, acelerar jubilaciones o ralentizar la certificación de nuevos camioneros. El Brexit simplemente ...

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En primer lugar, el mito de que lo único importante de la pertenencia a la Unión Europea era el comercio sin aranceles, olvidando que el mercado único da fácil acceso a una oferta laboral ampliada. La pandemia no ha creado ningún problema nuevo: tan solo ha acentuado el tradicional déficit de profesionales del sector logístico, al estimular el retorno de trabajadores a sus países, acelerar jubilaciones o ralentizar la certificación de nuevos camioneros. El Brexit simplemente ha convertido en un grave problema lo que antes se solucionaba rápidamente contratando trabajadores europeos. Y los que se fueron por la covid ya no vuelven por el Brexit.

En segundo lugar, el mito de que los trabajadores europeos estaban quitando empleo a los británicos, cuando el promedio de edad de 55 años de sus conductores indica que las nuevas generaciones no están muy dispuestas a heredar esa dura profesión. Conseguir que 100.000 británicos más se dediquen a manejar camiones no parece ni eficiente ni factible, porque la oferta doméstica no es infinita ni suficientemente elástica a unos salarios que solo subirán lo que permita la rentabilidad del sector.

En tercer lugar, el mito de que las necesidades laborales podrían cubrirse perfectamente con un sistema de visados por puntos, poco fluido para un mercado dinámico y complejo como el británico y escasamente atractivo para picos temporales de demanda de trabajadores con certificación y experiencia.

En cuarto lugar, el mito de que el Brexit convertiría al Reino Unido en el paraíso de los negocios. Ahora no sólo es un país relativamente pequeño —como argumenta Estados Unidos para descartar priorizar un acuerdo comercial—, sino lleno de enojoso papeleo: a muchos no les compensará tramitar un visado de trabajo sólo para unos meses. Así pues, si las dificultades de exportación en los primeros meses del Brexit demostraron los costes de pasar de una unión aduanera a una zona de libre comercio con complejas reglas de origen, los actuales problemas de abastecimiento demuestran que pasar de un mercado único con libre circulación de trabajadores a un rígido sistema de control de inmigración va en contra del principio de especialización y de eficiencia económica. Nada que no supiéramos, pero claro, Brexit y racionalidad nunca han ido asociados.

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