Pashinián gana las elecciones de Armenia pese a las críticas por la derrota en Nagorno Karabaj
El principal opositor, el expresidente Korcharián, no reconoce los resultados y habla de fraude mientras el primer ministro interino convoca a sus partidarios a celebrar este lunes la victoria
El partido de Nikol Pashinián, que llegó al poder en Armenia en 2018 tras unas protestas multitudinarias contra las élites políticas, ha obtenido una sustanciosa mayoría en las elecciones parlamentarias del pequeño país del Cáucaso. Pashinián, primer ministro interino que tuvo que convocar elecciones anticipadas por la crisis surgida tras la derrota frente a Azerbaiyán en la guerra de Nagorno Karabaj y que se había convertido en blanco de las críticas de toda la oposición, ha obtenido un 53,9% de los votos, según datos finales de la Comisión Electoral. No obstante, su principal oponente, el ex...
El partido de Nikol Pashinián, que llegó al poder en Armenia en 2018 tras unas protestas multitudinarias contra las élites políticas, ha obtenido una sustanciosa mayoría en las elecciones parlamentarias del pequeño país del Cáucaso. Pashinián, primer ministro interino que tuvo que convocar elecciones anticipadas por la crisis surgida tras la derrota frente a Azerbaiyán en la guerra de Nagorno Karabaj y que se había convertido en blanco de las críticas de toda la oposición, ha obtenido un 53,9% de los votos, según datos finales de la Comisión Electoral. No obstante, su principal oponente, el expresidente Robert Korcharián (1998 a 2008), que obtuvo un 21%, habla de fraude en los comicios y ha declarado que no reconoce los resultados; planea impugnarlos ante el Tribunal Constitucional.
Este lunes al atardecer, pese a los más de 30 grados, miles de personas se han reunido en la plaza de la República de Ereván para celebrar la victoria de Pashinián, de 46 años. Con banderas de Armenia, y un ambiente festivo han celebrado que el político, antiguo periodista, liberal y populista, haya revalidado su mandato. “¡Nikol, Nikol!”, jaleaban al primer ministro interino, alumbrando con las linternas de los móviles, como pequeñas luciérnagas. “El pueblo de Armenia tomó su decisión. Lo que se esperaba sucedió: la ciudadanía armenia definitivamente ganará y nosotros ganamos”, ha clamado Pashinián desde el estrado, acompañado de miembros de su partido, Contrato Civil.
El Bloque Armenia de Korcharián, un político conservador, con fama de hombre fuerte, amigo cercano del presidente ruso, Vladímir Putin, y originario de Nagorno Karabaj, habla de fraude. Pero sobre todo acusa al Gobierno de usar recursos administrativos para la campaña de Pashinián, de “esfuerzos para intimidar” a los votantes, cortes de energía en varias zonas del país durante el conteo de votos y “votación dirigida” en el ejército, según un comunicado. “Cientos de señales de los colegios electorales que atestiguan falsificaciones organizadas y planificadas sirven como una razón seria para la falta de confianza”, dijo el bloque en una nota. “No aceptaremos los resultados de las elecciones hasta que se aclaren todas las cuestiones problemáticas y se disipen las dudas”, añadió el partido de Korcharián, que ha centrado su campaña en promesas de seguridad y refuerzo de las fronteras y en su propia experiencia como militar en la primera guerra de Nagorno Karabaj en la década de 1990.
Ahora, los partidarios de Pashinián temen que la oposición no acepte la victoria y se produzcan manifestaciones y enfrentamientos. En los comicios, marcados por la tensión y la frustración y en los que han participado 25 formaciones políticas, ha votado casi el 50% de electorado; un porcentaje más alto del esperado. Las elecciones parlamentarias anticipadas de este domingo, son las terceras en el país del Cáucaso sur en poco más de cuatro años y la salida a una dura crisis política derivada de la guerra de Nagorno Karabak —el enclave montañoso controlado desde hace años por Armenia, pero internacionalmente reconocido como parte de Azerbaiyán— en la que, en 44 días, murieron unas 6.000 personas.
Mientras Korcharián hablaba de impugnar los resultados varias voces internacionales potentes se han apresurado a respaldar el desarrollo de las elecciones. En Rusia, aliado de Armenia, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, recalcó que Pashinián había obtenido una “victoria contundente”. También el presidete del Consejo de Europa, Charles Michel, ha felicitado a Pashinián este lunes por la victoria electoral y le ha ofrecido el apoyo de la UE para la agenda de reformas de Armenia para estabilizar la región del Cáucaso sur. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) dijo en un comunicado que las elecciones fueron “competitivas” y “en general, bien gestionadas” aunque caracterizadas por la polarización y una “retórica cada vez más incendiaria entre los principales contendientes”.
La campaña ha sido tensa, ambos candidatos habían ido subiendo y endureciendo el tono en los últimos meses, cuando los sondeos daban un ajustado resultado en las parlamentarias. Korcharián, que se ha visto envuelto en acusaciones de corrupción de cuando era presidente, llegó a sugerir un duelo contra Pashinián con “cualquier tipo de arma” en lugar de celebrar debates, mientras que el primer ministro interino, que blandía un martillo en sus mítines y prometió un “mandato de acero”, aseguró que emprendería purgas en la Administración de “clavos oxidados”.
Las reformas contra la corrupción de Pashinián, que fueron una de sus líneas electorales en 2018, han avanzado pero de forma lenta. La economía sigue estando en manos de un grupo reducido de las élites y los recursos estratégicos están en su mayoría bajo control de su aliado cercano, Rusia, que también alberga una base militar. Pashinián ha tenido relaciones algo más frías con el Kremlin que sus predecesores, pero a pesar de que Moscú tiene alergia a las protestas y movilizaciones sociales como las que le impulsaron al poder, ha logrado convencer a su socio de que es un aliado fiable o, al menos, no díscolo.
Pese a los cambios, la derrota en Nagorno Karabaj, y el acuerdo de tregua firmado con Azerbaiyán y auspiciado por Moscú que consagra la pérdida de siete distritos que los armenios habían controlado durante décadas, supuso un durísimo golpe para Pashinián. El político reconoció que el acuerdo no era bueno, también que era doloroso, pero recalcó que, dada la desigualdad militar, era necesario para evitar que Azerbaiyán, que ha contado con el importante apoyo de Turquía, pasara a dominar todo el montañoso enclave. Ahora, unos 2.000 soldados rusos, que forman un contingente de paz, están desplegados en la zona.
Pero ha pesado más el rechazo al regreso al poder de las viejas élites y los recuerdos de las denuncias de corrupción del Gobierno de Robert Korcharián. En gran parte por eso, Artak y Lusine Avagyan siguen confiando en el primer ministro interino. “Es un hombre de verdad, que lo daría todo por Armenia y que incluso sabiendo que le iba a perjudicar ha firmado ese acuerdo para salvar el resto”, señalaba la mujer tras depositar su voto en un colegio de Ereván. El matrimonio, de 62 y 64 años vivió fuera unos años, cuenta, en el este de Francia, donde siguen sus hijos y nietos.
En las últimas semanas, el líder de Contrato Civil había endurecido su discurso y pidió el voto para lo que prometió que sería un “mandato de acero”. “Los armenios ven que hay fuerzas que provocan enfrentamientos políticos, una guerra civil”, clamó el jueves en uno de sus mítines en el centro de Ereván.
Azerbaiyán todavía mantiene unos 50 soldados armenios retenidos. Y su vuelta ha sido uno de los puntos clave de la campaña. Pashinián, en un gesto populista y profundamente simbólico, ofreció hace unos días intercambiar a su propio hijo por ellos. Y esta semana, en pleno pico electoral el Gobierno negoció la vuelta de 15 militares a cambio de mapas que indicaban la ubicación de unas 97.000 minas colocadas en el enclave. Pero el pacto recibió profundas críticas de quienes sostienen que con el mapa se podría haber logrado mucho más a cambio, señala el analista Grant Mikaelían.
En un colegio de las afueras de Ereván, la capital, Ani Grigosián ha hecho un buen rato de cola para votar. El termómetro marca 36 grados centígrados, pero el calor no ha disuadido de salir a las urnas. Esta profesora de 46 años es una de las desencantadas con Pashinián y su partido Contrato Civil. “Voté por él, pero ahora creo que se ha vuelto como los otros políticos. Y no es lo que hace falta para Armenia”, explica la mujer, que cuenta que ha perdido a varios familiares en la guerra de Nagorno Karabaj y que acogió durante semanas en su casa a una familia de amigos cercanos que huyeron del conflicto. Prefiere no decir qué partido ha elegido, pero se muestra escéptica. “No creo que haya mucho margen para cambiar las cosas. ¿Renegociar un acuerdo que ha sido cocinado por Moscú? Lo dudo”. En el colegio donde ha depositado el voto, como en todo el país, la guerra está muy presente. Un cartel, hecho por los alumnos con fotos de soldados en el frente ocupa un lugar de honor en el pasillo. “Nuestros chicos, los héroes”, dice.