La primera vuelta de las elecciones peruanas se resolverá en el último momento

Un casi empate técnico de varios candidatos según las encuestas más recientes, y la falta de liderazgo claro que favorece la volatilidad entre votantes, hace virtualmente imposible predecir el resultado

Un hombre con una máscara de Hernando de Soto coloca un cartel antes de una aparición del candidato en Villa El Salvador, Lima, el pasado 5 de abril.SEBASTIAN CASTANEDA (Reuters)

En un puñado de votos: así están las cinco (o hasta seis) candidaturas principales según las encuestas a pocos días de la primera vuelta en las elecciones presidenciales peruanas. El descenso de Yohny Lescano por el centro-izquierda (10,5%) y la crecida de Hernando de Soto por la derecha (7,2%) han comprimido todavía más una carrera que ya estaba apretada la semana pasada: el otrora líder George Forsyth ha detenido su caída en los entornos ...

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En un puñado de votos: así están las cinco (o hasta seis) candidaturas principales según las encuestas a pocos días de la primera vuelta en las elecciones presidenciales peruanas. El descenso de Yohny Lescano por el centro-izquierda (10,5%) y la crecida de Hernando de Soto por la derecha (7,2%) han comprimido todavía más una carrera que ya estaba apretada la semana pasada: el otrora líder George Forsyth ha detenido su caída en los entornos del 8%; de la misma manera, Keiko Fujimori se mantiene en los entornos de los 7 puntos. También la izquierdista Verónika Mendoza y el conservador López Aliaga, con la diferencia de que para la primera sí ha habido un repunte interesante en los últimos días.

Las diferencias son, en cualquier caso, tan pequeñas que entran dentro no sólo del margen de error estadístico declarado por cualquiera de las encuestadoras, sino de lo imprevisible de una campaña que se ha construido alrededor de la incertidumbre. Tras el ciclo de protestas en torno a la destitución de Martín Vizcarra en noviembre del año pasado y el escándalo de la vacunación fuera de tiempo y norma del mismo Vizcarra, entre otros significados líderes del país, el terreno parecía abonado para que un outsider recogiera el enfado ciudadano. Sin embargo, ninguno de los muchos candidatos en liza ha logrado hacerlo suyo. Ni desde frentes ideológicos, ni tampoco con propuestas pretendidamente más técnicas o directamente tecnocráticas, como la que protagoniza Hernando de Soto; ni siquiera con discursos más vagos, abiertos y centrados en el significante “cambio”, del estilo que abanderó el ex-futbolista Forsyth.

Ante esta falta de liderazgos nítidos, las encuestas han recogido una curiosa, poco habitual situación: se ha reducido la cantidad de personas que no saben por quién votar o declaran voto en blanco, pero sin que aumente el volumen de voto al candidato más votado. Los que se han decidido lo han hecho en direcciones dispares.

Esta dinámica se alimenta a sí misma: sin encuestas claras es difícil coordinar voto. Así lo apuntaba el periodista peruano Diego Salazar en su podcast Siempre en campaña, publicado por la plataforma Comité de Lectura. Tal es, ciertamente, una función clave de los sondeos en democracia: facilitar que los votantes identifiquen cuál es la viabilidad electoral de cada una de las distintas candidaturas que pueden estar considerando, para introducir la estrategia, y no solo la cercanía o simpatía ideológica, en sus decisiones. Cuando los sondeos no son concluyentes, esto se vuelve más difícil, y la dispersión no se resuelve.

Como resultado, las encuestas se vuelven extremadamente sensibles a la visibilidad de cada candidatura. Hace un mes era Forsyth; hace un par o tres semanas era Lescano; ahora es Hernando de Soto el que acapara más miradas, si bien sobre todo entre ciertos medios capitalinos y un sector de votantes jóvenes, informa Jacqueline Fowks. Quizás también ha ganado atención Mendoza tras los debates, aunque en segmentos bien distintos. Pero los apoyos que llegan por esta vía, que depende exclusivamente de lo fresca que está la última imagen o el último mensaje de cada candidato en la mente de los votantes, se desvanecen cuando llega la siguiente moda mediática. De ahí las subidas y bajadas observadas en las curvas de las encuestas.

Ni siquiera los ejercicios de simulacros de votación han logrado minimizar de manera significativa la incertidumbre. En ellos se solicita a los votantes que escojan una opción sin poder quedarse en la indecisión. El de Ipsos, el único que se ha repetido durante la campaña, dibuja ciertas tendencias. Pero, con la salvedad del descenso de López Aliaga, lo hace hacia la convergencia en un margen mínimo.

En este contexto, la prohibición de publicar nuevos sondeos durante la última semana antes de la votación equivale a sacar del cine al público en el momento de más tensión de la película, mientras ésta sigue sucediendo, para luego revelarles solamente el final. Siendo además una película sin guión claro ni lineal, anticipar el resultado se parece a saber en qué momento aleatorio se pausará la película.

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