El ISIS se atribuye el doble atentado suicida en un mercado de Bagdad
El ataque, que causó al menos 32 muertos y más de un centenar de heridos, es el primero del grupo terrorista en la capital iraquí desde 2017
Al menos 32 personas han resultado muertas y un centenar heridas este jueves en un doble atentado suicida contra un mercado en el centro de Bagdad, según el último recuento oficial. El ataque, el primero de esas características en varios años, supone un duro golpe para la capital iraquí que, a pesar de las convulsiones políticas, había logrado recuperar una cierta normalidad desde la derrota del Estado Islámico (ISIS) en 2017 que se ha responsabilizado del atentado esta madrugada.
E...
Al menos 32 personas han resultado muertas y un centenar heridas este jueves en un doble atentado suicida contra un mercado en el centro de Bagdad, según el último recuento oficial. El ataque, el primero de esas características en varios años, supone un duro golpe para la capital iraquí que, a pesar de las convulsiones políticas, había logrado recuperar una cierta normalidad desde la derrota del Estado Islámico (ISIS) en 2017 que se ha responsabilizado del atentado esta madrugada.
El atentado se ha producido en el mercado al aire libre de la plaza de Al Tayarán, muy cerca de la conocida plaza de Tahrir de la capital, justo en el mismo lugar donde hace tres años el Estado Islámico perpetró un ataque similar. La zona, muy popular por la venta de ropa de segunda mano, estaba especialmente concurrida tras meses de encierro a causa de la pandemia.
Según el portavoz militar Yehia Rasool, dos suicidas se han hecho estallar cuando eran perseguidos por las fuerzas de seguridad. Sin embargo, varios testigos entrevistados por las cadenas locales de televisión han dicho que el primer suicida fingió encontrarse mal para atraer la atención antes de detonar sus explosivos y el segundo actuó cuando la gente acudía a ayudar a las víctimas. Se trata de una táctica muy usada por el autodenominado Estado Islámico para maximizar el daño.
“Los terroristas del Daesh pueden estar detrás del ataque”, admitía el general Kadhim Salman, jefe de la Defensa Civil, usando el acrónimo árabe para el Estado Islámico. Salmán dio la cifra de 28 muertos y 73 heridos, pero un par de horas después, un comunicado del Ministerio de Sanidad elevaba el recuento a 32 muertos y 110 heridos.
Antes de conocerse la autoría, algunos analistas iraquíes especulaban con que fuera fruto de la lucha de poder desatada por el retraso de las próximas elecciones. El primer ministro, Mustafa al Kadhimi, que llegó al poder con la promesa de adelantar los comicios, tuvo que encajar la semana pasada la recomendación de la Comisión Electoral de postponer su celebración de junio a octubre. Al Kadhimi, que antes de llegar al Gobierno era jefe de los servicios secretos, también ha hecho bandera de reforzar la seguridad y meter en cintura a las milicias.
“Suma otro problema para el Gobierno, además de la crisis sanitaria y financiera que afrontamos. Si ha sido el ISIS, tenemos un problema, pero si se prueba que no, el problema es aún mayor”, declara a EL PAÍS Aziz Shwan Ahmed, miembro del Consejo Consultivo de Irak, una organización sin ánimo de lucro que asesora a los gobernantes iraquíes.
Otros observadores han puesto la vista en la debilidad de las instituciones de seguridad. El exprimer ministro Ayad Allawi, cuestionaba en Twitter “la eficacia de los planes para descubrir células terroristas durmientes”. Sin embargo, Mike Knights, un analista de seguridad con larga experiencia en Irak, subrayaba que “lo que solía ser rutina, ahora es excepcional” y señalaba que el uso de chalecos explosivos por los terroristas “es una indicación de que introducir coches bomba, o fabricarlos, en Bagdad, resulta bastante difícil estos días”.
“El atentado de hoy constituye una aberración”, ha manifestado el general Kevin Copsey, vicecomandante de las fuerzas de la coalición contra el ISIS en Irak, durante un webinar. “Todos esperamos que no sea el inicio de una estrategia sangrienta. Tengo plena confianza en la capacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes para gestionar el reto”, ha asegurado a EL PAÍS.
El ataque, que coincide con el primer día de Joe Biden en la presidencia de Estados Unidos, subraya la vulnerabilidad de Irak ante el terrorismo justo cuando Washington está reduciendo la presencia de sus tropas en este país. En línea con su voluntad de poner fin a los despliegues militares en el exterior, antes de abandonar la Casa Blanca el expresidente Donald Trump redujo a 2.500 los soldados en Irak frente los 5.200 que había hace medio año.
Los atentados suicidas se hicieron habituales durante la violencia sectaria que sacudió el país tras la invasión estadounidense de 2003. Más tarde se convirtieron en arma predilecta del Estado Islámico que en el verano de 2014 se hizo con el control de un tercio de Irak. Sin embargo, desde su derrota territorial en 2017, Bagdad, una macrociudad de 10 millones de habitantes, casi había logrado olvidarse de ellos. El último, en junio de 2019, causó 10 muertos entre los fieles de una mezquita en el este de la capital.
A pesar de su desbandada, el Estado Islámico ha seguido atacando tanto a civiles como a miembros de las fuerzas de seguridad y de la coalición internacional que las apoyan, sobre todo en el norte del país y las zonas disputadas por el gobierno federal y el autónomo de Kurdistán. Según su órgano de propaganda, la agencia de noticias Amaq, el grupo llevó a cabo 1.422 operaciones en Irak durante el pasado año que causaron 2.748 muertos.