La sombra de Sarkozy en el Gobierno de Macron

La presencia en el nuevo Gobierno de ministros de la órbita del expresidente refleja la proximidad entre ambos políticos

Nicolas Sarkozy y Emmanuel Macron, el pasado 18 de junioPOOL (Reuters)

El expresidente francés Nicolas Sarkozy, con cuentas pendientes ante la justicia y oficialmente retirado de la política, nunca ha querido dejar de influir. La presencia en el nuevo Gobierno de ministros procedentes de la órbita sarkozysta refleja la proximidad entre Emmanuel Macron y uno de sus antecesores. Pero, sobre todo, traduce el deseo del actual presidente de consolidar su anclaje electoral en el centroderecha con la vista en las presidenciales de 2022.

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El expresidente francés Nicolas Sarkozy, con cuentas pendientes ante la justicia y oficialmente retirado de la política, nunca ha querido dejar de influir. La presencia en el nuevo Gobierno de ministros procedentes de la órbita sarkozysta refleja la proximidad entre Emmanuel Macron y uno de sus antecesores. Pero, sobre todo, traduce el deseo del actual presidente de consolidar su anclaje electoral en el centroderecha con la vista en las presidenciales de 2022.

Que el conservador Nicolas Sarkozy, y no su mentor socialista François Hollande, es el expresidente preferido de Emmanuel Macron quedó claro desde los primeros meses de su quinquenio. Macron le encargaba misiones. Le consultaba. Le agasajaba junto a su esposa, Carla Bruni, en el palacio del Elíseo. “Siempre he sentido simpatía por usted y no lo lamento”, le dijo la actual primera dama, Brigitte Macron, según recuerda Sarkozy en Passions, su libro de memorias políticas.

El anuncio el lunes de un nuevo Gobierno parece confirmar la sintonía. No hay rupturas en el equipo ministerial respecto al anterior. Ascensos como el del joven Gérald Darmanin, ministro junior de Economía, que pasa a ocupar la poderosa cartera de Interior, trampolín de futuros jefes de Estado como el propio Sarkozy o François Mitterrand. Reajustes como el reforzamiento de las competencias —también se encargará de la reconstrucción— de uno de los pesos pesados del gabinete, el titular de Economía, Bruno Le Maire. O entradas estruendosas como la del nuevo ministro de Justicia, el polémico abogado Éric Dupond-Moretti.

Más allá de estos ajustes, todo sigue igual: el nuevo Gobierno ni será más de izquierdas ni, sobre el papel, más ecologista. Incluso el nuevo primer ministro, Jean Castex —alto funcionario, conservador moderado, alcalde—, no es tan distinto de su antecesor, Édouard Philippe, si no es por su inexperiencia en la primera línea de la política partidista y porque hasta su nombramiento el viernes era un desconocido para los franceses. Y, sin embargo, hay un trazo común en la remodelación, una figura que aparece cuando se unen los puntos: Nicolas Sarkozy.

Castex fue secretario general adjunto en el Elíseo cuando Sarkozy era presidente, y una de las primeras llamadas que hizo tras su nombramiento fue al viejo jefe quien, según explica el diario conservador Le Figaro en un artículo titulado En la macronía, todos los caminos llevan a Sarkozy. Darmanin fue portavoz de campaña de Sarkozy cuando este conquistó en 2014 la presidencia de la UMP, el gran partido de centroderecha que se convertiría en Los Republicanos. Le Maire fue, bajo la presidencia de Sarkozy, secretario de Estado de Asuntos Europeos y ministro de Agricultura, etapa de la que extrajo un jugoso dietario, Jours de pouvoir (Días de poder).

Roselyne Bachelot, la nueva ministra de Cultura fue, a las órdenes de Sarkozy, ministra de Sanidad y de Solidaridades. E incluso Dupond-Moretti tiene algún vínculo con Sarkozy: una de las últimas polémicas en las que se ha visto envuelto fue la denuncia que interpuso hace unos días por la vigilancia a la que supuestamente le sometió la fiscalía en el marco de una investigación... a Sarkozy.

La influencia del expresidente no es nueva. Algunos de los ministros sarkozystas ya estaban en el Gobierno desde el inicio del mandato de Macron. Su presencia reflejaba la voluntad del presidente de construir un Gobierno que abarcase desde el centrozquierda al centroderecha. Pero el proyecto ha evolucionado. Macron fue asesor y ministro del presidente socialista Hollande, hasta el punto de que en la campaña para las presidenciales sus rivales le llamaba Hollande bis. Y su base en 2017, la que le permitió conquistar el poder, estaba formada en gran parte por exvotantes socialistas.

Tres años después, raramente habla con su mentor, y su base más sólida se ha transformado. Ya no es el centroizquierda, sino el centroderecha. Y esto explica el peso de los ministros de este campo ideoológico, dominado en los últimos 15 años por Sarkozy. Como sugería el martes el columnista de L’Obs Serge Raffy, es posible que no sea Sarkozy quien esté realizando una opa en el Elíseo ni que Macron se haya convertido en un Sarkozy bis, sino todo lo contrario: que sea el presidente el que esté culminando la tarea, iniciada hace tres años de erosión y destrucción de la derecha sarkozysta, el terreno donde cree que se jugará la elección.

Protestas feministas contra dos ministros

Uno de los ministros está acusado por una mujer de violación. Otro ha sido crítico con el movimiento #meToo. Unas decenas de feministas protestaron el martes cerca del palacio del Elíseo durante la primera jornada en funciones del nuevo Gobierno francés. La crítica se centra, primero, en Gérald Darmanin, hasta el lunes ministro de Presupuestos —un cargo de rango medio— y ahora titular de la poderosa cartera de Interior. Darmanin afronta una acusación por unos hechos que él niega y que ya fueron archivados en 2018. Hace unas semanas, sin embargo, el tribunal de Apelaciones de París ordenó reabrir la investigación. El otro ministro objeto de críticas es el titular de Justicia, el abogado Éric Dupond-Moretti, habitual de las tertulias mediáticas y enemigo de lo que él llama la sociedad “moralizadora” y la “histerización de debate” entre hombres y mujeres. “Que silbar a una mujer se convierta en una infracción penal", dijo por ejemplo durante las discusiones sobre la penalización del acoso verbal en la calle, "me parece espantoso”.

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