Los hongkoneses convierten su vigilia por Tiananmen en un acto de desafío hacia Pekín
El Parlamento local aprueba una ley para castigar las ofensas al himno nacional chino con penas de hasta tres años de cárcel
Era la primera vez que se prohibía y, quizá, la última que se celebraba, según temían sus participantes. No había estrado, no había altavoces, no había organizadores. Hubo que entrar derribando las vallas que había colocado la Policía, entre advertencias de que celebrar una reunión era ilegal. Pero se celebró. Miles de personas acudieron este jueves por la noche al parque Victoria, el mayor de Hong Kong, para tomar parte en la vigilia por el aniversario de la ...
Era la primera vez que se prohibía y, quizá, la última que se celebraba, según temían sus participantes. No había estrado, no había altavoces, no había organizadores. Hubo que entrar derribando las vallas que había colocado la Policía, entre advertencias de que celebrar una reunión era ilegal. Pero se celebró. Miles de personas acudieron este jueves por la noche al parque Victoria, el mayor de Hong Kong, para tomar parte en la vigilia por el aniversario de la matanza de Tiananmen, este año con mayor conciencia que nunca sobre su importancia, y más reivindicativa que nunca.
Pocas horas antes, el Consejo Legislativo, el Parlamento autónomo, había aprobado una ley que castiga las faltas de respeto al himno nacional chino, un paso más en lo que los partidarios de la democracia en Hong Kong perciben como una rápida erosión del régimen de libertades de que disfruta la antigua colonia británica, inexistentes en el resto de China. La medida recibía el visto bueno una semana después de que el Legislativo chino aprobara una ley de Seguridad Nacional para el enclave, que sus detractores temen que dé la puntilla al principio “un país, dos sistemas” por el que Pekín garantiza esas libertades hasta 2047.
La Policía había prohibido la vigilia, que se ha celebrado cada año en el parque Victoria desde la masacre del 4 de junio de 1989, con el argumento de que ponía en peligro la salud pública, debido a la pandemia de covid-19. Los partidarios de la democracia habían visto motivaciones políticas detrás de esa medida.
Los organizadores de las vigilias previas, la Alianza de Hong Kong en Apoyo de los Movimientos Democráticos Patrióticos de China, habían asegurado que acudirían al parque en grupos de no más de ocho personas para conmemorar el aniversario pese a la prohibición. Habían pedido a los ciudadanos que encendieran velas y guardaran un minuto de silencio en el resto de la ciudad. Quienes temieran incidentes, podían hacer brillar velas virtuales en aplicaciones de móvil y páginas web en honor de los que murieron en aquella madrugada del 3 al 4 de junio de 1989, cuando por orden del Gobierno las tropas chinas abrieron fuego contra la población para disolver las protestas que desde hacía un mes ocupaban la plaza de Tiananmen para reclamar reformas y democracia.
El veto oficial fracasó estrepitosamente. Con la vigilia convertida en un acto de desafío ante Pekín y el gobierno autónomo, miles de personas vestidas de negro y con velas blancas encendidas llenaron el parque, pasando por encima de las vallas que había colocado la policía para impedir el paso. Por el sistema de megafonía pública sonaba, machacona en tres idiomas -cantonés, mandarín e inglés-, la advertencia de que las aglomeraciones pueden propagar el coronavirus y participar en la concentración era un acto ilegal. Desplegada en grandes números, pero en uniforme de diario -no el antidisturbios-, la policía se abstuvo de intervenir. Concentraciones similares, aunque de menor tamaño, se desarrollaban en numerosos otros puntos de la ciudad.
Sin organizadores, puesto que el acto no estaba convocado, y sin un programa oficial más allá del minuto de silencio estrictamente observado a las 20.09 en memoria de las víctimas, muchos grupos improvisaron sus propias actividades. En las imágenes difundidas por televisión o por streaming en Internet se oyeron numerosos gritos de “¡Liberad Hong Kong, revolución de nuestra era!” o “¡Luchad por la libertad, apoyad Hong Kong”, los lemas de las manifestaciones contra Pekín y el Gobierno autónomo que paralizaron el enclave el año pasado. Otros clamaban “Independencia de Hong Kong, construir la nación”, un eslogan que comienza a escucharse con mayor frecuencia desde que se anunció la legislación de seguridad nacional.
En sus palabras durante la vigilia, uno de los organizadores de ediciones previas, el veterano Lee Cheuk-yan, aseguró que “la tiranía es un virus, y la gente libre de todo el mundo debe resistirse a ella”. “¡Levantemos nuestras velas! ¡Luchemos hasta el final por nuestras vidas, por la libertad! ¡Opongámonos a la ley de Seguridad Nacional!”
La vigilia de Hong Kong es el único acto en territorio chino que conmemora la matanza, cuyo número exacto de víctimas no se ha llegado a saber nunca con exactitud. El año pasado, cuando se cumplían tres décadas de la masacre y se preparaba una gran manifestación contra un proyecto de ley de extradición días más tarde, participaron más de 180.000 personas, según los organizadores.
La concentración concluyó con una promesa: “hasta el 6 de junio del próximo año en Victoria Park”. Una promesa que muchos de los presentes creen que, si se cumplen sus temores, quizá no se pueda hacer realidad. Para entonces ya estará vigente la ley de Seguridad Nacional, planteada a raíz de las protestas del año pasado y que busca evitar y castigar actos “terroristas”, “independentistas”, “subversión de los poderes del Estado” y la “injerencia extranjera”. Con esa herramienta, cuyos detalles ultima el Legislativo chino en consultas con el gobierno autónomo, los manifestantes dan casi por seguro que eventos como la vigilia, impensables en el resto de China, podrán quedar prohibidos antes o después.
Se espera que esa medida se promulgue en algún momento antes de septiembre, cuando Hong Kong celebrará elecciones legislativas y la oposición demócrata aspira a repetir el triunfo aplastante que logró en las municipales de noviembre del año pasado.
Tras finalizar el acto, en otros puntos de Hong Kong, la Policía lanzaba gas pimienta contra jóvenes manifestantes que intentaban bloquear calles con vallas y otros objetos.
Como elemento motivador para la movilización de este jueves, a la ley de Seguridad Nacional impuesta por Pekín se sumaba la aprobación en el Legislativo autónomo de la polémica ley de defensa del himno chino, por 41 votos a favor y uno en contra. La medida castigará con penas de hasta tres años de cárcel y multas de hasta 50.000 dólares hongkoneses (unos 5.800 euros) las faltas de respeto a ese símbolo nacional.
La votación se había desarrollado en medio de protestas de la oposición demócrata, que acabó boicoteando el procedimiento. En varias ocasiones, algunos diputados llegaron a lanzar líquidos fétidos en el hemiciclo, para provocar el desalojo de la sala y retrasar la aprobación de la medida.
La nueva legislación castigará, por ejemplo, los abucheos al himno que se han convertido en habituales en los partidos de fútbol que juega en casa la selección hongkonesa de fútbol. A partir de ahora será obligatorio también que el himno, la Marcha de los Voluntarios, se enseñe a los niños en las escuelas.