El más joven defensor de los derechos fundamentales
El juez islandés Róbert Spáno, de 47 años, se convierte este lunes en el presidente del Tribunal Europeo de Derechos Humanos más joven de su historia
Cuando Róbert Spáno (Reikiavik, 47 años) tenía siete años, no quería ser bombero. Ni policía. Ni médico. A esa temprana edad, este islandés también con pasaporte italiano, ya tenía claro su destino: la ley. A partir de este lunes, y hasta 2023, será el encargado de presidir el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que vela en última instancia por la salvaguarda de los derechos fundamentales de más de 820 millones de ciudadanos de los 47 países que lo conforman a través del ...
Cuando Róbert Spáno (Reikiavik, 47 años) tenía siete años, no quería ser bombero. Ni policía. Ni médico. A esa temprana edad, este islandés también con pasaporte italiano, ya tenía claro su destino: la ley. A partir de este lunes, y hasta 2023, será el encargado de presidir el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que vela en última instancia por la salvaguarda de los derechos fundamentales de más de 820 millones de ciudadanos de los 47 países que lo conforman a través del Consejo de Europa. Spáno se convierte así en el presidente más joven de los 15 —hombres todos— que ha habido en la historia de una Corte que echó a andar en 1959.
Nacido en Reikiavik en agosto de 1972, se licenció en Derecho en la Universidad de Islandia, de la que más tarde, tras doctorarse en Derecho Europeo Comparado por la prestigiosa Universidad de Oxford (el Reino Unido), fue profesor. “No estoy aquí para hacerte ganar dinero. Sino que quiero enseñarte que un abogado es una parte muy importante de la democracia”, suele decirle a sus alumnos el primer día de clase, según relató él mismo en una entrevista con la facultad de Derecho de Bergen (Noruega) hace tres años.
Spáno, que habla cinco idiomas (islandés e italiano por descontado, pero también inglés, francés y alemán), ha llamado la atención por ocupar puestos de gran relevancia mucho antes de cumplir los 50. Fue asesor del Defensor del Pueblo islandés; jefe de sección en el propio TEDH, del que hasta ahora fue vicepresidente; e investigador de abusos sexuales por parte de la Iglesia en Islandia en los años 50 del siglo pasado. Esta última fue una experiencia “extremadamente difícil, peor gratificante”, según calificó. “Los niños deben ser siempre el foco de nuestra sociedad a la hora de hacer política”, opina.
El respeto a la ley, para él, es el respeto a la democracia, algo que ha defendido públicamente desde muchos frentes. Uno de ellos es, por ejemplo, un posicionamiento claramente a favor del derecho a no revelar la fuente de un periodista. “El papel de la prensa es crear una dinámica en la democracia donde la discusión puede suceder y donde se crea opinión pública. Y esto significa que los periodistas necesitan obtener la información (…) Si la fuente no tiene garantizado el anonimato, la información no saldría a la luz y esto dañaría el papel de la prensa en su importante función pública para el interés general”, defendía arduamente el juez en una entrevista publicada por el canal de YouTube del propio Tribunal de Estrasburgo. La nueva cabeza del TEDH cree que en Europa, en general, se ha progresado durante los últimos 50 años en cuanto al respeto a los derechos humanos, pero cree también que ese progreso se puede destruir fácilmente.
Para Spáno, es importante la visión desde el exterior que el Tribunal hace de las normas de cada Estado miembro. Señala a Turquía, Rusia, Ucrania, Rumania y Hungría como los países con más casos abiertos. Y es que en estos países Spáno ve problemas sistémicos. No así en los países nórdicos, por ejemplo, que son los que cuentan con menos casos y normalmente se debe a una supuesta violación de derechos menos graves que no atentan directamente contra la integridad física de las personas, como puede ser la tortura. “En los países nórdicos tenemos una buena cultura de respeto a los derechos humanos. Eso es algo de lo que debemos estar orgullosos”, dice. Sin embargo, él se muestra siempre alerta y advierte del peligro que supone caer en la autocomplacencia.
Este italoislandés moreno de ojos claros tiene ahora el reto inmediato de reabrir un tribunal, con sede en Estrasburgo (Francia), al que cada año llegan entre 40.000 y 50.000 peticiones, aunque solo pasan el filtro y siguen adelante entre el 5% y el 10% de ellos. “[Al TEDH] puede acudir cualquier ciudadano de los 47 países que conforman el Consejo de Europa y que sienta que un derecho fundamental ha sido violado. Aunque tiene que agotar todas las vías judiciales de su país en cuestión”, explica. La covid-19, que ya ha matado a más de 307.000 personas en todo el mundo y contagiado a 4,5 millones, obligó a la corte a paralizar durante seis meses los recursos que le llegaban; y aquellas vistas que ya estaban programadas —miles— habían quedado suspendidas. De hecho su elección también ha tenido que ser digital por primera vez debido a la pandemia.
Spáno, que se define como una persona muy organizada, alude al “trabajo duro”, la “pasión”, el “interés” (entendido como curiosidad), la “meticulosidad” y el “respeto” como las principales cualidades para haber desarrollado su brillante carrera como juez, pero también como ser humano. Es consciente de que ha sacrificado mucho de su vida personal, de la que poco ha trascendido, en favor de su vida profesional. Y reconoce, sin embargo, que en realidad sin el apoyo de su esposa, con la que tiene cuatro hijos, no hubiera llegado donde está. Cree también que el hecho de haber crecido en Islandia, el país atlántico con 320.000 habitantes, ha contribuido a su éxito. Es un lugar con una atmósfera particular, según ha dicho en público, en el que uno puede conseguir los propósitos que persigue. Y así ha sido.