LA BRÚJULA EUROPEA

El pacto de la Eurozona: un paso que gana tiempo para afrontar el maratón

Las primeras medidas de la UE son relevantes pero insuficientes. Serán necesarias otras de mayor calado y más innovadoras, como están intentando EE UU y el Reino Unido

Madrid -
Wopke Hoekstra, ministro de Finanzas holandés, en La Haya, durante la teleconferencia del Eurogrupo del miércoles.BART MAAT

Eppur si muove. Pero poco.

A los fúnebres eurocatastrofistas de siempre se les puede y debe señalar que, frente a la pandemia, la UE y la zona euro están tomando medidas significativas a una velocidad muy rápida dadas las características del grupo: las acciones del BCE, la Comisión y el pacto del Eurogrupo del jueves por la noche son pasos relevantes.

A los inquebrantables europtimistas no queda otra que reco...

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Eppur si muove. Pero poco.

A los fúnebres eurocatastrofistas de siempre se les puede y debe señalar que, frente a la pandemia, la UE y la zona euro están tomando medidas significativas a una velocidad muy rápida dadas las características del grupo: las acciones del BCE, la Comisión y el pacto del Eurogrupo del jueves por la noche son pasos relevantes.

A los inquebrantables europtimistas no queda otra que recordarles que lo hecho hasta ahora es insuficiente, que solo son pasos para ganar tiempo en una batalla inmensa que requerirá lo inimaginable. Y, desafortunadamente, por su compleja naturaleza multinacional, la UE está mal equipada para dar firmes saltos en lo desconocido (que otros ya están dando).

Ese es el quid de la cuestión. La pandemia es una inmensa conmoción que requiere a toda la humanidad salir de su perímetro de confort. Para volar no es suficiente darle una vuelta a las técnicas de navegación marítima. Para volar más allá de esta conmoción todos tendremos que afrontar cambios radicales: entre las paredes domésticas, es ahora más necesario que nunca que tantos varones asuman por fin la cuota que les toca en la crianza de los niños y en la limpieza y orden de la casa; entre las paredes empresariales, capitanes de empresa tendrán que reorientar mucho sus rutas y estrategias; entre las paredes institucionales, los representantes deben salir sin miedo hacia territorio inexplorado.

La UE, por naturaleza, avanza con dinámicas de incremento. Es la consecuencia de tener que forjar amplios consensos. Así, mientras el jueves el Eurogrupo desbloqueaba un ortodoxo paquete de financiación por valor de medio billón de euros para ayudar a los Estados miembros a afrontar la crisis, pocas horas antes los bancos centrales de EE UU y el Reino Unido anunciaban maniobras de tamaño y heterodoxia descomunales.

El pacto alcanzado por la zona euro es un logro político relevante. Las posiciones eran enconadas, entre el frente de los países del suroeste que buscan una mutualización de la deuda para encarar los inmensos gastos que surgirán (con Italia encabezando la lucha, y detrás España, Francia y otros); y la resistencia numantina de los conocidos como frugales (encabezados por Holanda, y detrás Alemania, Austria y otros) a esa opción. Hallar un acuerdo era esencial, y el grupo lo logró.

El compromiso alcanzado prevé que, de momento, no habrá mutualización (victoria de Alemania y Holanda) y la financiación a los Estados procederá del ya existente Fondo Mede, pero sin condiciones (victoria de Italia, España, Francia): no habrá hombres de negro imponiendo recortes a cambio. Cada Ejecutivo podrá pedir préstamos por un valor del 2% de su PIB.

Pero nada es exactamente como parece a primera vista.

En realidad, hay una condición: los préstamos solo se podrán utilizar para “la financiación directa o indirecta de gastos sanitarios, de cura o prevención”. Es decir, ese dinero se puede utilizar en un ámbito muy definido.

Por otra parte, el acuerdo abre el camino a la constitución de un futuro fondo de reconstrucción que se financiará con “instrumentos financieros innovadores”. Como dijo el ministro de Hacienda francés, Bruno Le Maire, esto no podrá ser otra cosa que deuda común. Sin embargo, lo primero está ya cerrado, lo segundo habrá que negociarlo. Y esa será la batalla decisiva para la que las medidas de ahora ganan tiempo.

El pacto también da el visto bueno a una iniciativa de la Comisión para garantizar hasta 100.000 millones de préstamos a los Estados para esquemas de protección del empleo; y a otra del Banco Europeo de Inversiones para abrir líneas de crédito de hasta 200.000 millones para pymes.

Mientras la zona euro negociaba estas medidas, el Banco de Inglaterra dio el jueves el extraordinario paso de aprobar la financiación directa del Gobierno para las necesidades que surjan con la crisis. Sin rodeos, sin tácticas intermedias de compras de bonos en el mercado: dinero directamente en las arcas del Ejecutivo. La historia dirá si la decisión fue acertada. Pero, de entrada, señala una flexibilidad de maniobra enorme de la que el BCE no dispone al ser la zona euro una unión monetaria sin una verdadera unión política detrás.

El BCE ha podido reaccionar en esta circunstancia de forma mucho más rápida que en la crisis de deuda de principios de la década pasada. El whatever it takes de Draghi costó una enorme batalla política; esta vez Lagarde pudo actuar con mucha más facilidad, anunciando un programa de compras de activos por valor de 750.000 millones de euros. Esto, de momento, ha contribuido a calmar los mercados. Pero, si se compara con las maniobras de la Fed en Estados Unidos, se antoja como una iniciativa bastante mínima.

La Fed procedió a la misma maniobra, pero sin poner cifras: el anuncio fue de compras ilimitadas. Eso es un bazooka. Además, el jueves, redobló con el anuncio de nuevos créditos por un valor de 2,3 billones de dólares. Un plan que se suma a varias otras iniciativas de menor calado pero muy innovadoras.

Las iniciativas de la UE tienen un peso limitado dada la magnitud de la catástrofe, que solo empezamos a apreciar. Sin embargo, deben considerarse como un pilar que ofrece un sólido respaldo a las iniciativas nacionales y les da vigor. El Eurogrupo señala que los Ejecutivos de la UE han tomado iniciativas fiscales por un valor del 3% del PIB común, y que han activado esquemas de garantía o aplazamiento de cosecha de tributos por valor de un 16% del PIB.

Pero incluso consideradas en esa óptica de respaldo, las medidas adoptadas por el conjunto de las instituciones europeas —y específicamente el pacto de la zona euro de este jueves— son necesarias pero insuficientes. Ganan un tiempo para permitir a un organismo extraordinariamente complejo —y benéfico para tantos— como la UE dar pasos decididos en lo desconocido.

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