Turquía sella su frontera con Idlib al paso de los refugiados sirios
Los guardias fronterizos turcos abren fuego real y levantan un muro de hormigón para impedir el cruce de civiles a su territorio
Conforme Turquía abre los pasos terrestres a los migrantes que se dirigen a Europa, su Ejército sella la frontera sur que comparte con Siria para evitar el cruce de refugiados a su territorio ―donde ya acoge a 3,7 millones de sirios―. “No ha variado absolutamente nada, la frontera sigue cerrada”, repiten como un mantra desplazados, activistas y cooperantes consultados desde ...
Conforme Turquía abre los pasos terrestres a los migrantes que se dirigen a Europa, su Ejército sella la frontera sur que comparte con Siria para evitar el cruce de refugiados a su territorio ―donde ya acoge a 3,7 millones de sirios―. “No ha variado absolutamente nada, la frontera sigue cerrada”, repiten como un mantra desplazados, activistas y cooperantes consultados desde Idlib, última provincia insurrecta de Siria y epicentro de la escalada bélica entre tropas turcas y sirias. Las ONG que allí trabajan aseguran que Ankara ha reforzado también el número de guardias fronterizos. “Nadie se acerca porque disparan [los guardias turcos] a todo lo que se mueve”, relata un trabajador humanitario que pide el anonimato por razones de seguridad.
Las últimas víctimas mortales han sido una niña y una mujer el pasado 25 de febrero cuando intentaban cruzar a Turquía por el paso ilegal de Jirbet Al Joz, al este de Idlib, y uno de los más concurridos por los traficantes de personas, informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Otros tres civiles fueron heridos por los disparos. El 19 de enero murió de un disparo Safaa al Tarif , de 27 años y oriunda de Ram Hamdan - al norte de Idlib, relata un activista desde la capital homónima de esta comarca. Según los testimonios de la madre de la joven, Um Safaa, recogidos por la prensa local, era “la quinta vez que Al Tarif intentaba el cruce para casarse con su prometido que estaba en Turquía”. Esa noche, otros nueve civiles fueron heridos por bala, entre ellos varios menores.
Son ya 451 los civiles ―84 de ellos menores y 58 mujeres― que han perdido la vida por disparos de la gendarmería turca fronteriza desde 2011, según el recuento que hace el Centro de Documentación para las Violaciones en el Norte de Siria. Otras 287 personas han sido heridas, incluidos campesinos y pastores de los poblados limítrofes. Según un informe de Human Rights Watch, el uso de fuego real por parte de los soldados turcos contra civiles se recrudeció en 2015 cuando decenas de miles de personas intentaron huir del avance del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en el norte del país.
“Disponen de cámaras térmicas en los puestos fronterizos y hasta de ametralladoras, por lo que disparan también de noche. A veces se confunden y matan alguna oveja “, explica vía WhatsApp el agricultor Abu Jaled, en la cincuentena y oriundo del norte de Idlib. ONG y vecinos consultados aseguran que no se ha producido ninguna avalancha de desplazados tras el anuncio del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, de abrir sus fronteras con Grecia si la UE no se implica en la crisis humanitaria que vive Idlib, la más grave en los nueve años de contienda, según la ONU.
El pasado mes de diciembre, las tropas regulares sirias junto con la aviación rusa lanzaron una doble ofensiva para recuperar Idlib y expulsar a las facciones insurrectas y la dominante Hayat Tahrir al Sham (HTS) -compendio de fuerzas lideradas por la rama local de Al Qaeda. “Decenas de combatientes extranjeros de HTS están huyendo por las rutas ilegales hacia Turquía temiendo ser capturados por los Ejércitos sirio y ruso”, agrega el campesino.
Un millón de desplazados se hacinan en los términos que lindan con Turquía, la mitad de ellos en el asentamiento informal de Atmeh y el más masificado del país. La única forma de cruzar desde Idlib a Turquía es recurriendo a las mafias de traficantes que cobran entre 2.000 y 3.000 dólares por cruce y persona -entre 1.800 y 2.700 euros, lo que equivale a tres años de sueldo para muchos sirios.
Precisamente, el asentamiento informal de Atmeh se fundó en 2012 por gentes que huyeron de los bombardeos sirios en la campiña de Hama y querían cruzar a Turquía. Esta cerró el paso terrestre allí apostado y distribuyó tiendas y ayudas a los desplazados. En Atmeh han quedado progresivamente atascadas varias olas de desplazados en un limbo en el que se cuentan un millar de iraquíes que en 2014 huyeron del ISIS soñando también con llegar a Europa. En la proximidad del territorio turco, estos civiles buscan también una protección frente a los cazas sirios y rusos.
Los disparos de los centinelas turcos también se producen en la frontera nororiental siria. El Ejército turco ha levantado un muro de hormigón de tres metros de altura y un cuarto de concertina en 828 de los 911 kilómetros de frontera que comparte con Siria, explica en conversaciones vía WhatsApp el Centro de Información de Rojava, centro mediático formado por voluntarios internacionales afines a las milicias kurdo-sirias. “Se trata de la frontera más fortificada del mundo después de la de EE UU con México y la del Sahara Occidental”, acota. Las Fuerzas Armadas Turcas intervienen directamente desde 2016 en el norte de Siria, donde respaldan a varias facciones insurrectas de mayor o menor corte salafista y mantienen dos frentes abiertos: al noroeste con las tropas sirias, y al noreste con las milicias kurdo-sirias que tilda de terroristas por sus lazos con el PKK turco.