Nueve claves para entender la investigación de ‘Los cables secretos de China’

Quiénes son los uigures, por qué Pekín los reprime, cómo hemos verificado los documentos y qué opinan las autoridades chinas

AMANDA ESPUELA

Documentos oficiales y de carácter secreto, aprobados y firmados por altos cargos del régimen comunista chino en el año 2017, exponen por vez primera el funcionamiento interno de los centros de confinamiento ideológico diseñados por Pekín para las minorías de la región de Xinjiang. Estas son las claves de Los cables secretos de China (o China Cables, en inglés), la investigación periodística que se publica este domingo en varios países.

1. ¿Qué son Los cables secretos de China?

Es una investigación periodística liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) en la que han participado más de 75 periodistas y 17 medios de 14 países, entre ellos, EL PAÍS en España. Este trabajo desvela documentos internos con sello oficial que demuestran lo que hasta ahora se conocía solo por los testimonios de exiliados o activistas: el sistema organizado de represión diseñado y ejecutado por el régimen de Xi Jinping sobre la minoría musulmana uigur, sometida a una férrea vigilancia a través de un complejo entramado tecnológico, y al confinamiento de ciudadanos de esa etnia en los llamados campos o centros de “educación y entrenamiento”.

2. ¿Quiénes son los uigures y por qué hay una represión contra ellos?

Los uigures forman parte de un grupo étnico de raíces túrquicas, localizado en gran medida entre el Asia Central y la franja occidental china. Se estima que en torno a 11 millones de uigures viven en la provincia china de Xinjiang, zona de vital importancia en la nueva ruta de la seda planificada por Pekín. Es la etnia predominante en esta región de la frontera oeste de China. En el resto del país, la inmensa mayoría de los ciudadanos, así como los cuadros de poder, pertenecen a la etnia han. A uigures y han no solo les separa la geografía, sino también costumbres, cultura y, sobre todo, religión. La mayoría de los uigures profesa el islam.

Soldados chinos durante un desfile militar en Shuanghe, Xinjiang, peparado para la campaña contra el terrorismo y la estabilidad en la región.GETTY IMAGES
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Es por esto y por la política activa de asimilación ideológica y marginalización practicada por Pekín que algunos grupos uigures han mantenido un discurso separatista -muchos utilizan la denominación Turkestán Oriental para referirse a Xinjiang- que ha derivado en ocasiones en una escalada violenta y la comisión de atentados. Durante los enfrentamientos entre uigures y han en 2009 perdieron la vida alrededor de 200 personas. Especialmente desde los atentados del 11-S de 2001 en Estados Unidos y en el marco de la guerra contra el terror, el régimen chino ha vinculado los anhelos separatistas en Xinjiang con el terrorismo. Según datos oficiales, en 2017 el número de detenidos en las prisiones oficiales de Xinjiang se multiplicó por ocho respecto al año anterior. Los 227.000 presos de la región representaban un 21% de los presos de todo el país.

3. ¿Quién o quiénes están detrás de la represión en Xinjiang?

El régimen de Xi Jinping, máximo exponente del poder en el Gobierno del país y en el Partido Comunista de China (PCC), lanzó en Xinjiang en mayo de 2014 la campaña Duro ataque contra el terrorismo violento. Un atentado en Urumqi, la capital de la región, en ese mismo mes causó la muerte de medio centenar de personas. Fue sin embargo la llegada a Xinjiang en agosto de 2016 de Chen Quanguo, como secretario del PCC y máximo responsable político de Pekín en la región, la que ha aplacado totalmente los brotes de violencia. Chen es señalado por los analistas como el ideólogo de un sistema de represión, a través de la vigilancia electrónica y el adoctrinamiento en centros de internamiento, que ejecuta su número dos y cargo al frente de la seguridad, Zhu Hailun.

4. ¿Qué son los campos de “educación y entrenamiento”?

Desde al menos 2017, año desde el que según expertos y organizaciones internacionales se ha producido una escalada en las detenciones masivas ordenadas por Pekín, muchos de los uigures apresados han sido enviados, sin garantías judiciales, a los que el Gobierno chino llama “centros de educación y entrenamiento”. En estos lugares, con una apariencia similar a la de las cárceles, los detenidos son obligados a aprender y utilizar el chino mandarín, renunciar a todo lo que esté considerado “pensamiento extremista” y someterse a la propaganda diaria del Partido Comunista de China.

El régimen comunista se refiere a los internados como “estudiantes”. Estos tienen que pasar por un entrenamiento de sus aptitudes profesionales y, tras completar un programa de adoctrinamiento, trabajar en las fábricas que les son asignadas. ONG y académicos especialistas en China han subrayado que se trata de trabajos forzosos. Exdetenidos hoy en el exilio y familiares de los detenidos han denunciado castigos, torturas, abusos sexuales y operaciones de esterilización a las mujeres, además de amenazas y estricta vigilancia a personas vinculadas a los internos fuera de los campos.

5. ¿Qué se sabía de la vida en los campos antes de estos cables?

Pese a que el uso de campos de reeducación o laojiao es tradicional en la China comunista desde los años cincuenta para detenidos de toda índole, desde contrarrevolucionarios a activistas religiosos pasando por los miembros del movimiento espiritual Falun Gong, la explosión de estos en la región de Xinjiang comenzó a ver la luz pública a finales de 2017 gracias, sobre todo, a los testimonios de exdetenidos que habían conseguido huir al extranjero. El Gobierno chino, después de intentar ocultar o matizar su existencia en declaraciones oficiales, los incorporó a su legislación en octubre de 2018 e hizo público en verano de este año un “Libro Blanco” sobre los campos, concebidos para combatir los extremismos y el terrorismo que, aseguraba, se estaba extendiendo por la región: “El Gobierno ha establecido un grupo de centros vocacionales para ofrecer educación y entrenamiento sistemático, acordes a la legislación”, decía el Libro Blanco.

Una mujer en una de las fábricas de Xinjiang donde son enviados los uigures tras pasar por los campos.GETTY IMAGES

La comunidad internacional empezó a denunciar la existencia de los campos el pasado año. Así lo hizo Naciones Unidas, que cifra en alrededor de un millón los confinados en estos centros, y Estados Unidos, que estableció en octubre sanciones contra todas las entidades y personas ligadas a la represión en Xinjiang. En el mismo mes, el Parlamento Europeo ha galardonado con el premio Sájarov por la libertad de pensamiento a Ilham Tohti, economista uigur activo en la lucha contra la situación de su etnia y bajo arresto desde enero de 2014. Una delegación de diplomáticos europeos que había visitado la región en junio de 2018 habló de una situación de apartheid.

6. ¿Qué contienen los documentos y qué revelan?

Los documentos son cinco archivos internos de las autoridades chinas clasificados como secretos, junto a la documentación de un caso judicial. Ninguno había visto la luz hasta ahora. Los documentos secretos son de junio de 2017 y están firmados por Zhu Hailun, quien entonces era máximo responsable de la seguridad en Xinjiang y miembro destacado del Partido Comunista. Entre los documentos hay:

1) Un telegrama de 2017 que desgrana en nueve páginas los 25 puntos que tiene que seguir el personal en los llamados centros de reeducación y entrenamiento. Se explican los protocolos de seguridad, de control y de adoctrinamiento.

2) Cuatro boletines desarrollados a lo largo de 11 páginas, todos firmados por Zhu y elaborados por el “Comando del Partido en la región autónoma de Xinjiang para el asalto y represión en el frente”. Están fechados 16 de junio, 21 de junio, 25 de junio y 29 de junio de 2017. La lectura de estos boletines da muestra de las actividades de la Plataforma Integrada de Operación Conjunta (IJOP, en sus siglas en inglés), una suerte de gran hermano tecnológico para la vigilancia y seguimiento de sospechosos y su posible arresto o internamiento en centros de reeducación.

3) Entre los archivos se incluye también la sentencia del caso judicial contra el ciudadano uigur Nebijan Hojaahmet, musulmán y natural de Xinjiang, sentenciado a 10 años de cárcel por defender prácticas diarias del islam como rezar cinco veces al día o por pedir a sus compañeros de trabajo no blasfemar ni ver pornografía.

7. ¿De dónde vienen los documentos?

Los documentos han sido filtrados al ICIJ por una fuente anónima que no ha especificado su procedencia, simplemente ha asegurado que salían de China.

8. ¿Cómo se han verificado los documentos?

Los documentos han sido compartidos con distintos expertos. Varios lingüistas han corroborado la coincidencia del lenguaje oficial utilizado con otros escritos públicos firmados por las autoridades chinas. Expertos a nivel global sobre la etnia uigur y sobre China han dado credibilidad a los documentos. Al menos dos personas han confirmado la autenticidad de la firma de Zhu Hailun. Los medios estatales han difundido imágenes de Hailun visitando las instalaciones de la plataforma de vigilancia (IJOP) en las fechas indicadas en los documentos secretos. La estructura de los campos, su funcionamiento, así como la recopilación de información en el IJOP coinciden con lo relatado hasta ahora por testigos directos, periodistas y diplomáticos que han visitado los campos, exdetenidos y Humans Rights Watch, una de las organizaciones internacionales que más ha investigado la vigilancia masiva del Gobierno chino.

9. ¿Cuál ha sido la reacción del régimen chino ante estos cables?

Las autoridades chinas aseguran que se trata de “asuntos internos” del país. Tanto el Gobierno central como las embajadas, incluyendo la de Madrid, insisten en que “el problema que afronta Xinjiang no está relacionado con la identidad étnica, la religión o los derechos humanos, sino con la lucha contra la violencia, el terrorismo y el separatismo”. Sobre las publicaciones como Los cables secretos de China opinan que “se está utilizando torpemente” la unión de asuntos que no tienen relación y la distorsión para dar publicidad a los llamados “documentos internos” y difamar los esfuerzos de China “contra el terrorismo y la desradicalización”.

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