Hong Kong y China: el muro que divide el capitalismo del comunismo

Muchos ciudadanos chinos cruzan a diario al otro lado atraídos, entre otras cosas, por los altos salarios

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ANTHONY WALLACE (AFP)

Con más de 300.000 personas cruzando a diario entre Shenzhen (China continental) y Hong Kong, la frontera que separa ambas ciudades ha sido durante años la vía de escape de muchos ciudadanos chinos ávidos de encontrar una libertad de la que no gozaban en su territorio. Desde libros prohibidos por el régimen comunista a productos como la leche en polvo para los recién nacidos y cremas para el cuerpo que han pasado estrictos controles de sanidad, este paso ha sido y es la puerta de entrada a un gran almacén que, sobre todo, surte de seguridad a los consumidores.

Miles de ciudadanos establ...

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Con más de 300.000 personas cruzando a diario entre Shenzhen (China continental) y Hong Kong, la frontera que separa ambas ciudades ha sido durante años la vía de escape de muchos ciudadanos chinos ávidos de encontrar una libertad de la que no gozaban en su territorio. Desde libros prohibidos por el régimen comunista a productos como la leche en polvo para los recién nacidos y cremas para el cuerpo que han pasado estrictos controles de sanidad, este paso ha sido y es la puerta de entrada a un gran almacén que, sobre todo, surte de seguridad a los consumidores.

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Miles de ciudadanos establecidos en Shenzhen cruzan el puente sobre el río de la Perla a diario para trabajar o llevar a sus hijos pequeños a las escuelas en uno de los centros financieros del mundo más importante. Cuando pisan suelo hongkonés —chino desde que volviera a manos de Pekín en 1997—, tienen acceso inmediato a Twitter, Facebook o Gmail.

Una frontera que no solo separa el supuesto comunismo del agresivo capitalismo, sino que abre las pestañas de Internet que los cortafuegos de la conocida como el Sillicon Valley chino cierra. Mientras esta próspera urbe deja crecer los rascacielos que se aprecian en la imagen y trata de situarse en los primeros puestos de ciudades más desarrolladas del gigante asiático, muchos de sus habitantes continúan cruzando a su vecina Hong Kong atraídos por los altos salarios y el exigente sistema educativo.

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